La Feria Internacional de Arte Contemporáneo, Arcomadrid, celebra su edición número 44 en las instalaciones de IFEMA, donde todo aquel que lo desee podrá asistir hasta este domingo 9 de marzo. Isabel Díaz Ayuso ha acudido este miércoles a la inauguración como presidenta de la Comunidad de Madrid y con la duda en el aire de si visitaría una de las obras que más ha trascendido en los últimos días, la dedicada a las 7.291 víctimas de las residencias madrileñas, que fallecieron durante la pandemia sin ser derivadas al hospital para recibir atención sanitaria.
No ha saltado la sorpresa en la apertura de puertas de ARCO. La baronesa del Partido Popular (PP) ha rehusado de realizar un gesto de acercamiento con los familiares de los fallecidos, de disculpa por todos los menosprecios emitidos que les ha dedicado en primera persona, considerando “mierdas” sus quejas, o a través de su equipo, con Miguel Ángel Rodríguez atacando a los que levantan la voz. La obra de Ramón Mateos, ‘7.291’, aguardaba a la mandataria autonómica, como el documental de Diego Galán que lleva el mismo nombre y ha inspirado la obra, pero no ha aparecido.
Tan solo una cortina de aluminio negro en la que el número 7.291 se ha impreso en blanco es lo que se habría encontrado Ayuso de dignarse a acercarse. "Este mecanismo de la cortina nos permite ir al otro lado y, de alguna manera, también lo vamos desgastando con el uso, como hacemos con la propia memoria, a fuerza de usarla, o de contarla, o de decirlo, pues se va desvaneciendo y lo vamos perdiendo", desgrana Mateos.

“Una obra que no va en contra de nadie en concreto” y que no pretende “juzgar qué era lo que se tenía que hacer”, explica el autor, sino que busca mantener vivas en la memoria a las miles de personas que murieron solas. "Me parecía que sería un poco raro como artista pasar por aquí sin recordar a gente que ha perdido la vida en unas situaciones muy dramáticas”, explica Mateos.
Así se lo habría trasladado también a la presidenta y a las otras personalidades presentes en la apertura de puertas, como el ministro de Cultura, Ernest Urtasun; el alcalde de la capital, José Luis Martínez-Almeida; el secretario de Estado de Cultura, Jordi Martí; y los reyes. "Si pasa Ayuso, yo estoy encantado de contárselo sin ningún problema. Es parte de la sociedad poner en cuestión esas decisiones que se han tomado. Es algo legítimo", reconoce al artista, que asegura que “en este caso no esperaba que levantase ampollas” con una cifra que, expresada sin contexto, no conoce tanta gente.
El arte como denuncia
El autor evita la polémica, aunque defiende que es precisamente IFEMA el “sitio ad hoc para hablar, recordar y poner en la memoria de todos” lo que sucedió. “Un momento importante para acordarnos de que estas cosas pasan y han pasado”, ahonda. "Hay quien tiene responsabilidad política y toman decisiones sobre nuestras vidas, y esas decisiones nos afectan”, reconoce. “En concreto, esas decisiones de la pandemia tuvieron consecuencias muy brutales y tristes”, prosigue, pero garantizando que “no está juzgando a nadie” sino “simplemente abordo algo que ocurrió".
La Galería Freijo, de la mano de la cual ha llegado la obra a ARCO, se ha expresado de forma más certera. “Ese número se ha convertido en un icono de muchas cosas: de lo que se nos quiere ocultar, también en un icono de las tristezas de lo que ha sucedido, de gente fallecida. A veces parece mentira que un número nos diga tanto", traslada la directora y propietaria de la galería, Angustias Freijo.
“Lo presentamos en esta feria cuando es en Madrid donde hay esta especie de censura […] Ayuso no creo que le guste el arte porque la clase política no es aficionada al arte, el último que tuvo interés fue Manuel Azaña y han pasado 100 años”, zanja la galerista, contrariada con la postura política con respecto al arte de la administración madrileña.