Una de las máximas del periodismo clásico es que noticia no es que un perro muerda a un hombre, sino que un hombre muerda a un perro. De este modo las grandes tragedias cotidianas han dejado de ser noticia solo por el hecho de ser habituales. A esto hay que unir otro viejo principio derivado del poder de los medios que dice que “ solo existe realmente lo que aparece en ellos “. De esta manera, hemos creado un mundo virtual donde la injusticia, el hambre, la miseria y el dolor de casi la mitad de la población, todo eso que constituye lo corriente, ya no son hechos noticiables.

El aumento progresivo y diario, de los migrantes que son rescatados en el Mediterráneo y los que llegan a nuestras costas en embarcaciones, especialmente al arco Sur ( Almería, Granada, Málaga, Cádiz y Hueva ), ha ocupado portadas de periódicos, la apertura de los informativos, así como su inclusión como tema de debate en distintas tertulias políticas, además de reportajes monográficos en algún programa de actualidad informativa. El cuerpo de Aylan Kurdi, el niño sirio cuya fotografía se convirtió en símbolo de la crisis de los refugiados, que fue hallado sin vida en las costas turcas en la mañana de un trágico 2 septiembre de 2015, o las imágenes con las que la ONG ‘ Proactiva Open Arms ‘ denunciaba el pasado 18 julio a los guardacostas libios  que dejaron morir a una mujer y a un niño de corta edad, tras hundir la embarcación en la intentaban cruzar el Mediterráneo para llegar a Europa y negarse a ser rescatados para ser devueltos a Libia. Así como las instantáneas de cientos de pateras llegando a nuestras costas o de inmigrantes que son recluidos en los Centros de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI), nos golpean cada día nuestras conciencias porque se salen de la “ nada cotidiana “ en la que vivimos. Pero la cuestión es saber por qué solo se nos informa de esta realidad y no de otras, ya que lo que es obvio es que las noticias que recibimos no solo nos influyen en la percepción que tenemos, sino que además condicionan nuestra forma de entender el mundo.

Decía el cantante Bono, en su prólogo al libro del economista J. Sachs, ‘ El fin de la pobreza ‘, que lamenta que ningún informativo dé la noticia de que “ hoy han muerto innecesariamente 15.000 personas de sida, tuberculosis o malaria “, y “ 50.000 más de hambre evitable. En contraste con eso, se nos da enorme relieve a unas pocas muertes por accidentes u otras causas. Que se merecen ese relieve, pero no el agravio comparativo con las otras muertes ”.

Desinformación sobre las tres cuartas partes de la humanidad

El grado de información, a pesar del importante papel que tienen los medios de comunicación, es ínfimo o inexistente. Informarse sobre ellos no es fácil, requiere esfuerzo y voluntad de hacerlo. Porque a menudo la realidad de estos países nos es silenciada y solo cuando hay una emergencia mediática se nos bombardea de imágenes y crónicas “ desde el infierno “ con un despliegue de medios que, sin embargo,  no nos ayuda a comprender lo que está pasando. Es una responsabilidad de todos el acercarse más a la realidad de estos países para conocer su situación y el cómo han llegado a ella. Solo a partir de ahí, con conocimiento de causa, podremos asentar las bases para revertir su situación en origen. La solidaridad empieza por estar informados, por saber lo que ocurre en nuestro mundo y sus causas. Es necesario abrir la ventana informativa a una realidad tantas veces sufriente e intentar ampliar nuestra visión reducida y parcial.

Quizás ya estemos acostumbrados, pero resulta increíble que en un mundo globalizado, no nos informen sobre lo que ocurre en una parte mayoritaria del planeta. Aunque esta afirmación pueda resultar una herejía para el pensamiento dominante, es inadmisible que no estemos informados sobre la realidad que afecta a las tres cuartas partes de la humanidad.