El PSC sorprendió a propios y extraños con su golpe de timón respecto de las negociaciones locales cerradas hasta aquel momento, asegurando la alcaldía de Barcelona para Jaume Collboni gracias al apoyo del Barcelona en Comú y el abrazo comprometedor del PP. Un cambio estratégico que habrá que ver si es pasajero o se asienta en el libro de ruta de los socialistas. Hasta el pasado domingo, Salvador Illa había evitado siempre el acuerdo con los populares para no dar pábulo a la idea del frente constitucionalista como contraposición al frente independentista. También habrá que ver si la furibunda reacción de Junts y ERC es momentánea y vuelven a los pactos con el PSC por separado o se materializa en un nuevo intento de unidad de acción. La primera prueba de fuego tendrá como escenario el pacto de gobierno en la Diputación de Barcelona.

La reacción de Junts y ERC a la maniobra de PSC, Comunes y PP para evitar que la alcaldía de Barcelona cayera en manos de Xavier Trias ha sido furiosa. Trias se siente víctima del Estado por segunda vez en su carrera (la primera en 2015 con las falsas cuentas en Suiza que en su opinión le impidió mantener la alcaldía barcelonesa) y además se declara engañado personalmente por Jaume Collboni, quien, según él, le habría ofrecido compartir la alcaldía antes de buscar los votos del PP. ERC equipara el acuerdo que dejó al independentismo a un milímetro de la alcaldía de la capital de Cataluña con un nuevo 155, como un acto más de persecución por parte del Gobierno central. El presidente de la Generalitat lo calificó de acuerdo tomado en Madrid a espaldas de los intereses de los barceloneses.

A pesar de las muchas voces del campo soberanista reclamando la recuperación de la unidad de acción perdida y plantar cara a tanto intervencionismo del Estado en la política catalana, ninguno de los dos partidos independentistas ha roto ninguno de los múltiples pactos alcanzados con el PSC en casi unos 60 ayuntamientos catalanes. De todas maneras, el tono de su despecho ha alcanzado una acritud desconocida desde el periodo 2017-2019. El único pacto pendiente en el ámbito local es el de la Diputación de Barcelona. Con un presupuesto de 1.240 millones de euros, es la maquinaria institucional de mayor influencia en los ayuntamientos de la provincia. Esta corporación ha estado presidida durante el último mandato por la alcaldesa de L’Hospitalet, la socialista Núria Marín gracias a un pacto con Junts.

ERC ha hecho saber que de ninguna manera pactará con el PSC en la Diputación de Barcelona, aunque no parece que los socialistas les hayan invitado a participar de ningún acuerdo. El PSC dispone de tres opciones para gobernar esta corporación provincial: un pacto de izquierdas con Comunes y republicanos, reeditar el acuerdo alcanzado en el Ayuntamiento barcelonés con Comunes y PP o renovar el gobierno provincial con Junts. Los Comunes se inclinan por la primera opción; sin embargo, por lo conocido hasta ahora, parecería que el partido de Salvador Illa es partidario de mantener la entente con el partido de Jordi Turull.

El cornetín llamando a la revancha independentista por el agravio de Barcelona todavía suena con fuerza, pero Junts aún no ha rechazado la posibilidad de seguir asociados al PSC en la Diputación de Barcelona. Lo decidirán esta semana. El propio Xavier Trias, que recorre los medios de comunicación clamando solidaridad por el disgusto propinado por Jaume Collboni y exigiendo un cambio de rumbo de la estrategia independentista tras el pacto de la vergüenza perpetrado por las fuerzas del 155, ha sido el primero en manifestarse partidario de seguir en la corporación barcelonesa de la mano del PSC. El argumento utilizado para defender esta posición ha sido que “la señora Marín sí que tiene palabra”.

La mejora de las relaciones entre ERC y Junts supondría un contrapié para las aspiraciones de Salvador Illa de ganar las próximas elecciones autonómicas y aspirar seriamente a la presidencia. El distanciamiento entre ERC y Junts es la primera circunstancia que debe darse para que las opciones del PSC sean firmes. Desde hace meses, los socialistas fomentan estas disputas y reproches a partir de ofrecer su apoyo indistintamente a unos y a otros en cuanto detecta una brecha para incidir. Con su aceptación del abrazo del PP en Barcelona, el PSC contradice uno de sus principios tácticos, el de rehuir los bloques políticos en beneficio de la transversalidad; de esta manera, podría estar cambiando las condiciones favorables de las que disponía después de la ruptura del gobierno de Pere Aragonés.

De ahí la relevancia de la actitud que vaya a tomar Junts en la Diputación de Barcelona. De seguir con el pacto vigente, los socialistas podrán respirar tranquilos, calculando que los efectos del sorpasso de Barcelona no tendrá las consecuencias apocalípticas anunciadas por algunos independentistas voluntaristas. La confirmación de que la unidad independentista es poco más que un sueño inalcanzable por los actuales dirigentes del movimiento, muy marcados ya por demasiadas rencillas políticas y personales, es toda una garantía de éxito para el PSC.