El Rayo Vallecano es mucho más que deporte. Es el equipo del barrio, del pueblo, por historia y tradición. A uno puede no gustarle el fútbol, pero no es indiferente a la franja, porque Vallekas -como los ciudadanos definen al distrito- no es fiera para domar. Porque el ambiente de un domingo de fútbol siempre es especial, pero aquí es, sencillamente, único.

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Los seguidores rayistas han librado muchas batallas contra el poder en general y en particular contra su presidente, Raúl Martín Presa, siempre en consonancia con la derecha y, por qué no decirlo, la extrema derecha, en rigurosa contradicción con lo que representa el club. Y no lo dice el redactor de estas líneas, sino las miles de gargantas que fin de semana sí y fin de semana también claman contra su máximo representante y hacen del campo un fortín, independientemente del resultado porque, cuando hay ilusión, el marcador es secundario.

Se avecina tormenta otra vez para los capitanes del Santa Inés. O eso al menos se presupone de las palabras de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, quien el pasado lunes dejaba entrever que el estadio podría irse del lugar que lo vio nacer, hace ya casi cien años, en la Avenida de la Albufera. “Estamos hablando con el club para buscar una nueva ubicación, porque cada vez es más insostenible que siga en Vallecas”, decía la responsable de Sol en declaraciones al Diario As.

La líder regional considera que el equipo “necesita un estadio adaptado a la realidad actual” y que desde la directiva ya les han comunicado que “han visto una serie de terrenos” y “en breve” entrarán en la negociación. “La idea es ceder terrenos y que ellos costeen el nuevo estadio”, explicaba la presidenta madrileña.

Recelo en la afición: “Lo que queremos es que arreglen de una vez el estadio que tenemos”

La idea ha despertado recelo en una afición que ya no se fía de las promesas de los dirigentes madrileños ni de los del club, y mucho menos en que estas puedan ser positivas para el devenir de un equipo que es religión en la región, en el conjunto del país y que, incluso, traspasa fronteras por su ideología y sus valores. Además, de unos años a acá está desplegando un juego de notoria calidad.

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De hecho, es la duración en Primera División y la posibilidad de que esta se alargue en el tiempo una de las razones que esgrimen desde la Comunidad para mover el estadio de Vallecas y hacer uno que esté, en boca de la presidenta,adaptado a la realidad”. Pero nada más lejos de esta, la hinchada no quiere eso.

ElPlural.com habla con Raúl, de la peña Los Desperdigaos. En el Estadio de Vallecas, expone a este medio, guarda algunos de sus mejores recuerdos -ascensos, salvaciones in extremis, semifinales de Copa del Rey- y es que más de 40 años dan para mucho. Él lo tiene claro: no van a ceder ni un palmo de terreno porque “el Rayo es de Vallecas y Vallecas es del Rayo”. Por eso se sorprende de que a alguien en la Comunidad “se le haya tan siquiera pasado por la cabeza” la propuesta mencionada, aún por definir.

El Rayo es de Vallecas y Vallecas es del Rayo

A este histórico aficionado le bastan pocos minutos para tumbar las justificaciones de Ayuso: “No hay posibilidad de decir que lo vamos a llevar a otro sitio porque va a ser mejor, porque cuando aquí no ha habido Metro, les ha importado un comino si la gente podía o no llegar al estadio (…) Hemos visto aquí al equipo en distintas divisiones y contra diferentes combinados y no ha pasado nada”.

Este fiel seguidor pone voz a los miles de rayistas que coinciden en que la situación del campo puede considerarse poco menos que insostenible, pero defienden que la solución no pasa por aquí: “Lo que queremos es que lo arreglen de una vez. Han tardado entre dos y tres años para una grada, mientras que la otra sigue en la misma situación: con huecos entre los azulejos, baños que se caen a pedazos, no hay mantenimiento, las vallas están oxidadas, los asientos están sucios, llenos de mugre…”.

En la misma línea, Raúl se hace eco de lo complicado que resulta llenar un estadio de fútbol: “A lo mejor en Primera tienes suerte, pero ya sabemos lo que pasa si bajas. Somos los que somos y no compensa tener un estadio pagado con dinero del contribuyente que puedes no llenar”.

La oposición se suma al rechazo: “Deben salir el scalextrix y la incineradora, no el campo”

La oposición se suma a las quejas vecinales y se revuelve contra las intenciones de la región. “Cosas que no deben salir de Vallecas: el estadio del Rayo Vallecano. Cosas que sí deben hacerlo el scalextric, la incineradora y el abandono de Ayuso y Almeida”, escribía Daniel Ayuso Miranda en alusión a dos de las luchas históricas del barrio.

En conversaciones con ElPlural.com, el activista vallecano explica que desde Más Madrid ya están “articulando propuestas” para que la Comunidad reconsidere la decisión.

El Santa Inés, otra vez al abordaje en aguas revueltas

La tradición vallecana, también en su equipo de fútbol, es históricamente de izquierdas. No así la deriva de su directiva contra la que la afición del Rayo ha luchado tantas y tantas cosas.

El club pertenece a ese elenco de equipos del mundo a los que podría sumarse el St Pauli alemán -aunque su postura frente a la situación entre Israel y Palestina ha generado controversia- o el Celtic de Glasgow escocés. En nuestro país, equipos como el Cádiz, el Athletic Club de Bilbao o el Deportivo de la Coruña son otros ejemplos que unen a la perfección fútbol y conciencia de clase.

Partiendo de la base, no es de extrañar que los desencuentros entre grada -sobre todo la del fondo sur, donde se asientan los Bukaneros- y palco sean una tónica habitual que se ha ido manteniendo en el tiempo y que se ha agravado desde el nombramiento de Presa en 2011.

En lo estrictamente deportivo, la venta de entradas a precios nada populares aún cuando el equipo regresaba a la categoría de oro del fútbol o el fichaje fallido de Roman Zozulia, jugador ucraniano que en 2014 se identificó con los sectores fascistas del golpe de estado de Ucrania, son solo algunos de los casos que han ido mermando la relación entre las partes.

En lo político, uno puede referirse a la invitación al palco a la portavoz de Vox en la Asamblea, Rocío Monasterio -por destacar un ejemplo concreto- o el cuestionamiento de las cifras oficiales de muertos durante el coronavirus por parte de José María Sardá, número dos del club, tras el fallecimiento del padre del presidente.

Y en lo económico, en 2021 futbolistas y personal del fútbol base criticaron la gestión del máximo responsable del club y accionista mayoritario. Unas quejas a las que se sumaron la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE) y la Plataforma ADRV, formada por peñas, grupos y aficionados constituidos en asociación, que exigen la dimisión de Presa. Un grito, el de “Presa, vete ya” que se repite en cada encuentro.

En aquellas protestas, los futbolistas señalaron que el club afrontó un expediente de regulación temporal de empleo (Erte) “pese a tener los recursos necesarios” y “sin haber querido llegar a un acuerdo”, por lo que perdieron el 15% de sus contratos, y lamentaron algunas de las actuaciones llevadas a cabo por el club en plena pandemia, al ir en contra de la seguridad.

Las reclamaciones llegaban desde el equipo femenino, cuando las jugadoras expresaron su disconformidad al considerar que las condiciones que tenían quedaban muy lejos de las exigencias de la Primera Iberdrola. En cifras, lamentaban que el 80% de la plantilla tenía un contrato ajustado al mínimo previsto por el convenio colectivo” con pagos de varias nóminas que llegaban tarde “en tiempo y forma”, incumpliendo así el artículo 30 del convenio colectivo.

Ahora Vallecas vuelve “a las armas” como reza su eslogan. El Santa Inés sale otra vez a faenar con la marea alta, pero no se va a hundir o, al menos, no sin intentarlo. Porque lo tienen claro: el estadio es la tabla a la que agarrarse cuando el buque parece vencerse, las gargantas de su gente, la música, y las bufandas al viento; los violines que suenan cuando todo indica estar perdido. Imposible -e impensable- concebir el fútbol de otra manera.

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