El lento retorno al trabajo presencial en el sector público y la consolidación del teletrabajo han desencadenado una oleada de protestas entre la ciudadanía por la falta de interlocución con el funcionariado en todos los niveles de la administración: local, autonómico y central.

Cartas al director, quejas en las redes y malestar generalizado por la deficiente atención es la tónica general de estos días de postconfinamiento que han coincidido con el comienzo de las vacaciones y la consiguiente reducción del personal operativo.

Las videoconferencias se han generalizado en las empresas públicas y privadas para las reuniones de trabajo internas, pero no ha ocurrido lo mismo con las videollamadas debido a que el proceso de sustitución de las líneas telefónicas fijas por las móviles apenas se ha iniciado. Todavía el teléfono móvil corporativo se considera más un privilegio de directivos, mandos intermedios y determinados profesionales que una herramienta de trabajo universal de cualquier empleado.

Sería de agradecer que ahora cuando el médico de cabecera llama por teléfono para evitar la consulta presencial en el centro de salud, pudiera verle la cara al paciente y viceversa gracias a la videollamada que permiten los móviles. Las empresas que en sus páginas web han implementado un chat de mensajería instantánea no se han estirado hasta el videochat persona a persona que mejora mucho más la atención al cliente.

Los cajeros automáticos nos videovigilan cuando interactuamos con ellos, pero si surge un problema o una emergencia solo podemos hablar por teléfono con el teleoperador y no podemos verle la cara.

Otro hecho lamentable es que la restrictiva legislación europea de protección de datos se está utilizando por administraciones y empresas como excusa o coartada para la opacidad y burlar la legislación sobre transparencia y buen gobierno. Han desaparecido en los sitios webs corporativos los directorios de departamentos y personas responsables de las distintas áreas con sus teléfonos y direcciones de correo. Los usuarios que visitan una web no encuentran siquiera un teléfono de contacto y lo único que se les brinda es un formulario genérico para que planteen su petición, mensaje o queja, sin acuse de recibo alguno. El teletrabajo está muy bien, pero no está reñido con poder verle la cara al empleado que nos atiende con el actual desarrollo de las redes de telefonía móvil.