El proyecto de ley para la reducción de la jornada laboral hasta las 37,5 horas semanales, sin merma salarial para el trabajador, fue finalmente aprobado por el Consejo de Ministros el pasado 6 de mayo. Desde ese momento, se activó el reloj de la negociación para la consecución de una mayoría en el Congreso de los Diputados, último escollo que deberá superar en los próximos meses para mejorar la vida de más de 12 millones de personas. Algo que intentarán evitar por todos los medios las principales patronales a través de sus influencias y grupos de presión.
El aminoramiento de los tiempos de trabajo, igual que cualquier otro derecho laboral que los trabajadores han ido conquistando, es inasumible para los empresarios. Como sucediera con la reforma laboral y con las subidas del Salario Mínimo Interprofesional (SMI), discursos interesados anticipan la catástrofe económica que supondrá para el tejido empresarial, especialmente en los sectores donde los asalariados son más precarios. Hecatombe que vienen anunciado con los anteriores avances y que, lejos de cumplirse, se ha convertido en la antítesis de lo que ha sucedido: récord de empleo y contratos indefinidos, mínimos de paro y subida de los salarios.
El Ministerio de Trabajo y Economía Social está acostumbrado a lidiar con esta posición de las organizaciones empresariales, amplificada desde los faros de opinión del neoliberalismo, pero en esta ocasión la preocupación es mayor debido a la influencia de las patronales en los dos partidos que tienen la llave para que la reducción salga adelante: Junts per Catalunya y el Partido Popular (PP). Con uno de los dos sería suficiente y para acercarlos al botón verde la cartera liderada por Yolanda Díaz ha echado mano a la memoria económica, con la que desmonta el argumentario empresarial.
La reducción de la jornada, evidentemente, supondrá un coste para aquellas empresas que la mantienen en las 40 horas semanales, al no contar con un convenio con un tiempo menor pactado o al no respetar alguno de estos acuerdos. Hostelería, Agricultura o Comercio son los principales sectores afectados y los que más se están quejando. Sectores en los que las empresas, a su vez, han disparado sus márgenes de beneficios más de un 100% en los últimos 15 años, principalmente costa de disparar los precios y de no mejorar las condiciones laborales de los trabajadores.
El aumento de beneficios cumple los costes
Los datos, más allá de quejas viciadas, no mienten. El incremento del coste salarial en aquellas empresas donde la jornada todavía se sitúe en las 40 horas será del 6,67%, según la memoria económica que acompaña al proyecto de ley de la reducción de jornada, adelantado por ElPaís. Sin embargo, “el incremento del coste salarial por hora trabajada previsto para la jornada media de los casi 14,5 millones de asalariados del sector privado en España será del 2,21%”, expone Trabajo en el texto adjunto.
Asimismo, no supondrá ninguna elevación del coste para los empleadores de casi dos millones de trabajadores. De estos últimos, casi ninguno se desempeñará en la agricultura, la hostelería o el comercio, donde los convenios y las condiciones son más lesivas. En sentido contrario, los beneficios de los empresarios son “mayores que la media” del conjunto de sectores y han aumentado en gran medida de un tiempo a esta parte, algo que el Ministerio encabezado por Díaz así hace constar en la memoria económica como evidencia de la capacidad para “absorber un potencial incremento del coste laboral”.
Donde más se han agrandado los bolsillos, según el Observatorio de Márgenes, es en la agricultura. Los márgenes sobre ventas y los beneficios brutos han crecido en este sector un 116% y un 440%, respectivamente, desde 2009. Acercando un poco el foco, las ganancias desde 2019, el último año antes de la pandemia, han sido del 36% para los márgenes y del 96% para los beneficios brutos. “Agricultura, ganadería, silvicultura y pesca gana 2.702 millones más que antes de la pandemia”, certifica Trabajo.
El sector de la hostelería, que disparó los precios tras la pandemia y con el estallido de la guerra de Ucrania, tampoco se queda atrás con un aumento de los márgenes del 105% y del 392% en el caso de los beneficios brutos, desde 2009. Comparando los datos con lo desprendido antes de la pandemia, el incremento es del 35% y el 93%, respectivamente, lo que se traduce en un aumento de las ganancias de casi 5.000 millones de euros, en comparación con 2019.
El tercer sector mejor posicionado para afrontar la reducción, y a la par uno de los que mayores jornadas laborales tiene, es el del comercio. Los márgenes se han incrementado en sus actividades un 34% desde 2019, a la par que los beneficios brutos lo han hecho un 140%. Desde 2019, esta progresión ha sido del 24% para los márgenes y del 67% para los beneficios, lo que se traduce en un alza en los balances con respecto a tiempos pre Covid-19 de 15.535 millones de euros.