El acuerdo presupuestario entre ERC y PSC sigue sin cerrarse a pesar de que el gobierno de la Generalitat lo diera por hecho hace ya unos días. Los socialistas aspiran a que la ruptura del pacto entre independentistas para mantenerlos aislados de la centralidad parlamentaria conlleve una ceremonia de victoria indiscutible para ellos. Esto implica la cesión del presidente Pere Aragonés respecto de sus exigencias más sustantivas, desencallar los macroproyectos congelados de hace tiempo y renunciar a la apertura de nuevas “embajadas” de la Generalitat. Por el contrario, ERC busca la cuadratura del círculo, un acuerdo estrictamente técnico-presupuestario con el PSC, a poder ser asumible por Junts y Comunes.  Salvador Illa se ha reafirmado en el todo o nada y Aragonés todavía no ha contestado.

La desconfianza entre ERC y PSC es profunda y está plagada de motivos por ambas partes y eso sin que Oriol Junqueras haya abierto la boca en las últimas semanas para ahondar en la brecha. Este silencio del presidente de ERC es de momento la gran victoria de Aragonés en el proceso de negociación presupuestaria. Sin embargo, a fecha de hoy, el resultado de este diálogo es incierto. La Generalitat filtró la cercanía del acuerdo al dar por pactado el 87% de las exigencias socialistas, un porcentaje que afectaba a algo más de 5.000 millones de euros. Lo que se pretendía como una presión al PSC se convirtió en un boomerang al reafirmarse el PSC en qué no habría pacto sin decisiones concretas sobre la ampliación del aeropuerto de El Prat, el proyecto de Hard Rock en Tarragona, la Ronda del Vallés o el freno al plan de apertura de nuevas delegaciones en el extranjero.

La consellera de presidencia, Laura Vilagrà, respondió diciendo que la negociación presupuestaria debía limitarse a materia presupuestaria, causando cierta sorpresa en el respetable tras las múltiples exigencias políticas de ERC a Pedro Sánchez en las negociaciones presupuestarias en el Congreso. El PSC tan solo ha recordado que los proyectos reclamados cuentan incluso con el aval del Parlament, dejándolo todo a cuenta de un compromiso final del presidente Aragonés. Para complicación de ERC, los Comunes, los únicos que por el momento apoyan los presupuestos, han advertido que reconsiderarán su posición de aceptarse las propuestas socialistas. Junts, por su parte, vienen mostrando una desgana indisimulable a entrar en esta partida de ajedrez.

El pacto presupuestario a cuatro (ERC-PSC-Junts-Comunes) es el objetivo evidente de Pere Aragonés. Un consenso de esta magnitud reforzaría su figura y haría olvidar su fuerza real en el Parlament, en el que cuenta con 33 diputados, insuficientes para todo. Esta fórmula también complacería a los Comunes a los que les vale cualquier combinación que cuente con ellos. Para los socialistas, participar de esta mayoría implicaría tan solo un mínimo paso hacia la centralidad viniendo de la “nevera” en la que les quieren encerrados los independentistas. Junts ha proclamado que la presencia del PSC en la suma presupuestaria les aleja inevitablemente a ellos de la misma.

En el fondo, PSC y Junts buscan lo mismo: forzar a ERC a elegir aliado para lo que pueda quedar de legislatura en Cataluña. Y precisamente Aragonés lo que quiere es ahorrarse este compromiso a pocos meses de las elecciones municipales y con las generales al fondo del escenario. El órdago de Salvador Illa exigiendo el todo para unos presupuestos distintos a los presentados por ERC, sitúa al gobierno Aragonés al borde de la nada o del retorno al pasado reciente caracterizado por sus continuas trifulcas con Junts.