El secretario general de Junts, Jordi Turull, ha cerrado con un suspenso mayúsculo los pactos post electorales de las municipales. Tras perder la alcaldía de Barcelona en el último suspiro buscó la revancha con el PSC en la Diputación de Barcelona, calculando mal la correlación de fuerzas, incluso dentro de su propio grupo. Su error ha dejado a su partido sin ninguna cuota de poder local relevante, exceptuando la corporación provincial de Girona que ya presidieron en el anterior mandato. Mucho mejor se le dan a Turull las maniobras internas para hacerse con el control de Junts. En este espacio solo le queda por resolver el futuro de Carles Puigdemont, convertido ya en un aventurero outsider del movimiento independentista.

El partido de Jordi Turull, para resarcirse del fiasco en el Ayuntamiento de Barcelona, intentó formar una mayoría alternativa en la Diputación de Barcelona con ERC y con el grupo de Ballart, incluso habló con el PP, pero fracasó al no poder garantizar que todos los componentes de su grupo apoyarían la maniobra. Y las sospechas de sus eventuales socios se cumplieron fielmente en la constitución de la corporación. Dos alcaldes que se presentaron en coalición con Junts votaron a la candidata del PSC y se integrarán en el equipo de gobierno provincial.

El PSC presidirá de nuevo la Diputación de Barcelona gracias a los votos de los Comunes, del representante de Tot per Terrassa, un grupo procedente de una escisión socialista liderada por Jordi Ballart que gobierna la ciudad vallesana con ERC y Junts, y los votos de los dos díscolos de Junts, alcaldes de Igualada y Torrelles de Foix, respectivamente. Los Comunes estrenan poder provincial y el PSC ha hecho un cambio en la presidencia, sustituyendo a la alcaldesa de l’Hospitalet, Núria Marín (ahora candidata al Senado) por la alcaldesa de Sant Boi de Llobregat, Lluïsa Moret.

Mientras espera el cierre del ciclo electoral con las generales, confiando en disponer del número suficiente de diputados para tener capacidad de bloqueo en el Congreso, Jordi Turull se ha dedicado prioritariamente a consolidar su poder en Junts. Justo al día siguiente de las elecciones municipales, en pleno fragor periodístico por los resultados de los comicios, vio como su antecesor en el cargo, Jordi Sánchez, obtenía discretamente la plaza de director de Derechos Sociales en la Sindicatura de Greuges de Cataluña como resultado del pacto por el nombramiento de Esther Giménez-Salinas como nueva Síndica. Sánchez ya había sido adjunto general de esta institución con Rafael Ribó, hasta 2015, cuando ganó la presidencia de la ANC. En 2017 se presentó como diputado por Junts y tras ser indultado de su condena por el Procés pasó a dirigir Junts. Su gestión en el partido fue muy contestada y la elección de Turull respondió a la exigencia de dar un golpe de timón en Junts.

La victoria de Turull en las elecciones internas frente a Laura Borràs en 2022 abrió un periodo para encontrar acomodo a Sánchez lejos del partido, en realidad fuera del mismo, al tener que dimitir como militante para ocupar su nueva plaza en la Sindicatura. La caída de Borràs fue algo más compleja y de hecho formalmente todavía no se ha producido. La ex presidenta del Parlament, inhabilitada por la Junta Electoral por su condena por prevaricación, se mantiene en el cargo de presidenta del partido, a pesar de las voces que piden su dimisión. La resistencia de Borràs, ya muy debilitada políticamente, difícilmente podrá ir mucho más allá del momento en el que el Tribunal Supremo resuelva el recurso contra la sentencia, previsiblemente en su contra.

Con Sánchez y Borràs fuera de juego, con Trias pendiente de encontrar el día apropiado para dimitir como concejal de Barcelona y volver a jugar al dominó, a Turull solo le queda una piedra en el camino para lograr hacerse con todo el poder en Junts. La piedra se llama Carles Puigdemont, que acaba de perder su inmunidad parlamentaria europea, a la espera de que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea resuelva su recurso, y tiene pendiente por superar una crisis interna en su Consell per la República, que dirige con el presidencialismo más clásico desde Waterloo. Puigdemont es totalmente incontrolable por Junts y por Turull y nadie sabe a ciencia cierta que está preparando el ex presidente de la Generalitat buscado por el Tribunal Supremo desde que huyera a Bélgica en 2017. A pesar de ello, el movimiento que vaya a protagonizar Puigdemont a corto o medio plazo afectará seriamente a Junts, tal vez más a sus votantes que a sus militantes.