Después de gobernar la Generalitat con el único apoyo permanente del PP, en el momento que su Gobierno ha decidido acogerse al Fondo de Liquidez Autonómica para no entrar en una cascada de impagos y cuando desde el Gobierno central el presidente Mariano Rajoy le pide ayuda ante la Unión Europea y le invita a hablar por vez primera sobre el pacto fiscal, el president Mas se ha visto en la difícil disyuntiva de asistir o no a la ya citada manifestación independentista. Preso al mismo tiempo de su alianza parlamentaria con el PP y de las insistentes presiones del sector más soberanista de CDC, Artur Mas anunció ayer que no participará en esta convocatoria independentista, que puede ser multitudinaria, pero a buen seguro no impedirá que asistan a la misma destacados dirigentes de su partido e incluso es posible que lo hagan, “a título personal”, algunos miembros de su Gobierno. Y todo ello en abierta discrepancia con su socio de federación y por tanto de Gobierno, la democristiana UDC dirigida por Josep Antoni Duran Lleida, que en modo alguno parece dispuesta a participar en la manifestación independentista del próximo 11 de septiembre.

Este juego de despropósitos amenaza con enrarecer todavía más el panorama político catalán. En estos tiempos de gravísima crisis económica y social, con tan drásticos recortes presupuestarios en servicios públicos básicos como la educación, la sanidad, los servicios sociales, la dependencia o la cultura, el Gobierno de la Generalitat debería centrarse en resolver los importantes problemas cotidianos de la ciudadanía catalana y no intentar distraerse de ello –y de pas0o intentar distraer a la ciudadanía- con este doble juego político tan sorprendente.

CiU, y en primer lugar CDC, debería aclarar de una vez cuál es su apuesta y propuesta política, si se trata del pacto fiscal o de la independencia. Y todo ello, ni que decir tiene, afecta también a las restantes fuerzas políticas catalanas y a todos los dirigentes políticos catalanes. Con el más absoluto respeto a todas las opciones estratégicas a corto, medio y largo plazo, desde el autonomismo a la independencia, pasando por el federalismo o el confederalismo. Solo así podrá mantenerse la imprescindible unidad y cohesión de la sociedad catalana.

Jordi García-Soler es periodista y analista político