Metro-Goldwin-Mayer (MGM), la famosa productora del león rugiendo y un símbolo de la era dorada de Hollywood, que llevaba décadas sumida en una profunda crisis y con permanentes rumores de estar en venta, finalmente ha sido comprada por Amazon, el gigante del comercio electrónico.

Ayer, 26 de mayo, la empresa presidida por Jeff Bezos anunció la adquisición de la productora por 8.450 millones de dólares (unos 6.928 millones de euros). Este precio es aproximadamente un 40% más de lo que ofrecían otros potenciales compradores, como la empresa tecnológica Apple, que también quiere dar un impulso a su plataforma de streaming Apple TV+.

MGM, que ha cumplido ya 97 años, llevaba un tiempo a la venta y aunque produjo algunos de los mayores éxitos del cine clásico, como Cantando Bajo La Lluvia, Lo Que El Viento Se Llevó, Ben-Hur o El Mago De Oz, no los tiene ya en su catálogo, ya que vendió los derechos de todas sus producciones anteriores a 1986 a Turner Classic Films (TCM), subsidiaria de Warner Media.

“Es usted muy escurridizo, señor Bond”

Sin embargo, MGM aún posee varias propiedades intelectuales que son más que apetecibles, siendo la más valiosa de ellas la franquicia de James Bond. La saga cinematográfica del agente secreto creado por Ian Fleming y que empezó en 1962 con El Agente 007 Contra El Doctor No, puede dar un impulso nada despreciable a Amazon en la dura competición de las plataformas de streaming.

Pero esto no quiere decir que Amazon pueda hacer todo lo que quiera con James Bond. Con la compra de MGM, Jeff Bezos sólo se ha hecho con la mitad de 007. El resto lo posee la productora británica EON, una empresa familiar gestionada por los hermanos Barbara Broccoli y Michael G. Wilson, que poseen derecho de veto y absoluto control creativo acerca de todo el universo audiovisual de James Bond. Así, EON decide en exclusiva cómo y cuándo se hacen las películas de 007, quién tiene el papel protagonista y si se hacen o no “remakes” y producciones televisivas de la obra de Fleming (algo que han vetado desde el principio).

Por poner un ejemplo, la vigesimoquinta película de James Bond Sin Tiempo Para Morir (No Time To Die) ha ido retrasando su estreno en cines debido a la pandemia de la Covid-19 hasta el próximo 8 de octubre, pese a las generosas ofertas de las diferentes plataformas para estrenarla en Internet. Los hermanos dueños de EON se niegan a estrenar sus películas fuera de los cines. Amazon, al quedarse con MGM, seguiría sin tener poder de decisión en esto, como tampoco en quién será quien suceda a Daniel Craig en el papel de James Bond.

Tal vez para recordar que ejercen este poder, Broccoli y Wilson enviaron un comunicado de prensa en el que afirmaban que “estamos comprometidos en seguir haciendo películas de James Bond para los espectadores de cines de todo el mundo”.

Sin embargo, puede que esto siga beneficiando a Amazon, ya que EON no permite que las plataformas de streaming adquieran una sola de las películas de James Bond, sino que obliga a comprarlas todas juntas, con lo que el catálogo de Amazon Prime dispondría de 25 películas muy atractivas internacionalmente.

Repliegues y guerra de las plataformas

Con sus pros y sus contras, los 8.450 millones gastados en MGM no suponen un desembolso tan importante para Amazon. La empresa tiene reservas de efectivo de 71.000 millones de dólares (58.280 millones de euros) y el valor de sus acciones en Bolsa es de alrededor de 1,64 billones de dólares (1,35 billones de euros). En realidad, la adquisición más importante de Jeff Bezos fue la de la cadena de supermercados Whole Foods por 13.400 millones de dólares (11.000 millones de euros).

¿Cómo interpretar entonces la adquisición de MGM ofreciendo más que los demás? Ello responde a que les sirve para reforzar su número de clientes en Amazon Prime, lo que tiene implicaciones que van más allá de su plataforma de vídeos. Los clientes de Prime tienen envíos gratuitos, pueden acceder a PrimeVideo, también a música y a libros electrónicos y lo más importante: gastan al año el doble que el resto de los clientes de Amazon.

Con la compra de MGM, Amazon se asegura de reforzar su catálogo en un momento en el que los estudios más veteranos están restringiendo sus contenidos sólo a sus propias plataformas de streaming. Así, Warner sólo deja emitir sus películas a HBO, Disney a Disney+ y Paramount o CBS empiezan a replegarse hacia sus propias plataformas. Este repliegue, hecho para protegerse de Netflix, hace que los contenidos de las grandes productoras que aún son independientes hayan incrementado muchísimo su valor.

Estamos en plena guerra entre los grandes jugadores del cine clásico y las empresas nativas de Internet”, afirma Paco Rodríguez Prieto, responsable editorial de cine de Movistar+ y productor independiente. “Con esta guerra irán desapareciendo las productoras y distribuidoras más pequeñas, que irán siendo cada vez algo más residual”.

Sony Pictures, que no tiene plataforma de streaming propia más allá de PlayStation Network, ha logrado casi la mitad de sus beneficios de este año (7.000 millones de dólares) subastando el alquiler de sus contenidos entre Netflix y Disney+. Sony, que posee propiedades como Spider-Man o Cazafantasmas, ya ha declarado que no está a la venta. Así, las plataformas de vídeo que nacieron y crecieron sin los estudios de Hollywood, buscan ahora poder tener acceso a uno. Apple, que nunca terminará de arrepentirse de haber vendido Pixar a Disney, corteja a otros grandes propietarios de contenidos como NBC-Universal (propietarios, por ejemplo, de Parque Jurásico) y CBS-Viacom (que poseen Star Trek y Misión Imposible).

El problema para las plataformas que no tienen estudios bajo su poder, como Netflix, Apple TV+ y Amazon PrimeVideo -y que ha sido especialmente evidente durante la pandemia- es que, sin series y películas clásicas, no pueden producir sus propios contenidos a velocidad suficiente como para responder a la demanda de sus suscriptores. Y MGM, un estudio en permanente crisis desde los años 70, cada vez tenía menos capacidad financiera para explotar y desarrollar su propio catálogo de propiedades intelectuales que, más allá de James Bond, incluyen las franquicias de Rocky, RoboCop, La Pantera Rosa, El Silencio De Los Corderos, Tomb Raider o Una Rubia Muy Legal. Mientras que Amazon tenía el dinero, pero ha tenido sonoros tropezones produciendo, como cuando gastó una enorme cantidad de dinero para hacer una serie de televisión escrita y dirigida por Woody Allen, para luego cancelar a toda prisa y enfrentarse a demandas millonarias cuando el director neoyorquino fue nuevamente acusado de acoso sexual.

En el caso español esto representa serios problemas para plataformas como Filmin, que son muy dependientes del catálogo de MGM y un replanteamiento de las estrategias de las plataformas digitales españolas.

MGM, en eterna crisis

A pesar de lo atractivo de su catálogo cinematográfico y televisivo (con series como Vikings, Fargo o El Cuento de la Criada) y de que actualmente tiene en producción una par de películas ‘oscarizables’, MGM tiene una situación financiera muy delicada y ha cambiado de manos varias veces.

En la actualidad pertenece a Anchorage Capital, una empresa neoyorquina de capital riesgo que es calificada por algunos como “fondo buitre” y que no ha dudado en declararla en bancarrota para librarse de deudas de hasta 3.300 millones de euros en 2010. Y aunque bajo la supervisión del ejecutivo jefe de Anchorage, Kevin Ulrich, la empresa ha ido saliendo adelante con tratos como un intercambio millonario de James Bond por Spider-Man en 1999, Anchorage estaba a sometida a fuertes presiones por parte de sus accionistas para abandonar MGM, a la que se consideraba “un capricho hollywoodiense” de Ulrich.

“MGM lleva décadas dando tumbos”, resume Rodríguez Prieto. “El fondo estaba más interesado en vender su IP (propiedades intelectuales) que en desarrollar un estudio; anunciaban remakes que nunca se terminaban de hacer, como El Caso de Thomas Crown o hacían algunos desastrosos, como con RoboCop

Las negociaciones entre Amazon y MGM comenzaron en marzo de 2020, en pleno brote de la pandemia, aunque no hubo intentos formales de adquisición hasta febrero de 2021, con Disney y Apple pujando también por la productora.