La guerra comercial que ha desatado Donald Trump con su política arancelaria ha tenido sus efectos en los mercados desde el primer momento del anuncio en lo que el presidente de Estados Unidos ha bautizado como el Día de la Liberación. A estos anuncios le han seguido desplomes bursátiles en los grandes mercados mundiales, los primeros riesgos de recesión económica -o al menos desaceleración- y ahora también el miedo a un posible escenario de estanflación a nivel mundial.
¿Qué es la estanflación?
La estanflación es un fenómeno que aparece cuando una economía sufre elevados niveles de inflación y, a la vez, también un aumento de los niveles de desempleo, lo que se traduce en un crecimiento económico bajo o incluso nulo. Es decir, una situación en la que confluyen tres factores clave: altos niveles de inflación, bajo o cero crecimiento del PIB y un aumento del paro. Una situación que, por el momento, no se da en la economía española pero ante la que ya aparecen los primeros riesgos a nivel mundial.
Un miedo más que se suma a las voces que ya anticipan una fuerte recesión económica que empezará por Estados Unidos y que, previsiblemente, podría seguir por el resto de las economías mundiales. Son varias las voces de expertos que han advertido ya a Trump de la posible recesión que sufriría su economía si mantiene esta política comercial proteccionista. Grandes bancos de inversión como JP Morgan han aumentado el riesgo de entrar en recesión en los momentos posteriores a conocerse los nuevos aranceles de Trump. Un temor que se ha deslizado por todas las bolsas internacionales, con la gran banca sufriendo desplomes casi desde el momento inmediatamente posterior a los anuncios de Trump.
Sin embargo, a los riesgos de entrar en una posible recesión -o al menos desaceleración- en Estados Unidos, se suman ahora los temores a un escenario económico marcado por la estanflación. Una situación en la que la economía estadounidense, primero, y posiblemente el resto de economías después, sufrirían tres problemas clave para la evolución macro: un crecimiento del PIB casi nulo, altos niveles de inflación y una elevada tasa de desempleo en su mercado laboral.
Estados Unidos ya sufre el efecto Trump
Lo que está claro es que Estados Unidos sufrirá un aumento de la inflación tras la política proteccionista de Trump. El propio presidente ya lo ha deslizado en alguna ocasión y también se lo han repetido en las últimas jornadas grandes expertos radicados en su país, a los que parece haber ignorado. Y es que el primer impacto del Día de la Liberación de Trump lo sufrirán los propios estadounidenses, con un aumento del precio de los productos importados, cuyo precio irá gravado con un aumento medio del 20%. En su franja de aranceles, el presidente pretende gravar todos los productos importados a Estados Unidos con al menos un 10%, un porcentaje que podría dispararse incluso hasta superar el 100% para los productos procedentes de China en medio de su fuerte guerra comercial con la otra gran potencial económica mundial.
Por el momento, desde la Unión Europea se emplazan a reducir los aranceles contralanzados para frenar el coste de exportar productos a Estados Unidos, en aras de avanzar en la negociación. En el caso de Asia, salvo excepciones como Taiwan, parece que la situación solo hace que empeorar con las grandes economías asiáticas. Hasta aquí el problema que la guerra comercial desatada por Trump tendrá sobre la inflación y la evolución de los precios de bienes y servicios en Estados Unidos.
El paro aumenta en Estados Unidos
Pero, ¿qué pasa con los otros grandes indicadores? Ya en los últimos meses, la economía estadounidense ha ido sumando parados a sus cifras. Los datos del mes de febrero, los últimos conocidos sobre un mes completo, revelan un aumento de la tasa de paro de una décima hasta el 4,1%, con 7,05 millones de desempleados, casi 200.000 parados más frente a los 6,8 millones del mes anterior. Del número de parados registrados, 1,45 millones son parados de larga duración, más del 20% del total. Con estos datos, los expertos anticipan también un aumento de la tasa de paro en Estados Unidos como consecuencia del efecto Trump, ese que ya están notando los mercados a nivel mundial. De hecho, Goldman Sachs anticipaba ya un aumento de tres décimas para este ejercicio, hasta cerrar en el 4,5%, hace una semana, en las jornadas previas al Día de la Liberación en el que Trump ha revolucionado, una vez más, los mercados y las economías mundiales.
Y ¿qué pasa con el crecimiento económico de Estados Unidos? Este es quizás el punto en el que más coinciden los expertos a nivel mundial. Desde los grandes expertos de inversión de JP Morgan o Goldman Sachs, que ya han advertido al presidente y a la Administración Trump, hasta los grandes bancos europeos. Aquí empiezan a surgir las primeras voces, en público y en privado, que advierten de una, por lo menos, desaceleración económica en Estados Unidos. La política proteccionista de Trump tendrá su primer impacto negativo precisamente en su país, con el miedo de los mercados a que esta recesión se expanda por el resto del mundo por ser Estados Unidos, y Wall Street, la principal potencia económica mundial.
Un escenario de estanflación supone un triple impacto negativo para una economía que se retroalimenta entre sí. Por un lado, si aumento el paro, las familias pierden poder adquisitivo. Por otro lado, si los precios de los bienes y servicios -de todo tipo- suben, las familias tienen dificultades, o directamente no pueden adquirirlos, en el peor de los casos. Esto repercute en el consumo y en la inversión, afectando así al avance del PIB de la economía y acaba provocando una situación negativa en la que todo cae en picado. Menos el paro, eso subiría.
¿Podría la Fed de Powell frenar la estanflación?
Una vez llegados a este punto, el papel de los bancos centrales sería clave para intentar frenar esta triple situación negativa a nivel mundial. Por un lado, la Fed estadounidense tendría que ser la primera en actuar ya que la estanflación se estrenaría en este caso en la economía estadounidense. Jerome Powell tiene en sus manos frenar este riesgo con políticas monetarias controladas que permitan mantener los indicadores a raya, al menos todo lo que le permita la Administración Trump. Después sería Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE) la que tendría que vérselas con la estanflación en caso de que llegue a Europa.
Pero, ¿está claro que la estanflación llegará a Europa? La historia permite esperar que lo que ocurre inicialmente en Estados Unidos se replique después por el resto de potencias internacionales a nivel mundial. Esto supone que la estanflación estadounidense tendría su réplica en Europa, en paralelo o con unos meses de retraso. Sin embargo, la eurozona -y especialmente España- se encuentran en estos momentos en una situación diferente. Con el crecimiento económico de la eurozona liderado por España, la situación en Europa en estos momentos es diferente y expertos financieros evitan todavía hablar de recesión a nivel comunitario o, más concretamente, para el PIB nacional en el caso de España.
¿Está Europa en riesgo de estanflación?
No obstante, las bolsas europeas han sufrido desde el primer momento el efecto Trump, con fuertes desplomes en los grandes parqués comunitarios, al igual que lo han hecho Wall Street o los gigantes asiáticos. Los miedos a la recesión económica, es decir, el crecimiento en negativo, parecen haberse ido estableciendo ya en los mercados europeos pero ¿hay también riesgo a una estanflación en Europa? Esto supondría que no solo el PIB empezara a moverse en negativo sino que también tendría que aumentar el paro a nivel comunitario, en cada uno de los 27 Estados miembros, y a la vez, dispararse la inflación.
Hasta hace apenas unos días, previos a los nuevos aranceles de Trump, parecía que Europa estaba saliendo ya de una oleada de inflación gracias a las políticas monetarias del BCE. Los precios de los bienes y servicios empezaban a caer a nivel europeo, con cifras constatadas, por lo que entrar en una nueva crisis inflacionaria podría empeorar la situación de las familias europeas. Sin embargo, el efecto Trump en los niveles de desempleo europeo podría ser más inmediato. Y es que, si se reducen las exportaciones de coches alemanes, por ejemplo, o del acero europeo, unas de las consecuencias más directas es la pérdida de productividad en las fábricas europeas y, por tanto, un aumento del desempleo en estos sectores. Si se fabrican menos coches, hacen falta menos trabajadores para alcanzar con la producción.
Con este panorama, Lagarde y los responsables económicos de la Unión Europea tendrían en sus manos frenar el efecto Trump en Europa, lo máximo posible, para evitar que el Viejo Continente sufra el impacto de la guerra comercial lanzada por Trump hasta llegar a los consumidores. Es decir, que los ciudadanos europeos no sufran pérdidas de empleo, aumento de los precios y que esto, en definitiva, no repercuta en las economías nacionales de los 27, entrando en crecimiento negativo.