La dimisión del Presidente de Telefónica, César Alierta, y su sustitución por el actual Consejero Delegado, José María Álvarez Pallete, resulta ser un trozo de la Historia de España: es la primera vez que la política no tendrá nada que ver con un relevo en la presidencia de Telefónica. Jamás, hasta hoy, un Presidente de Telefónica había sido nombrado sin una aprobación previa del Gobierno de España.

Allá por los años 20, los gobiernos del rey Alfonso XIII hablaban con los americanos de ITT para concertar el nombre del Presidente de la única empresa de telecomunicaciones de España. Durante la dictadura franquista, Telefónica siguió siendo una empresa privada (la única de Europa con esta característica) pero con mayoría de acciones en manos del Estado. En ese tiempo se diseñó una dirección de Telefónica con un Presidente gran figura y un Consejero Delegado ejecutivo de verdad. Todos nombrados por el Gobierno de la Nación.

La Democracia llega a Telefónica sin que el poder del Gobierno se reduzca. Sólo hay un pequeño cambio: los poderes de los Consejeros Delegados se reducen en favor de los Presidentes.

Y así van sucediéndose Sánchez Terán, Solana, Velázquez, Villalonga y Alierta: todos llegan al cargo de la mano, sucesivamente, de Suárez, González y Aznar. Es durante el mandato de Alierta cuando el Estado deja de tener acciones de Telefónica.

Hoy asistimos al hecho histórico de que llega a la Presidencia de Telefónica, por primera vez en más de 90 años, alguien que nada tiene que ver con el poder político: el que ha decidido el nombre de Álvarez Pallete ha sido el Consejo de Administración a propuesta de Alierta. 

Hoy en Telefónica, César Alierta, están escribiendo unas pequeñas líneas de la Historia de España.