Los tiempos previos a la llegada de la pandemia de la Covid-19 parecen muy lejanos. Han pasado ya varios años desde que la enfermedad golpeó al planeta y la nueva normalidad ya está más que instalada, con todo lo que ello significa. Lo planes de terraza o comida más allá del hogar asequibles parecen un oasis cada vez más borroso y el ocio se ha convertido en un lujo para muchas familias. Los precios nunca volvieron ni volverán a ser los mismos y con esa tesitura la pregunta es en qué gastamos ahora nuestro dinero.

Primero fue la pandemia, luego la guerra de Ucrania, pasando por la sequía y llegando a la típica inflación. El caso es que los empresarios siempre encuentran una excusa para justificar que tomarse una cerveza ya es imposible por menos de dos euros en la mayoría de los sitios, por no decir tres en las grandes ciudades. Si la inflación sube, el precio hace lo propio. Si la inflación baja, con suerte la tapa es más generosa. Del tabaco ya ni hablemos, que sin siquiera unas tristes patatas ha multiplicado los precios en los últimos años.

El consumo de alcohol y tabaco no es recomendable en ninguno de los casos ni mucho menos su fomento, sobra decirlo, pero obviar que España es un país donde ambos productos, sino uno otro (o los dos), son consumidos por la ciudadanía de forma más o menos regular es una necedad. Dicho esto, las preguntas ahora son cuánto destinamos anualmente los españoles a estas dos variables y qué diferencia existe en comparación con los tiempos previos a la Covid. El Instituto Nacional de Estadística (INE) tiene la respuesta y la ha dado a conocer esta semana.

Como todo en la vida, el consumo de alcohol y tabaco está determinado por una larga lista de factores socioeconómicos que condicionan a los ciudadanos, principalmente afectados por su nivel de ingresos, sus espacios sociales, su educación y los riesgos psicosociales que afrontan diariamente. En consecuencia, para conocer cuánto gastamos en estos productos y cómo han evolucionado los desembolsos, es necesario descomponer la sociedad en estratos atendiendo a la variable más importante y que determina el resto: ingresos mensuales.

¿Gastan más en tabaco y alcohol los pobres o los ricos?

El gasto destinado a alcohol y tabaco se ha reducido casi de forma generalizada entre toda la población. La respuesta a la pregunta que encabeza este apartado no tiene mucho misterio, dado que los ricos casi siempre gastan más que los pobres en todo, pero existen excepciones. Asimismo, lo interesante resulta conocer cuánto porcentaje de ingresos destina cada estrato a estos productos y como ha evolucionado este gasto, poniendo el foco en los más pobres (menos de 499 euros de ingresos mensuales) y los más ricos (más de 5.000).

Las líneas con las que comenzaba esta sección, relativas a la bajada generalizada, son fácilmente comprobables con un vistazo rápido a los datos. El INE diferencia ocho subgrupos por razón de ingresos mensuales y en todos, a excepción de uno, se ha reducido el gasto en alcohol y tabaco en comparación con 2019. Además, en el que ha ascendido lo ha hecho en solo dos euros, lo que evidencia que, si bien el gasto es mínimamente mayor, el consumo de estos productos también se ha reducido, dado que sus precios han aumentado mucho más desde el último año antes de la Covid.

Son precisamente las personas que ingresan menos de 500 euros al mes, que representan un 1,13% de la población, las que han elevado dos euros su gasto en alcohol y trabajo. Este estrato, el más castigado de la sociedad por su extrema exclusión social y su falta de recursos, gastaba en 2019 una media de 199 euros, cuantía que ha ascendido a los 201,6 euros en 2023 y representa un 2,26% del total de su gasto.  

No obstante, no es el grupo que más gasta. Aquellos que ingresan entre 2.500 y 2.999 euros limpios al mes, con la medalla de plata, destinan a tabaco 204 euros, un 1,59% del total de su gasto y siete euros menos que en 2019. El primer escalón del pódium en alcohol y tabaco es para los que ingresan entre 2.000 y 2.499 euros, que gastan al año 206,3 euros, un 1,62% de su desembolso total y nueve euros menos que hace cinco años.

En sentido contrario, los que menos gastan son otro estrato social que vive por debajo de los umbrales de la pobreza. Aquellos que ingresan entre 500 y 999 euros al mes destinan 142,1 euros al año a tabaco, un 1,36% de su gasto y doce euros menos que en 2019. Los siguientes que menos gastan son el siguiente escalón, también con unos ingresos pírricos de entre 1.000 y 1.499 euros, que destinan 171,20 euros anuales (1,53%), 27 euros menos que hace cinco años.

El estrato sucesivo, entre 1.500 y 1.999 euros, gasta 188,97 euros y con 25 euros menos que antes de la pandemia es el tercero por la cola. En mitad de la tabla se encuentran los más ricos, aquellos que ingresan 5.000 euros o más, que destinan 190,25 euros a alcohol y tabaco, cuantía que supone el 1% de su gasto anual y se ha reducido en 46 euros desde 2019. Por último, los que cobran entre 3.000 y 4.999 euros mensuales se dejan en tabaco y alcohol 198 euros al año, 18 euros menos que antes de la pandemia.