La lucha de gigantes entre grandes estudios de cine y empresas de contenidos en streaming en Estados Unidos provocan ondas que afectan al resto del mundo. La compra de los viejos estudios MGM por parte de Amazon ha subido un escalón más en la pugna por hacerse con catálogos de películas y series que puedan ser atractivos a nivel internacional.

Si la irrupción de Netflix supuso una revolución en la manera en la que la gente consumía productos audiovisuales, la respuesta de los estudios de cine no se hizo esperar; Disney tiene su propia plataforma, donde ofrece en exclusiva sus títulos antiguos y modernos. Del mismo modo, Warner tiene como plataforma estrella de contenidos a HBO, entre otros canales y Paramount/CBS/Viacom se ha lanzado a la batalla con Paramount+. Y todos se quieren quedar sus propiedades intelectuales en exclusiva para ellos.

Estos tiras y aflojas provocan que el precio de lo que ofrecen los estudios de cine que no están emparentados con las plataformas de streaming y las distribuidoras independientes se haya incrementado sustancialmente. Y esto se nota también en España, donde las plataformas nacionales y los operadores de comunicaciones que ofrecen televisión coinciden en que esto les influye.

Sube la cesta de la compra de los operadores

Todos los operadores y plataformas españolas consultados por ElPlural.com coinciden es en que, efectivamente, puede haber un riesgo de que su catálogo de películas y series se encoja cuando las majors reclamen para sí las propiedades que actualmente tienen alquiladas a otros.

“Hay una inflación en los precios y es verdad que cada vez es más difícil encontrar contenidos”, coincide Paco Rodríguez Prieto, responsable de Cine y Compras en Movistar+. José Antonio Guzmán, responsable de estrategia de Contenidos y Negociación de Orange TV, además afirma que la competencia se ha ampliado a otros ámbitos: “Compiten ya, no sólo en los estrenos de cine sino también en el acceso directo a los clientes finales en streaming bajo demanda”. Algo que no perjudica necesariamente al consumidor, según Ignacio García-Legaz, el director de TV de Vodafone España: “Al final, los catálogos de contenidos se mueven de unos sitios a otros, pero el consumidor final sigue teniendo acceso a ellos”. Incluso el que el sector se vaya concentrando podría favorecer a la audiencia, apunta Guzmán: “Puede ser bueno para el cliente final, que no tendrá que estar suscrito a varios servicios a la vez, [sino sólo a unos pocos] para acceder a los mejores contenidos”.

Pero esta misma concentración puede afectar las plataformas de streaming nativas de España, que tienen contenidos que pueden ser reclamados en exclusiva por los grandes operadores estadounidenses. “Es algo que lleva pasando desde hace años”, reconoce Jaume Ripoll, director editorial de Filmin, que admite la posibilidad de que puedan quedarse sin parte de su catálogo actual, aunque sus contratos aún siguen vigentes. “Pero tenemos más opciones para ampliarlo por otros lados en el caso de que eso suceda”, asegura. “Aún está por ver cómo se gestionará”. En cualquier caso, en Filmin creen que su valor diferencial consiste en selección editorial, que combina contenidos europeos de éxito con clásicos y productos independientes. “Lo independiente se está revalorizando y demuestra que nuestra política editorial es acertada”, concluye Ripoll. La otra gran plataforma española nativa de Internet, FlixOlé, coincide en que en un mercado cada vez más estandarizado, con “taquillazos” muy parecidos entre sí, tener señas de identidad es la mejor garantía de supervivencia.

Sophie McMahon, consejera delegada de FlixOlé, cree que todo esto les afecta poco, dado que su plataforma está dedicada, casi en exclusiva al cine español (histórico y actual). “Nuestro catálogo no está disponible en ninguna otra plataforma, por lo que acuden a nosotros para que aparezcamos en otras, como en Amazon o en Orange”, explica. “Es bueno ver cómo estos movimientos hacen que cada uno elija su propio camino, nosotros somos una pequeña plataforma, con nuestra propia identidad y una oferta única y de calidad”.

Todos los consultados coinciden en mayor o menor medida en que creen que la subida de precios de los contenidos será pasajera y que el mercado se terminará estabilizando. La mayor parte de ellos coincide en que una buena labor editorial y de selección de contenidos puede compensar, en parte, los vaivenes del mercado.

Otros, como Movistar+, creen que hay alternativas a las películas y series para mantener fidelizada a su clientela, como es el caso de los deportes, concretamente el fútbol. Si bien, para Vodafone, el fútbol sufre de una burbuja mayor aún y no está claro que la audiencia que consiga atraer y fidelizar el “deporte rey” compense los enormes precios que se pagan. Telefónica, la empresa matriz de Movistar+, paga 980 millones de euros anuales sólo por los derechos de emisión de La Liga de fútbol española y revende algunos de éstos a Orange, que paga 300 millones por temporada.

El incierto atractivo de la producción propia

Además de los catálogos existentes, parte de la guerra entre plataformas se libra en la producción de nuevos contenidos. Una de las ventajas de los estudios es que han continuado con sus labores de producción de series y películas, por lo que siempre tienen nuevo material que poner en el mercado y que quedarse en exclusiva. La respuesta de los estudios nativos digitales, como Netflix, Amazon y Apple TV+ ha sido volcar parte de sus esfuerzos en producir contenidos propios también, si bien su capacidad de producción (con la posible salvedad de Netflix) aún no puede seguir el ritmo cada vez más acelerado de la demanda del público. A veces logran grandes éxitos, como Amazon con The Boys o sonados fracasos, como Netflix con Jupiter’s Legacy.

En España, Movistar+ lidera la producción propia y, además, ha llegado a un acuerdo con Atresmedia para producir conjuntamente contenidos. Algunas de sus series, como Reyes de la Noche o Antidisturbios han sido enromes éxitos, si bien producir es caro y los resultados son inciertos. “Citando a William Goldman, nadie sabe nada”, reflexiona Rodríguez Prieto, de Movistar+, “por muchos estudios y algoritmos que uses, nada te dice con seguridad qué va a triunfar y qué se va a estrellar”. Aunque otra de la ventaja de hacer esos contenidos es que luego pueden venderse muy bien en un mercado internacional más hambriento que nunca. Orange y Filmin también se han embarcado (a un nivel mucho más modesto) en proyectos de producción propia. Jaume Ripoll, de Filmin, se muestra orgulloso de ello, si bien cree que no es la única solución a la situación del mercado audiovisual: “La producción propia supone mucho esfuerzo y el retorno es inseguro con respecto al dinero que se invierte; es algo necesario, pero no es la única vía de atraer suscriptores”.

García-Legaz, de Vodafone, cree que, en estos momentos, la producción propia es algo que tiene mucho glamur, pero que aún tiene poco que hacer frente a los fríos números: Si yo ya tengo un catálogo con 150.000 contenidos, ¿merece la pena el esfuerzo de gastarse 300 millones para añadir poner 80 más [de producción propia] a esos 150.000? McMahon, de FlixOlé, ve deseable poder hacer producciones propias en un futuro, pero destaca que su plataforma es aún “muy modesta” y que de momento sólo pueden permitirse participaciones “testimoniales” en algunas producciones recientes. Para la consejera delegada de FlixOlé es mejor seguir promocionando su catálogo, “que abarca 80 años de cine español” que aún tiene tesoros desconocidos por recordar.

Evitar ser sepultado

“El cine y las series españoles son lo que más éxito suele tener”, afirma Rodríguez Prieto desmintiendo el mito de su baja rentabilidad. “Pero también se trata de que cuando se lancen al mercado, o a las plataformas no queden enterrados bajo miles de otras cosas”. Para eso es especialmente importante que la interfaz de la plataforma sea clara y tenga a personas detrás haciendo la selección. “Los algoritmos son un desastre y muchas veces te hacen sugerencias que son directamente absurdas”.  Una posición en la que todos los consultados coinciden. Todos creen en que su política editorial es su mayor ventaja. Eso y asociarse con otras plataformas. Movistar+ permite acceder desde su plataforma a Netflix y Disney+, Orange hace lo propio con Netflix, FlixOlé y Amazon Prime, y Vodafone con HBO, Amazon Prime Video, Filmin y Netflix. O, resumido en las palabras de García-Legaz: “vamos a un modelo de agregador o de business to business”. Porque, creen desde las plataformas españolas, el consumidor terminará encontrando lo que busca, si no se cansa antes de navegar por un menú aburrido generado por un ordenador.

Y, más allá de aspectos técnicos y editoriales, queda el marco de la regulación. Rodríguez Prieto que cree Europa debe dar también su respuesta legal y regulatoria a la lucha entre plataformas. Si en los Estados Unidos el Gobierno Biden está observando atentamente que la concentración de majors no vulnere las leyes antimonopolio o “antitrust”, cree que en Europa se debería hacer lo mismo. Así como favorecer a sus propias empresas audiovisuales, como hace con éxito Francia a nivel estatal. Algo que está en marcha con cierto éxito, recuerdan desde Vodafone, Filmin y FlixOlé, pero que necesita de mayores avances.