"Creo que habrá elecciones en Andalucía en otoño. Lo quiero y lo creo". Son palabras de esta mañana del portavoz de Vox en el Parlamento andaluz, Manuel Gavira. Es la primera vez que la formación ultraderechista pone una fecha concreta al adelanto electoral que viene reclamando desde la fallida moción de censura en Murcia de socialistas y naranjas.

Vox ha hecho casus belli de la decisión de la Junta de acoger en sus centros a 13 de los menores llegados a Ceuta en la avalancha de inmigrantes propiciada la semana pasada por Marruecos. En declaraciones a la cadena amiga EsRadio, Gavira ha dicho que el asunto de los menores es solo la punta del iceberg de las discrepancias que su partido ha ido acumulando con el Gobierno andaluz.

También ha recordado el portavoz de la extrema derecha que la consejera de Igualdad, Rocío Ruiz (Cs) hizo un "llamamiento a la inmigración ilegal diciendo 'os estamos esperando', un efecto llamada sin precedentes". Para Vox, "no hay ninguna obligación de acoger a los menas. La normativa habla de sensibilizar a los padres, a los marroquíes de los peligros que tiene esta emigración y nadie cumple con las normativas. Esto ha sido una invasión y Marruecos sigue tratando de fracturar a España".

Pero una cosa es que Vox le ponga deberes al presidente y otra muy distinta que éste se decida a cumplir el mandato de sus socios. Es cierto que si los ultras mantienen su envite, Andalucía no tendrá Presupuestos en 2022, aunque ello no impedirá que pueda prorrogar los de 2021, aprobados con los votos de Vox.

Quede sentada, en todo caso, esta premisa: la información sobre el adelanto de unas elecciones nunca es fiable. Es una decisión en manos de los presidentes, y estos no suelen decir la verdad sobre sus planes. Los ocultan no por malicia o por astucia, sino porque no pueden no ocultarlos: ocultarlos forma parte de su trabajo de presidentes. Si piensan adelantar las urnas apuran el plazo para decirlo, del mismo modo que lo apuraban cuando se proponían devaluar la moneda nacional o invadir territorio enemigo.

Preguntado este fin de semana sobre el adelanto electoral, en Lepe, patria chica de los chistes, Moreno contestaba: “Por encima de mí y de las siglas de mi partido hay una cosa más importante, y es Andalucía y los andaluces. ¿A alguien le cabe en la cabeza que en el momento más difícil de Andalucía, cuando hay que acabar con un proceso masivo de vacunación y pasar página al Covid reactivando la economía, paralicemos durante cinco o seis meses la administración?”.

La argumentación del presidente es impecable a día de hoy, pero no tiene por qué serlo en el otoño, ya que para entonces se da por seguro que la pandemia habrá sido derrotada. A partir de ese momento Moreno actuará siguiendo el criterio que siempre han seguido los presidentes: el interés propio.