ERC saldrá seriamente dañada de las elecciones municipales; no solo se ha hundido en Barcelona donde se ha quedado con la mitad de sus concejales, también ha perdido la primera posición en votos globales en Cataluña en beneficio del PSC, incluso ha quedado por detrás de Junts en este cómputo general. Los socialistas han ganado las elecciones, recuperando la primera posición en Lleida, Tarragona y Girona, reeditando sus baluartes metropolitanos con gran comodidad, sin embargo, han visto como Xavier Trias desmentía los sondeos y se alzaba como la primera posición en Barcelona. Paradójicamente, ERC tiene la llave de la alcaldía barcelonesa, pudiéndose decantar por un alcalde independentista (de una moderación incontestable), ofreciendo a sus rivales de Junts el mayor de sus éxitos, o apostar por un gobierno de izquierda con PSC y Barcelona en Comú. La continuidad de la legislatura del presidente Pere Aragonés podría estar en juego en la mesa de negociación.

Xavier Trias representa el independentismo más light de todos los independentismos existentes, en realidad es un experimento de la dirección de Junts para tantear la opción de enterrar el tono aventurista de su presidenta, Laura Borràs, para recuperar el voto tradicional convergente. La apuesta ha salido bien, propinando a ERC una derrota notable en Barcelona y no por el flanco del independentismo radical sino por el moderado, lo que complica todavía más la lectura de los resultados cara el futuro. Las posibilidades de Trias de alcanzar la alcaldía son altas, solo necesita que ERC se abstenga de hacer cualquier movimiento. El candidato de Junts no necesita los cinco votos republicanos para nada. Collboni y Colau suman siempre más que Junts-ERC, pero los actuales socios de gobierno necesitan los votos republicanos para privar al ganador de la alcaldía.

Los movimientos de los próximos días en Barcelona podrían comenzar con las dimisiones de algunos de los protagonistas, comenzando por Ernest Maragall, lo que podría allanar los pactos postelectorales por la izquierda, muy comprometidos emocionalmente por lo sucedido hace cuatro años, cuando ERC se quedó sin alcaldía a pesar de haber quedo en primer lugar en número de votos. Hay que tener también presente la predisposición de PSC y Junts a pactar cuando el guion lo exige, siendo el acuerdo de la Diputación de Barcelona el precedente más vistoso. De hecho, cuando se disponga de los recuentos para las diputaciones y el área metropolitana se podrán leer las combinaciones más probables con mayor claridad.

La formación de un tripartito de izquierdas en el Ayuntamiento de Barcelona supondría un terremoto político en el universo independentista, de mucha mayor intensidad de la que tuvo la ruptura del gobierno de la Generalitat por parte de Junts. Por otra parte, estos resultados ofrecen argumentos al PSC para creer más que nunca en una victoria en las próximas elecciones autonómicas. De momento, Salvador Illa podría incorpora a la mesa de negociación la frágil estabilidad del gobierno de Pere Aragonés, bien para estabilizar la legislatura de obtener contrapartidas municipalistas o para acelera el final del mandato de no conseguirlas.