La muerte de Emilio Ybarra pone punto y final a uno de los entramados más oscuros del sector financiero de nuestro país: el ascenso de Francisco González al frente de la entidad bancaria.

El que fuera presidente del BBVA entre 1990 y 2001 ha cerrado sus ojos a los 82 años, tras sufrir un derrame cerebral. A su tumba se lleva uno de los secretos mejor guardados de la historia económica de España: ¿fue una pieza a derribar por el aznarismo para hacerse con el control de empresas estratégicas del país?

Diez años después de la fusión entre el Bilbao y el Vizcaya (1989) - BBV- la banca española se reinventó por completo. Se abrió al mundo. El primero en hacerlo y sentando precedente, fue el Banco Santander. Emilió Botín selló en 1998 una alianza con el Central Hispano. Un año más tarde, y para contrarrestar el efecto del pionero, BBV y Argentaria, entidad pública al frente de la cual se situaba Francisco González y que terminó por privatizar el Partido Popular, se daban el ‘sí,quiero’.

En este misma etapa, el Partido Socialista de Felipe González, malherido por la precaria situación económica y el escándalo de los GAL, fue derrotado en unas elecciones frente al Partido Popular de José María Aznar, que nunca vio con buenos ojos la gestión de los vascos al frente de la entidad. Pero, ¿por qué?

Los coqueteos entre BBV y los ministros socialistas, especialmente con Carlos Solchaga, ministro de Industria y Economía durante la presidencia de González, fueron la clave del odio para la derecha de este país.

Solchaga había iniciado su carrera profesional en el BBV, donde conoció a Pedro Toledo, presidente del Vizcaya y artífice de la frase: “La banca debe estar con el Gobierno”. En esta década, los 80, el BBV logró sentar en su Consejo a un militante del PSOE, José Aureliano Recio, tejedor de la fusión entre ambas entidades. Sin embargo, la muerte de Toledo en 1989 destapó una lucha entre los clanes vascos hasta que ‘la familia de Neguri’ - dinastía empresarial ubicada a la derecha de la ría del Nervión- se impuso en la descarnada disputa por el control del accionariado.

Un año después, Mariano Rubio, gobernador del Banco de España, empujaba a Emilio Ybarra a los brazos de la Ejecutiva del BBV. Él debía ser el hombre encargado de dirigir la fusión del BBV con Argentaria.

La llegada de Francisco González a la vida de Ybarra

Cuando en octubre de 1996 el candidato a la presidencia José María Aznar, conoció a Francisco González en una cena organizada por el empresario Manuel Pizarro, nadie sospechaba que lo suyo sería un flechazo -profesional- a primera vista. Sin embargo, el interlocutor que sirvió de nexo para tan estrecha relación no fue nada menos que el entonces ministro de Economía Rodrigo Rato, que alabó con creces la gestión de su amigo al frente del Banco Argentaria.

Mientras FG escalaba posiciones dentro de la exclusiva jet set española, Emilio Ybarra encontraba su camino al margen del nuevo ejecutivo: el presidente del BBV inició en los 90 una temerosa apuesta con Canal Plus y posteriormente por Canal Satélite Digital, liderada por Sogecable y el Grupo Prisa, los pilares del felipismo, Mientras, Aznar se deshacía en halagos a Emilio Botín, con un pie en la Moncloa.

En 1998, el año en el que el PP se impuso en unos comicios que marcaron el punto de inflexión del bipartidismo en este país, Ybarra mantuvo una reunión informal con Joaquín Almunia, entonces ex-ministro de Administraciones Públicas del Gobierno socialista, en la sede del banco. Esta fue su sentencia al ostracismo profesional. Ybarra seguía significándose con la oposición de este país.

La fusión del destierro

La marca BBVA (BBV-Argentaria) nacía en el año 2000 y completaba su fusión en la Torre Azca de Madrid en el 2001. Era inicio de milenio, concretamente el mes de enero cuando Francisco González, puso en conocimiento del gobernador del Banco de España, Jaime Caruana, la existencia de unas cuentas secretas del BBV afincadas en un paraíso fiscal de la Isla de Jersey, Liechestein y las Islas Caimán, donde supuestamente el banco había estado comprando acciones desde 1987 para la autocartera y almacenaba activos para las pensiones de sus ejecutivos. Todo para compensar la pérdida de retribuciones de los consejeros del BBV tras la fusión.

Pese a que los fondos fueron regularizados voluntariamente mediante su contabilización en la cuenta de pérdidas y ganancias y se satisfizo el impuesto sobre sociedades, en octubre de ese mismo año Caruana informaba al ministro Rato de estos hechos. Una filtración a los medios golpeó la reputación del banco y acabó con la carrera de Ybarra.

El 18 de diciembre, el presidente del BBV, desprestigiado por la publicación de 21 fondos suscritos a su nombre -el caso Alico- abandonaba su cargo de forma precipitada. Le siguió Pedro Luis Uriarte, vicepresidente de la entidad y consejero delegado de la misma.

Francisco González, presidente de la menor de las entidades firmantes del acuerdo, Argentaria, se hizo con el control absoluto del grupo. La jugada maestra situaba al íntimo amigo de Rodrigo Rato y aliado del presidente Aznar al frente de uno de los bancos más poderosos de España. Tres meses más tarde comenzaron las purgas en la sede de Azca.

Tan sólo quedó un vasco en el Consejo del grupo: José Ignacio Goirrigolzarri, nuevo consejero delegado y la nota euskaldún de cortesía. La aznarización del BBVA no fue vista con buenos ojos por las familias Neguri, expulsadas del banco, y los nacionalistas vascos, que fueron expuestos públicamente a la humillación mediática.

Proceso judicial

En el año 2002, la CNMV se sumaba al proceso y expedientó al BBVA por una posible infracción de la Ley del Mercado de Valores. La cúpula del BBV se sentó en el banquillo aunque finalmente en el año 2007, Ybarra, Pedro Luis Uriarte, y otros directivos de la entidad fueron absueltos y no pasaron por la cárcel por este caso en concreto. En 2010, la Audiencia Nacional anuló la sanción de tres millones de euros impuesta a Ybarra por el banco de España y la CNMV por un presunto delito de falseamiento de cuentas.

Apestado de la banca, Ybarra vivió con el peso de haber catapultado hacia lo más alto y después verse sumergido en lo más profundo de la historia económica española. Él fue el punto y final de seis generaciones de banqueros y comerciantes vascos, hoy de luto, que esperan que, al igual que hizo Ybarra, Francisco González se enfrente a la justicia tras las nuevas filtraciones que relacionan una serie de escuchas ilegales y servicios de espionajes encargados supuestamente por el BBVA y bajo su dirección al ex-comisario Villarejo.