Hay quien asegura que el pacto de investidura de Alfonso Fernández Mañueco con apoyo de Vox estuvo a punto de saltar por los aires poco antes de confirmarse, en esos días en los que se superaba el centenar de jornadas de un Gobierno en funciones en Castilla y León y la cuerda se había tensado al límite sin que el presidente de las Cortes, Carlos Pollán, terminara de convocar la reunión de los órganos que abrían el proceso. La paciencia estaba, también, al límite, y las concesiones, en juego.

Mañueco había salido debilitado del Congreso del Partido Popular en Sevilla durante el que Feijóo sólo concedió un premio de consolación al PP en Castilla y León, que ha mantenido viva la llama de la formación en la Comunidad durante 35 años; y su silencio al respecto, o su aparente contento, con el nombramiento de únicamente cinco vocales, resultaba conmovedor.

Las pretensiones de Vox iban desde lo profano -la dirección de la Comunicación de la Junta de Castilla y León, el reparto de la publicidad institucional entre los medios de la Comunidad Autónoma y las decisiones sobre lo que iba o no iba a someterse a aprobación del Consejo de Gobierno-, hasta lo divino -los cambios en las normas, equiparando, por ejemplo, la protección a las mujeres de la violencia machista con la protección a todos los miembros de una familia de otros tipos de violencia, obviando la violencia que las mujeres sufren solo por ser mujeres, dentro y fuera del ámbito familiar-.

Finalmente, Vox cedió, más o menos, en lo profano, pero se impuso en lo divino. Había que corregir eso de no proteger de la violencia a todos por igual, y no enfocar a las víctimas de la Historia por igual.

Y Mañueco acabó aceptando pulpo. Así que Carlos Pollán, una vez que se le dio fumata blanca, convocó a la Mesa de las Cortes, e incluso a la Junta de Portavoces, que comparecieron, de uno en uno, el pasado jueves, descargando argumentos como misiles en un Parlamento atónito que sólo acababa de empezar a acumular sorpresa.

La presencia o ausencia del nuevo presidente del Partido Popular en la investidura o, bien la toma de posesión, en Castilla y León, es una patata caliente sin resolver que el portavoz del PP en las Cortes, Raúl de la Hoz, remitió el jueves, de nuevo, a la agenda del líder.

En la sesión de investidura de este lunes, que da comienzo a las 12 del mediodía y culminará ya en la noche, los portavoces de los grupos que llevarán la oposición al primer Gobierno de Vox en España, descansarán sus votos en contra en lo que consideran peajes para una nueva legislatura 'popular' que hace dos años se apoyó en un incauto Ciudadanos, ahora prácticamente extinto, y en este 2022 utiliza al novato Vox, un partido en la cresta de la ola que vuelve a resultarle útil, si bien de forma más incómoda, para sostener la mayoría parlamentaria.

Un despelote

El siempre cáustico Francisco Igea, portavoz y único procurador de Ciudadanos (fueron 12 en las elecciones de 2019), ahora en el Grupo Mixto, en extraña "coalición" con el también único procurador de Podemos, Pablo Fernández, califica el pacto PP-Vox de "taurino y preconciliar", y continúa, "un despelote... y un mes para esto: Mañueco vendería a su madre, no tiene límites, porque apela a su supervivencia, dado que su papel en el PP ha quedado reducido a la nada".

¿Y Vox?, "no tiene más programa político que él mismo", dice Igea, "nada más que meter el dedo en el ojo, su batalla cultural, su negación de la violencia de género, una soberana estupidez".

Entre sus compañeros de grupo, Pablo Fernández, de Podemos, insiste en el "sometimiento y entrega a la ultraderecha con gravísimos recortes a los castellanos y leoneses con tal de mantenerse en la poltrona".

"Estamos ante un PP doblegado a la negación de la violencia de género y la derogación del decreto de Memoria Histórica", y lo peor, dice el portavoz de Podemos, es que "Feijóo se estrena bendiciendo esto, lo que demuestra que es a la moderación lo que Putin al pacifismo, y que su PP es el mismo de siempre, el de los recortes de derechos y el deterioro de lo público".

Desde Por Ávila, también en el Grupo Mixto, Pedro Pascual muestra su total desconfianza hacia el Partido Popular de Mañueco: "No me creo nada; me parece una vergüenza y una chapuza enterarme del acuerdo de gobierno cinco minutos antes, llegando de Ávila a Valladolid; piensan que pueden hacer lo que quieran y cobran dinero público".

"Planteé mis enmiendas a los Presupuestos de 2022 y ni siquiera me avisaron de la convocatoria de elecciones anticipadas", se desahoga, "y no entendí esa convocatoria, porque eran los mejores presupuestos para Ávila. Me dijeron que confiara y ahora ya no confío, así que voto no a la investidura, porque han sido dos años de decepción, de pelear cosas para tus ciudadanos y que las propuestas no se desarrollen".

Mañueco ha cedido en todo

"Por una parte, ya era hora, después de tener paralizada la Comunidad Autónoma más de cien días", espeta Luis Mariano Santos, de la UPL (Unión del Pueblo Leonés), con tres procuradores, que inmediatamente después habla de "reparto de sillones y prebendas, y discusión de los dos socios, y seguimos esperando saber en qué consiste el acuerdo, porque han sido totalmente opacos en la información, aunque está claro", concluye Santos, "que Mañueco ha cedido en absolutamente todo para mantener su Gobierno, y va a tener a UPL enfrente si se ponen en entredicho derechos y conquistas sociales que ya hemos luchado y que ha costado mucho conseguir".

Más suave es Soria Ya, en el mismo grupo que UPL y con otros tres procuradores. "No vamos a apoyar nada que suponga retroceso de derechos, pero esperamos a conocer el contenido de lo que se ha anunciado", subraya Vanesa García.

No contra las mujeres

El líder del PSOE en Castilla y León, Luis Tudanca (28 escaños, segunda fuerza política), entiende que el pacto "populares-ultraderecha" supone acabar con la batalla contra la violencia de género y por la igualdad de las mujeres.

Tudanca, que ganó las anteriores elecciones y vio como el poder se le escapaba entre los dedos ante un Ciudadanos que había reiterado hasta la saciedad en la campaña electoral de 2019 su hartazgo con las décadas de gobierno 'popular' y finalmente entregó a Mañueco el Palacio de la Asunción, echa de menos en el acuerdo de la derecha medidas contra la despoblación o la crisis económica y social.

 “A lo único que han puesto fecha de caducidad es a los derechos de las mujeres, a la lucha contra la violencia de género y al pacto de estado que, con mucho esfuerzo, se consiguió en este país para que fuera una lucha de todos y no un objeto de lucha partidista ni de debate”.

El PSOE estará “en pie y enfrente” de un gobierno que va a avergonzar a Castilla y León ante España y ante toda Europa por haber abierto las puertas a la extrema derecha.  “Defenderemos con uñas y dientes los avances conseguidos y no vamos a permitir que se dé ni un solo paso atrás".

"Así también molestas"

Pero, probablemente, una de las voces críticas más llamativas en esta semana pre-investidura fue la de Rosa Valdeón, ex-vicepresidenta de la Junta de Castilla y León con Juan Vicente Herrera (PP) y ex consejera de Familia e Igualdad, fuera de la política hace años y rescatada del silencio en una jornada de debate organizada por CCOO el miércoles.

La ex-vicepresidenta señaló que "Vox está en el gobierno de una Comunidad Autónoma en la que no cree, y pretende mover cosas que están en el Estatuto de Autonomía, pero no lo va a conseguir", dijo.

Valdeón calificó la futura ley de violencia intrafamiliar que Vox ha impuesto en su pacto de investidura de "barbaridad", que en su opinión no es necesaria, y además, "diluye la violencia machista en otras violencias que no tienen nada que ver, y eso le resta entidad, porque la violencia machista no sólo sucede en la familia, sino también en el trabajo, en el ocio, en las redes, y afecta a las mujeres por el hecho de ser mujeres".

La también ex alcaldesa de Zamora señaló que la formación de Juan García Gallardo está "conscientemente intentando confundir a la población, y el gobierno es, sin duda, legítimo, porque la ciudadanía lo ha votado, pero la sociedad no puede estar callada, y yo no puedo estar callada", dijo.

"Trece representantes públicos (los trece de Vox) no pueden conducir a toda una sociedad a una ideología que potencia un machismo que llevamos años intentando hacer desaparecer", señaló Valdeón.

"Supongo que el presidente Mañueco habrá reflexionado pensando que no puede derogar la ley de violencia contra las mujeres, porque a lo mejor, socialmente, es mucho, y habrá pensado: mantengo una y apruebo otra y así no molesto a nadie. Pero no", dijo, "así también molestas".