De acuerdo con ese comportamiento, el primero era capaz de articular un discurso sin necesidad de repasar sus anotaciones, argumentar sobre aquello que le interesaba, pero el segundo no podía dejar de mirar sus papeles, de consultar notas que le habían dejado bien claro qué líneas no podía traspasar en sus intervenciones, aunque para ello tuviera que recurrir a expresar un discurso sin contenido. Desde esa perspectiva, que podríamos calificar de intelectual, la victoria fue para Rubalcaba. Alguien ha dicho que fue como si el líder popular estuviera en un ejercicio de oposición, yo diría que más bien fue lo contrario, pues para demostrar tu capacidad como docente, por ejemplo, en la exposición del ejercicio lo mejor es que no tengas delante más allá de un breve esquema de lo que vas a desarrollar.

Desde otro punto de vista, Rubalcaba se dedicó a describir aquello que Rajoy haría cuando llegara al poder, sin caer en una visión apocalíptica, es cierto, solo con la intención de dejar clara cual es la forma de gobernar de la derecha. Por su parte, Rajoy quería señalar que Rubalcaba ya había gobernado, que era corresponsable de la situación que se vive en España y que por tanto era el menos indicado para dar lecciones. Sin duda la pertenencia a los gobiernos de Zapatero es el gran lastre del candidato socialista, algo difícil de superar, sobre todo a la vista de la coyuntura económica y política por la que atraviesa Europa.

Hubo algo que eché de menos por parte de ambos: un diagnóstico de la situación económica. Desde hace meses los ciudadanos vivimos acongojados cada mañana cuando nada más levantarnos escuchamos cual es la situación de la prima de riesgo española, cómo cambian las perspectivas de la evolución de la economía y cómo aumenta sin parar el número de desempleados. Y ni una sola vez se mencionó la prima de riesgo, ese indicador que llevó a Irlanda y Portugal a una situación de rescate, que luego condujo al mismo lugar a Grecia y que ahora ha estado a punto, por su evolución en Italia, de desencadenar una crisis mundial de proporciones inabarcables. Del mismo modo, también se echó de menos alguna reflexión sobre la UniónEuropea, ese organismo sobre el que los españoles depositamos en su momento tantas esperanzas, hasta el punto de ser uno de los países más  europeístas, y nos quedamos sin saber qué visión tenían los dos políticos de la actual estructura dela Unión y de cuál debe ser el futuro. No basta con decir que hace falta más Europa.

En otro orden de cosas, los debates entre dos candidatos contribuyen a consolidar la imagen de que estamos ante un país con un sistema presidencialista, cuando en realidad nuestro modelo es el parlamentario, no hay elección directa del presidente del Gobierno, es más, este ni siquiera tiene la obligación de ser diputado, luego podría llegar a presidir el Ejecutivo alguien que no hubiese concurrido a las elecciones. Basta con mirar lo que ocurre estos días en otros sistemas parlamentarios, como en el caso de Grecia. La experiencia con presidentes como Suárez, González, Aznar o Zapatero nos demuestra que no es bueno el fortalecimiento del presidencialismo.

Si los dos candidatos hubiesen concurrido a una oposición como docente, tras el ejercicio del pasado lunes el elegido habría sido Rubalcaba, pero a veces ocurren cosas extrañas, y así en casi todas las encuestas los ciudadanos dieron como ganador a Rajoy. Claro que quizá este hecho no debería sorprenderme, una vez asistí a un ejercicio de oposición en el que a un aspirante le dijeron que no se entendía cómo pretendía ser profesor universitario si su ejercicio lo había leído un folio tras otro, sin embargo esa persona, al día de hoy, ejerce la docencia en una Universidad. En consecuencia, las otras encuestas, las de los resultados del 20-N, también podrían atinar, la cuestión es con qué grado de acierto.