Los fondos de inversión siguen a la cola en captación de dinero frente a los depósitos y cuentas corrientes bancarias. El ahorrador huye del riesgo y aunque no perciba ni un solo euro por su ahorro en el banco, le cuesta dar el paso hacia los instrumentos de ahorro colectivo pese a existir una amplísima gama con diferentes tipos de riesgo. Desde la Bolsa hasta productos monetarios más tranquilos pasando por la renta fija y los fondos mixtos.

El depósito bancario hoy por hoy no le interesa a nadie. Ni a los ahorradores que no ganan nada con su dinero (afortunadamente, de momento, la inflación no es problema para perder poder adquisitivo) ni a los bancos que tienen penalizados sus depósitos en el Banco Central Europeo. Una parte de ese dinero está retribuido a tipos negativos y además, la marcha de la economía no facilita a las entidades financieras convertir el dinero en créditos con los que ganar dinero.

Las cifras son contundentes entre los más de 900.000 millones de euros que las familias tienen ahorradas en cuentas corrientes y depósitos bancarios y los 360.000 millones de euros que conforman el patrimonio de los fondos en España. Tal vez, lo lógico sería que estas cifras estuvieran invertidas pero el complicado momento de las Bolsas y unos tipos de interés muy bajos mantienen este status quo junto a esa aversión al riesgo. Y es que los fondos también son muy líquidos y es posible recuperar el dinero en 24 ó 48 horas si hay que atender a un gasto imprevisto.

La banca en este mes de julio ya ha movido ficha para atraer a los fondos a esos ahorradores más conservadores con la fórmula de los fondos que ofrecen rentas periódicas a sus clientes. Unas rentas que se suelen cobrar de forma trimestral, semestral o anual, dependiendo de la característica de cada instrumento.

Obtener estas rentas es complicado en el momento actual, por lo que hay que asegurarse de seleccionar fondos de reparto que tenga un buen historial en la gestión. Normalmente, combinan renta fija con renta variable y si su gestión es acertada se pueden permitir ese reparto anunciado. Existen dos claras modalidades:

En primer lugar, están los fondos que distribuyen el importe obtenido por los dividendos que perciben de las compañías en las que invierten, o los intereses de los activos de renta fija en los que invierten. Con todo su patrimonio pueden, incluso, saber al comienzo del año cuánto van a percibir por intereses o dividendos.

Además, existen otros fondos que se comprometen a pagar una cantidad fija y si los dividendos de las acciones o los cupones de los bonos no son suficientes, venden parte del patrimonio para cumplir con lo prometido.

Actualmente, la rentabilidad que ofrecen los fondos de renta periódica en renta fija se sitúa entre el 1 y el 1,5% anual, mientras que en los de Bolsa se pueden encontrar fondos de este tipo con compromiso de pago de un 4%, que respondería a lo que ellos perciben por los dividendos de las acciones en las que invierten. Con ello, el ahorrador más conservador –conociendo la modalidad del fondo de rentas en el que invierta- volverá a percibir al menos anualmente un dinero al que estaba acostumbrado hace años con sus depósitos. Luego, al final de año, se irá viendo la evolución del fondo de acuerdo a cómo hayan evolucionado los activos en los que invierte. Algo que está al margen de la renta percibida. Como se ve, no dista mucho con la compra directa de un bono o una acción que periódicamente paga cupones o dividendos.

A diferencia de los fondos que no reparten e incrementan su patrimonio con los dividendos o los cupones, en los de renta hay que pagar en el año en el que estas se reciben. En los fondos de acumulación solo se pagan impuestos en el momento de venta de las participaciones.