El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, se ha puesto ya el traje de jefe de la inexistente República catalana. Lo ha hecho con un mensaje institucional que, como un acto espejo del rey Felipe VI, se ha ido atrasando durante el día para que también ocurriese a las 9 de la noche. Con una escenificación muy cuidada, sólo con la bandera catalana, Puigdemont ha elegido como marco el Palacio de la Generalitat, entrando en cámara a pie y dejando tras de sí una simbólica puerta abierta. Suelto, en espacios abiertos, alejado de la rigidez del monarca sentado en su despacho.

Algo que se ha reflejado en el discurso de Puigdemont, que ha aprendido de todos los errores que habría cometido Felipe VI. El presidente catalán ha llegado a usar el castellano durante parte de su intervención para dirigirse a “los ciudadanos españoles”, en un símbolo de la idea de diálogo con la que ha querido vertebrar su intervención.

Los reproches y las críticas se las ha guardado para el Gobierno de Mariano Rajoy y para Felipe VI. Al rey se ha dirigido en catalán, “un idioma que sé que entiende” para decirle: “Así no. Ayer decepcionó a mucha gente”. Puigdemont ha acusado al monarca de “hacer suyo el discurso y las políticas nefastas del Gobierno de Rajoy e ignora deliberadamente a los ciudadanos que han sufrido violencia”. “Ha perdido una oportunidad de usar el papel conciliador que le otorga la Constitución”, ha señalado el presidente catalán, apelando a la misma norma que su Govern se ha saltado y a la que este martes apelaba Felipe VI.

El discurso de Puigdemont ha buscado la fibra emocional, apelando a las “vivencias” experimentadas estos días, “que se quedarán marcadas en la memoria”. Ha alabado el “civismo y la paz” demostrada por el pueblo catalán y ha apelado a las “imágenes de hermanamiento” de estos días, con ciudadanos luciendo “banderas de España y de Europa”.

Un visualización que Puigdemont ha acompañado con un guiño que no tuvo Felipe VI. El rey no habló catalán, pero el president ha usado el castellano para poner en valor la “solidaridad y amistad” de “los ciudadanos españoles que han expresado su compromiso con las demandas” del pueblo catalán. Pero sin olvidar su objetivo a batir: “Las autoridades españoles deberían explicar mejor lo que sucede en Cataluña”.

Puigdemont incluso ha llegado a hablar de “errores” propios, aunque acompañados de “grandes aciertos”. Pero se ha centrado en los otros, los que quieren presentar el referéndum como “ilegítimo y criminal” y quienes quieren “que las cosas no nos vayan bien”.

Pero ha acompañado esos reproches con un mensaje de esperanza: “Todos estamos muy tranquilos y muy reconfortados. Lo que hemos hecho es lo que ya han hecho otros pueblos y lo harán en el futuro”. En la línea con el guiño utópico con el que ha cerrado su discurso: “Seremos capaces de hacer posible el sueño que nos propongamos”.