Aún faltan por concretarse los pactos post electorales, pero todo apunta que la alcaldía de Madrid volverá a manos del centro derecha después de los cuatro años en los que ha estado al frente Manuela Carmena.

Según recientes estadísticas del mes de febrero, la vivienda en Madrid se encuentra por término medio solo un 6,5% por debajo de los máximos históricos alcanzados en 2007 que terminaron en fuerte caída de los precios. Algo nunca visto por estos lares donde la vivienda era garantía de mantenimiento de la inversión, de subida, pero nunca de caída de los precios. Habrá que empezar a acostumbrarse a que es un activo inversor más con fluctuaciones a veces muy bruscas, como ocurre con las Bolsas.

En algunos distritos de la zona centro de Madrid ya se han superado, incluso, esos precios máximos que también se han visto reflejados en un incremento muy sustancial en el coste de los alquileres que llegaron a niveles prohibitivos desde 2017.

Las importantes subidas de Chamberí y Centro, superándose en ambos casos el 10% de alza durante 2018, ha tenido su contagio en barrios periféricos como como Ciudad Lineal, Villaverde o Vicálvaro con incrementos que superaron en este periodo el 25%. Bien es cierto que estos últimos venían de castigos muy fuertes en sus precios y con escasa mejoría en los años posteriores.

Pero el gobierno municipal de Manuela Carmena, pese a tan importantes alzas, ha servido de contención para una mayor burbuja en el mercado inmobiliario madrileño. Su particular batalla contra los pisos turísticos, la amenazas desde la izquierda a los inmuebles vacíos y el escaso entusiasmo hacia los fondos buitres que fueron clientes del Ayuntamiento cuando estaba en manos de Ana Botella, han servido de contención a muchos posibles compradores.

La vivienda como inversión en Madrid y otras grandes capitales así como en puntos concretos de la Costa es una de las preferencias del dinero. Esto se justifica no solo en la tradición hispana de tener una vivienda en propiedad (el 78% de los españoles la tiene) sino también en la situación de tipos cero y los desengaños del mercado de acciones, sobre todo en 2018.

La vivienda para su posterior alquiler alcanza rentabilidades en capitales como Madrid superiores al 4% a lo que habría que añadir la apreciación del inmuebles que, como hemos visto antes, es bastante sustancial, de momento. El dinero quiere esa rentabilidad y esa seguridad frente al cero por ciento que ofrecen los depósitos bancarios y el riesgo implícito al mercado de acciones por mucho que les digan que en el medio y largo plazo siempre se acaba ganando dinero.

A este interés inversor se suma la llegada de muchos latinoamericanos que buscan en Madrid refugio a los conflictos de sus países y que cuentan con un elevado poder adquisitivo en sociedades de ricos y pobres, y escasa clase media. Estos han encontrado acomodo en los barrios céntricos de la capital, en especial el Barrio de Salamanca, Chamberí y Chamartín.

En el horizonte está siempre la famosa Operación Chamartín que tropieza con numerosos escollos tanto legales como políticos. Su puesta en marcha definitivamente podría tener un efecto amortiguador con la entrada de un importante paquete de viviendas. Pero eso todavía es medio y largo plazo.

Sin el temor a una regulación de la vivienda vacía y del alquiler, sin el control de los pisos turísticos con más trabajo, pero con rentabilidades estratosféricas, unos pocos años de bonanza económica nos pueden devolver otro boom inmobiliario perjudicial que nos lleve a un nuevo estallido de la burbuja y a otra crisis. Los bancos, pese a las advertencias y a la experiencia pasada están dispuestos a poner el dinero para financiar otro estallido de precios: no tienen muchos mejores negocios que hacer y además el dinero es gratis.