El Ejecutivo cumple con los vetos a Rusia procedentes desde Bruselas. La Capitanía Marítima de Tarragona, de la Dirección General de la Marina Mercante, que depende del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, ha prohibido la entrada al Port de Tarragona al buque Maersk Magellan, con bandera de Singapur, por transportar hidrocarburos procedentes de un buque ruso.

El trasvase de combustibles en aguas internacionales resulta una práctica habitual que utilizan desde Rusia para sortear los vetos y las sanciones impuestas por Europa. La carga, procede del buque ruso de nombre Nobel que, aunque actualmente navegue bajo la bandera de Camerún, antes del 1 de julio de 2022 cuando entraron en vigor parte de las sanciones, los colores que figuraban en un insignia eran los de Rusia.

La prohibición de acceder al puerto, se enmarca dentro de la normativa europea por la cual se prohíbe dar acceso a territorios de la Unión Europea a cualquier buque proveniente de Rusia después del 16 de abril de 2022, así como aquellos que hayan cambiado de bandera después del 24 de febrero.

Así pues, este viernes se le ha denegado el acceso al puerto por haber incumplido la normativa europea que prohíbe "la participación consciente y deliberada en actividades cuyo objeto o efecto sea eludir las prohibiciones establecidas por la Unión Europea tras la invasión de Ucrania por parte de Rusia".

Este jueves cuando dicho barco pidió el atraque en el puerto de Tarragona, la Capitanía tuvo conocimiento de que este buque había realizado una operación de trasbordo de gasoil desde el buque Nobel a través de un tercero, llamado Elephant.

La ‘gasolinera rusa’ del Estrecho

La estratégica posición geográfica de España ha sido una constante a lo largo de toda su historia. Ceuta, como vigilante de las aguas mediterráneas en el Estrecho ya ve pasar hasta el 20% de las exportaciones de crudo ruso. La ruta comercial que ha establecido Rusia para escapar de las sanciones pasa inevitablemente entre las columnas de Hércules. El gobierno de Vladimir Putin ha puesto el foco en China e India como bote salvavidas de su economía.

La estrategia rusa, pasa por enviar pequeños buques cargados de crudo con dirección a China e India, no sin antes realizar una parada en las inmediaciones de Ceuta. La razón es simple, dichos pequeños cargueros esperan en las inmediaciones de la ciudad a trasvasar su carga hacia buques más grandes y con más capacidad disponible.

De esta forma, Rusia esquiva las sanciones europeas, al intercambiar el crudo en aguas internacionales, fuera de toda jurisdicción nacional. La relevancia de este punto de intercambio toma una nueva consideración: China e India han representado hasta el 88% de las ventas totales de crudo procedentes de Rusia y las costas al sur de la península se configuran como un enclave perfecto en términos económicos y logísticos.

Apenas 10 días de navegación separan el Báltico de las aguas internacionales cercanas a la ciudad autónoma. Además, la tranquilidad del mediterráneo facilita mucho la labor de trasvase. No obstante, otra de las ventajas de este punto geográfico es la cercanía con el Canal de Suez, punto de acceso directo a India y China.

El truco para sortear las sanciones radica en permanecer en aguas internacionales. Las transferencias entre cargueros resultan legítimas y no violan ni las leyes internacionales ni las sanciones impuestas desde Bruselas. Desde el territorio de ultramar, los buques controlados por Moscú evitan pagar por los servicios portuarios y la supervisión oficial.