Un nuevo desahucio está fechado para este martes. Naima, una mujer de Mataró (Barcelona), se enfrenta al proceso de desalojo del que lleva siendo más de 12 años su hogar. Diariamente se suceden decenas de desahucios que, con la actuación de las Fuerzas del Orden, concluyen con familias en la calle independientemente de su vulnerabilidad o situación, pero el de este 5 de marzo tiene una peculiaridad. Los Mossos d’Esquadra no estarán presentes únicamente como posibilitadores de la expulsión, dado que el propietario del inmueble también es parte del cuerpo.

Así lo ha denunciado el Sindicat d’Habitatge de Mataró que, aportando nombre y apellidos del supuesto dueño del piso, ha asegurado que este se aprovecha de su conocimiento y de los canales de información a los que tiene acceso para realizar compra de activos inmobiliarios problemáticos, desahuciar a sus inquilinos y revender el inmueble para cerrar el ciclo especulativo. “Ha encontrado un negocio muy rentable: comprar por un precio muy bajo pisos de bancos donde vive gente que no ha podido pagar el alquiler para después desahuciar y volver a vender a un precio más alto”, denuncian.

El sindicato por la defensa de la vivienda ha expuesto la práctica que aseguran desarrolla el agente, al que equiparan con las “mafias de la ocupación”, al considerar a ambas partes “dos caras de la misma monedad” y una “escoria que se dedica a especular y hacer negocio a partir de la miseria y la pobreza de la clase trabajadora”. En esta ocasión, la clase trabajadora se llama Naima y vive en la calle Siete Partidas, 72 desde hace más de una década.

Naima es otra víctima más de las actuaciones de las entidades bancarias que, tras el boom inmobiliario y el posterior estallido de la burbuja, se deshace de los miles de inmuebles que acumularon sin importarles las familias que habiten en su interior. “En este piso, Naima tenía un alquiler que había pagado religiosamente desde hacía más de 12 años”, explica el sindicato; sin embargo, “el Deutsche Bank decidió que no le renovaría el contrato, que la echaría del piso y que ya de paso pondría el piso en venta”, continúan.

Que se vayan preparando porque que algún día responderemos

Es en este punto donde el Mosso d’Esquadra en cuestión hace su aparición. Desde la organización de Mataró apuntan a un aprovechamiento por su parte de “la invulnerabilidad y la información que tiene” y que “utiliza muy habitualmente”. Además, una vez adquirido el inmueble, aseguran que en ningún momento ha habido ninguna intención de negociar con Naima para realizar un alquiler, pues la única intención era el desalojo y la venta a precio más caro.

Compró el piso por un precio muy bajo y aceleró el proceso de desahucio”, garantiza el sindicato, que lamentan que “no quiere hacerle un alquiler a Naima y ni se plantea esperar unos días más a que pueda encontrar otra solución”. El conjunto de actuaciones lleva a señalar al colectivo que la única finalidad es la rentabilidad. A todo ello se suma que, más allá de perder su casa y con ella todos sus recuerdos, la vecina se enfrenta a una multa de 8.000 euros en concepto de impagos del alquiler.

No obstante, ante esta tesitura, Naima no estará sola. Allí estarán junto a ella decenas de vecinos y militantes del sindicato que piensan acompañarla y, sobre todo, buscarán con todas sus fuerzas evitar que pase la noche en la calle, con su casa a cuestas. “Nosotros, la gente del sindicato de vivienda, la gente organizada de Mataró, la gente que ya no tenemos nada que perder, estaremos en la calle Siete Partidas, 72, a las 9:30 de la mañana”, han convocado.

La desesperación avanza rápido en los barrios y ciudades donde la clase trabajadora malvive, incapaz de pagar un alquiler cada vez más alto con un sueldo que, de existir, se mantiene congelado. La autodefensa y agrupación que defienden los sindicatos y colectivos por la vivienda es la última y única opción que le queda a Naima y cualquier vecino de cualquier barrio humilde. Pero la desesperación no es lo único. La rabia prolifera igual o más rápido entre los amigos, familiares, vecinos que día a día ven como sus allegados acaban en la calle desprotegidos. Y los colectivos advierten:

“Estaremos para defender el piso de Naima, pero sobre todo para recordar a todos aquellos que especulan con nuestras vidas que sabemos quiénes son, sabemos qué hacen y que se vayan preparando porque que algún día responderemos”.