El verano 2023 está siendo muy positivo para el sector turístico español. Sorteando las altas temperaturas y el aumento de los precios, los turistas continúan eligiendo España como uno de los destinos predilectos, para disfrute de todo un sector. Si bien la cifra total de turistas que revelan los datos recogidos hasta junio sigue siendo un poco inferior a la de 2019, cuando se alcanzaron máximos, el gasto de los que pisan territorio español es superior al último año previo a la pandemia de la Covid-19.

El empleo, empujado por el aumento de actividad, también está marcando buenas cifras. Los afiliados a la Seguridad Social vinculados a actividades turísticas aumentaron en julio un 3,9% respecto al mismo mes del año anterior para situarse en 2,8 millones, siendo el mejor julio de la serie histórica, según los datos de Turespaña. El empleo turístico supone ya un 13,4% del total de afiliados de la economía nacional. En relación con julio de 2019, cuando hubo 2.618.636 afiliados, el crecimiento es de un 7,2%.

El gasto de los turistas internacionales durante los seis primeros meses del año es un 14,3% superior al de 2019, a pesar de que el número de visitantes es un 1,6% inferior. La clave de esta fotografía, menos turistas que gastan más, es la resiliencia del sector turístico español. El turismo económico de sol y playa continúa siendo el principal reclamo, la apuesta e inversión en otras modalidades de turismo, de mayor calidad, ha posibilitado estos datos. 20 millones fueron los turistas que llegaron a España en julio y agosto de 2019, cifra que podría estar cerca de alcanzarse este curso.

Los carteles de completo cuelgan de los hoteles y realizar una reserva en un restaurante implica un arduo ejercicio de paciencia en las zonas más turísticas; sin embargo, los márgenes españoles aún podrían tensarse más. En junio, último mes del que existen datos disponibles, el número de turistas se situó en los 8,3 millones, muy por encima del verano pasado, pero un 5,8% menos en que en 2019.  Durante la primavera, los datos se quedaron muy cerca de alcanzar las cifras prepandemia y el aumento de viajeros reflejado en los aeropuertos empuja a confiar a un sector que podría volver a la senda de los récords.

Como viene siendo habitual, el turismo es otra de las múltiples variables en las que España se distancia de las medias europeas. Los estudios del mercado de viajes y big data en turismo realizados por ForwardKeys así lo evidencian, con unas previsiones casi diez puntos mejores que la media continental. Más dulce es la progresión para los competidores mediterráneos, que debido a su precio inferior esperan mejores progresiones, tal y como muestran las estimaciones de la empresa para Grecia, Portugal o Turquía.

El gasto total realizado por los turistas internacionales que visitan España en junio alcanzó los 10.606 millones de euros, lo que supone un aumento del 17,5% respecto al mismo mes de 2022 y se sitúa un 9,5% por encima de la del mismo mes de 2019. El gasto medio por turista es de 1.275 euros, con un incremento anual del 5,9%. Por su parte, el gasto medio diario crece un 7,9%, hasta los 188 euros. Datos que alegran a los propietarios de establecimientos, pero que encarece la vida en las zonas masificadas por el turismo. 

La población local sufre las consecuencias

Sin embargo, más allá del engrosamiento de las cuentas de las empresas dedicadas al turismo o beneficiarias del aumento de los visitantes, parte de la población local sufre las consecuencias de un modelo entregado a los turistas. Los pisos turísticos se acumulan, todos llenos, en las zonas más turísticas del país, donde encontrar un alquiles es una tarea casi imposible. Ni que decir asequible.

Vecinos de múltiples ciudades españolas sufren el encarecimiento de la vivienda, incentivado también por el turismo, o se ven en la calle tras la no renovación de un contrato de décadas que, a partir del siguiente mes, será semanal y para turistas. Ciudades españolas corren el riesgo de no poder acoger a sus trabajadores a cambio de poder albergar a más turistas.

Las terrazas invaden calles recalentadas y las sombrillas no dejan ver más allá del chiringuito. El refresco o la cerveza que preceden al tapeo, que deriva en tardeo, tan español también es cada vez más inaccesible para la población local. Desayunos y menús pensados para turistas alejan a los vecinos, que podrán recuperar su café y tostada a partir de septiembre.