Difícilmente podrán olvidar los inversores aquel 30 de noviembre de 2021. Hace apenas un año, la hija predilecta del IBEX 35 anunciaba sorpresivamente la salida de la cúpula de Inditex del que fuera el garante de su modelo de negocio durante los últimos 17 años, Pablo Isla. Una noticia que, sin duda, pilló a contrapié a unos inquietos mercados que hace un año daban la bienvenida a su nueva presidenta, Marta Ortega, con una caída en bolsa de un 6%.

Así pues, el gigante textil encumbraba a la presidencia del grupo a la hija del fundador y accionista mayoritario de Inditex, Amancio Ortega. Aunque los mercados tienden a reaccionar de forma negativa ante la incertidumbre, el nombramiento de Marta Ortega difícilmente podría tildarse de sorpresiva. Tras 15 años trabajando en las entretelas de la compañía, la hija del fundador fue llamada a tomar las riendas del negocio familiar.

Primer golpe: la 'guerra' de sucesión

No obstante, la acogida de los mercados e inversores a la nueva presidenta de la compañía fue cuanto menos fría. No solo por el desplome en bolsa de la firma tras el anuncio, sino por el modo en el que Ortega ocupaba la silla de su padre. Ante una esperable transición tutelada por el propio Isla y con la figura de Carlos Crespo, por entonces consejero delegado de Inditex, como baluarte del modelo negocio de la compañía, el nombramiento de la nueva presidenta llevó aparejado la salida del propio Isla, así como la elección de un nuevo director general, Óscar García Maceiras, relegando de esta forma a Crespo que dejará la compañía antes 2023.

De esta forma, Marta Ortega sorprendía tomando el liderazgo presidiendo de los 'hombres fuertes' de su padre. Con una nueva presidenta entronada, cuya gestión no se haría efectiva hasta el pasado abril, la compañía encaraba una etapa plagada de desafíos. Con el auge del comercio online, que alcanzó sus máximas cotas durante el confinamiento, el mercado tradicional se ha visto obligado a reinventarse y a competir cada vez más en un entrono más globalizado y competitivo, haciendo frente a grandes marcas low cost como principales competidores.

Segundo golpe: sanciones a Rusia

Un mercado en pleno proceso de reinvención al que poco después se uniría la complicada situación económica derivada de la guerra de Ucrania y de las posteriores sanciones a Rusia. Una situación que conllevó la caída, durante el pasado abril -pocos días después de que Ortega asumiera de forma efectiva la presidencia-, de Inditex como la ‘niña bonita’ del selectivo español. La firma fue desbancada como la empresa más valiosa del IBEX 35 tras anotar un hundimiento superior al 38%, una pérdida de más de 30.000 millones de euros que devolvían a Inditex a valores en bolsa similares a los registrados durante la primera ola del coronavirus.

Así pues, el mercado y la situación geopolítica no auguraban un sillón presidencial cómodo para una recién estrenada Marta Ortega. La transición aún no se había hecho efectiva cuando el 24 de febrero, Vladímir Putin decidía lanzarse a la conquista de Ucrania. Un conflicto bélico aún en curso que ha conllevado numerosas sanciones a la antigua potencia soviética. De esta forma, el grupo, siguiendo la estela de otras multinacionales como Ikea o Apple, se vio obligado a cerrar las 502 tiendas de la firma en dicho país; a pesar de ser un mercado clave para la compañía.

En dicho movimiento, la propietaria de Zara se jugaba hasta un 10% de su volumen de negocio o resultado neto de exportación (EBIT). Ambas potencias, Rusia y Ucrania suponen importantes nichos de mercado para la firma. En concreto, un 8,5% en el primero y un 1,5% en el segundo, donde, a consecuencia de la guerra, los comercios también han bajado la persiana.

Para paliar ese duro revés, la compañía reticentemente anunciaba el pasado septiembre, con una Ortega ya asentada al frente de la compañía, la venta del negocio en Rusia al grupo emiratí Daher, confirmando la salida definitiva de Inditex del mercado ruso, excepto por una salvedad; el grupo deja la puerta abierta a volver al país en formato de franquicia.

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Tercer golpe: huelgas y protestas

Pero los problemas para la directiva de Ortega no se circunscriben únicamente al ámbito internacional. Con el movimiento de Inditex en el mercado ruso, la compañía parece haber desatendido las demandas de sus trabajadores en España.

La elevada inflación y el estancamiento de los salarios han echado a las calles de Madrid y A Coruña a parte de sus dependientes que, con el respaldo sindical de ICG y CGT, han convocado huelgas y manifestaciones para exigir una equiparación salarial con el personal de almacenaje o logística.

No obstante, la compañía de Marta Ortega ha conseguido salvar la situación firmando un acuerdo con CCOO y UGT para recuperar los incentivos vinculados a las ventas para todos los dependientes de España, un complemento salarial que quedó suprimido con la pandemia.

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Sin embargo, no todas las noticias son malas para la nueva directiva. A pesar de los retos y la complicada situación económica a la que ha hecho frente el grupo desde que Marta Ortega asumió la presidencia hace un año, los expertos auguran una mejora en los resultados, no obstante, habrá que esperar hasta el próximo 14 de diciembre para confirmar dichas predicciones.