España se ha plantado ante Estados Unidos. Desde hace algunos días, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, sostenía su rechazo a alcanzar el 5% del PIB para inversión en Defensa que exigía el presidente estadounidense Donald Trump. Este mismo miércoles, durante la cumbre de la OTAN en La Haya, Sánchez ha confirmado que España no actará esta subida, algo que ha acarreado profundas críticas del tycoon neoyorquino y algunas feroces amenazas ante las cuales, miembros del Gobierno como Yolanda Díaz han querido recordarle que “España es un país soberano”.
Durante la cumbre de la OTAN de este miércoles en Bruselas, el presidente Trump pidió elevar el gasto militar de los aliados al 5% del PIB. España ratificó formalmente ese nuevo objetivo, pero ha dejado claro que no piensa alcanzarlo. De hecho, en 2024 España dedicó apenas el 1,24% de su PIB a defensa, el porcentaje más bajo de la Alianza. En valores absolutos, el presupuesto de Defensa fue de unos 19.723 millones de euros en 2024, según datos del Real Instituto Elcano, con un incremento notable en la última década, pero aún lejos del 2% pactado. El PIB nominal de España ese mismo año rondaba los 1,592 billones de euros, por lo que el gasto actual en Defensa representa en torno a 1,3% del PIB, muy por debajo de lo exigido.
Los datos del Instituto de Investigación para la Paz de Estocolmo muestran que el esfuerzo español es modesto comparado con otros aliados clave. En 2024, Estados Unidos invirtió unos 997.000 millones de dólares en defensa (3,5% del PIB), Alemania 88.500 millones de dólares (1,9%), Reino Unido 81.800 millones de dólares (2,3%), Francia 64.700 millones de dólares (2,1%), Polonia 38.000 millones de dólares (4,2%) e Italia 38.000 millones de dólares (1,6%). Nuestro gasto por habitante y en porcentaje del PIB es de los más bajos de la OTAN. El promedio de la Alianza superó el 2,7% en 2024, con países como Polonia (4,1%) o Estonia (3,4%) por encima incluso de Estados Unidos (3,38%).
Incremento y coste presupuestario
Para alcanzar el 5% del PIB, España debería multiplicar por cuatro su gasto militar. Tomando el PIB actual, el 5% equivale a unos 79.500 millones de euros anuales. Dado el presupuesto real de 2024 (19.723 millones de euros), harían falta aproximadamente 60.000 millones adicionales por año. Esto triplicaría el gasto actual, lo que obligaría a reorientar recursos masivos de otros sectores. Cualquier suma parecida impondría recortes severos en servicios sociales: sanidad, educación, pensiones, vivienda, etc. Como advierte un análisis publicado en el diario digital El Salto, “el gasto añadido supone imponer recortes en otros ministerios que afectarán al Estado de bienestar”. Incluso con la contabilidad “oficial” (cuyo techo era 33.123 millones para llegar al 2%), economistas ya alertan que “muchos recursos no se podrán destinar a la economía real” si se prioriza el rearme.
Viabilidad económica
La viabilidad de ese esfuerzo es muy baja. España registra un déficit estructural y una deuda pública elevada (102% del PIB en 2024). Incrementar el gasto en 60.000 millones anuales sin ingresos adicionales dispararía de nuevo el déficit y la deuda. Aunque la UE permite aumentar gasto militar hasta 1,5 puntos del PIB anuales sin sanciones, el salto a 3,7 puntos exigidos en un solo año superaría con creces esas exenciones. La reserva fiscal es limitada y tendría que venir en buena parte de recortes drásticos en bienestar o de subir impuestos. A largo plazo, los analistas subrayan que, en lugar de un objetivo porcentual arbitrario, España debería centrarse en gastar mejor, vinculando el presupuesto a resultados concretos: por ejemplo, invertir en capacidades útiles para la defensa europea (ciberseguridad, logística aliada, transporte estratégico…) en vez de inflar la partida militar sin plan claro.
Implicaciones estratégicas y prioridades nacionales
Desde el punto de vista estratégico, el criterio español ha sido hasta ahora contribuir con misiones y capacidades concretas más que con la mera cifra presupuestaria. De hecho, la OTAN reconoce que España supera el 20% (30,3%) de inversión en armamento respecto al gasto total, por encima de EEUU, Francia o Alemania. Esto indica que España orienta bien los pocos recursos que dedica a la defensa. Elevar el gasto al 5% supondría no solo un sobreesfuerzo financiero, sino un desvío de prioridades: la ciudadanía española exige garantizar primero la “verdadera seguridad”. Geopolíticamente hablando, España seguirá apoyando a la UE y la OTAN en proyectos compartidos antes que hacer un gasto unilateral desproporcionado. Como ha señalado el presidente Sánchez, España puede cumplir sus compromisos de capacidad militar dedicando cerca del 2,1% del PIB y “no piensa llegar al 5%” exigido.