El pasado día 12 de septiembre, el presidente del gobierno presentó, en el marco de un encuentro con las organizaciones empresariales, el documento “ResilientEU 2030”, un documento de reflexión que, en el marco de la presidencia española del Consejo de la Unión Europea, ofrece una serie de reflexiones y recomendaciones sobre el futuro de la autonomía estratégica abierta de la Unión. El documento está escrito desde la Oficina Española de Prospectiva y Estrategia, en colaboración con centros de estudio y expertos provenientes de toda la Unión Europea.

El objetivo del documento es ofrecer líneas de actuación política para asegurar que la Unión Europea responde adecuadamente a las nuevas circunstancias geopolíticas generadas por la fragmentación de la globalización, la crisis climática, la competencia tecnológica y la fractura del orden de la seguridad global provocado por la guerra de Ucrania. El informe apunta a las vulnerabilidades de la Unión, en términos de dependencia energética, tecnológica y de materias primas, e indica las líneas sobre las cuales una actuación decidida de los liderazgos europeos podría mejorar el posicionamiento estratégico de la Unión.

La primera parte de estas líneas es la que ofrece un marco más protector para la economía europea. La Unión se ha caracterizado por su apertura internacional en términos de comercio e inversiones, y esto ha generado algunas disfunciones que deben ser adecuadamente tratadas. Así, el informe recomienda reforzar el seguimiento de la Unión frente a la propiedad extranjera de infraestructuras y activos considerados críticos para el desarrollo energético, industrial o tecnológico de la Unión. Es un aspecto determinante ahora que estamos debatiendo sobre la compra de Telefónica por parte de la saudí STC. También plantea esta parte la necesidad de elaborar planes de contingencia en el caso en el que la Unión se enfrente ante una crisis de suministros considerados esenciales.

La segunda parte de recomendaciones avanza hacia la posición global de la Unión. Reconociendo el vínculo entre la autonomía estratégica y la transición energética en marcha, el documento invita a una profundización en los marcos y políticas de la economía circular y el aprovechamiento sostenible de los recursos naturales. Según los autores, un mejor funcionamiento de la economía circular en la Unión podría mitigar nuestra dependencia de recursos estratégicos. También apunta a mejorar la eficiencia en el uso de dichos recursos, consiguiendo mayor bienestar por unidad de recurso natural consumido.

Finalmente, el documento apunta a una proyección internacional de esta autonomía estratégica, con un nuevo equilibrio en las relaciones económicas y comerciales con China, y el refuerzo del marco de gobernanza económica multilateral, en la reafirmación de un régimen global basado en reglas.

El documento, que es bastante breve -unas 60 páginas de reflexión y varias decenas más de notas y referencias- no podría llegar en mejor momento. Desde el inicio de la guerra de Ucrania hemos visto cómo el régimen global se erosionaba gravemente y la Unión Europea se encontraba en una situación de desventaja frente a la asertividad china y la decidida respuesta norteamericana, mientras que a la Unión Europea le costaba encontrar puntos de encuentro lo suficientemente amplios como para mover a los 27 al unísono. Europa sigue sin contar, pese a los esfuerzos de Josep Borrell, vicepresidente de la Comisión y jefe de la diplomacia europea, con una verdadera unidad de acción en el escenario global. Los avances desarrollados en términos de la política exterior común desde su nacimiento en los años noventa han sido reseñables pero todavía estamos lejos de tener un marco lo suficientemente sólido de actuación. Este documento, junto con otros que se han venido elaborando en los últimos años, puede ser un buen empujón a una reflexión que está, todavía, por terminar de cuajar.

En su libro the New Map, escrito en 2021, pocos meses antes de la invasión rusa en Ucrania, Yergin propone un marco interpretativo de la geopolítica de la transición energética, donde los países productores, los países dependientes, y las potencias emergentes, configuran una nueva dinámica que avanza desde la dependencia del petróleo -todavía profundamente asentada en nuestro modelo productivo- hasta la dependencia tecnológica, industrial y de materias primas. La reciente denuncia de la presidenta de la Comisión Europea, Von Der Leyen, sobre el dumping de precio de los productores chinos de automóviles eléctricos, es sólo el primer aviso de cómo una mala aproximación a la transición ecológica puede incrementar, y no disminuir, la fragilidad europea. El hecho de que la gran mayoría de los paneles solares se desarrolle en fábricas chinas es otra señal de alerta que deberíamos tener en cuenta. La geopolítica de la transición ecológica recién acaba de comenzar.