Aunque él dice que lo suyo es una “baja voluntaria” y no una “dimisión”, si bien no acaba de explicar qué diferencia hay entre ambas, el todavía alcalde de Granada se ha comprometido esta mañana a facilitar su sustitución por el socialista Francisco Cuenca, que encabezó la lista más votada en las municipales de 2019 con 10 concejales.

“He dicho que apoyaremos la lista más votada; si una alternativa no está clara, por rencillas y rencores, solo queda una opción, pero quien pondría al PSOE sería el PP y los tránsfugas, que han obligado al alcalde a presentar la renuncia”, ha explicado en rueda de prensa Luis Salvador (Cs), que gobernaba con el PP hasta que hace tres semanas los seis ediles populares y dos de los cuatro de Cs dimitieron en bloque. La dimisión que él llama renuncia era cuestión de tiempo. De poco tiempo.

Sin embargo, unas horas después los jefes políticos de Salvador añadían un poco más confusión al embrollo de Granada al desmarcarse de los propósitos del alcalde naranja. Juan Marín, coordinador regional de Cs, y Edmundo Bal, vicesecretario general y portavoz en el Congreso, se han mostrado tajantes: la formación naranja no apoyará la lista de Cuenca porque sería “entregar la ciudad a un imputado”.

Aludían Bal y Marín al caso de la contratación de empresas privadas para la inspección de cursos de formación, cuando Cuenca era delegado de la Consejería de Innovación. La Fiscalía solicitó reiteradamente archivar esa imputación de Cuenca cuyas supuestas implicaciones penales siempre fueron más bien borrosas.

La pregunta es, pues, ésta: ¿logrará el concejal socialista ser de nuevo alcalde de Granada, como lo fue a mitad de la legislatura pasada cuando el regidor popular José Torres Hurtado tuvo que dimitir por corrupción urbanística? La respuesta se sabrá dentro de unos diez días, cuando se convoque el pleno para sustituir a Salvador, una vez que éste formalice su renuncia en otro pleno que se celebra mañana 2 de julio,

Los números de la Corporación granadina propician las aspiraciones socialistas. Los tres concejales de Unidas Podemos ya han dicho que votarán a Cuenca, que sumaría así 13 votos, con lo que solo le faltaría uno para alcanzar la mayoría absoluta de 14.

Pero ni siquiera el edil socialista necesitaría sumar los 14: bastaría con que los dos concejales de Cs -Salvador y el único compañero que le queda- se abstuvieran para que la lista de Cuenca fuera la más votada.

Cabe recordar que si ningún candidato obtiene el respaldo de una mayoría absoluta, la ley estipula que será automáticamente elegido regidor quien encabezó la lista más votada en las elecciones.

En el mejor de los casos, un candidato del PP sumaría 12 votos: seis del PP, tres de Vox, dos de los concejales tránsfugas de Cs y uno del concejal no adscrito y exlíder del PP de Granada Sebastián Pérez. El PP solo podría obtener la Alcaldía si Salvador y su compañero de partido le dieran sus votos, algo que no piensan hacer. Al menos eso es lo que han dicho.

A favor de los socialistas opera el hecho de que Cs es un partido en descomposición. No está claro en absoluto que si Marín y Bal le dieran a Salvador la orden de no apoyar la lista del PSOE, éste la cumpliera. Luis Salvador ya abandonó en su día el PSOE, donde había ocupado cargos relevantes, y podría hacer otro tanto ahora con Cs.

Pero tampoco esá claro que el PP vaya a quedarse de brazos cruzados de aquí al pleno, resignándose a perder la Alcaldía. Precedentes como el de Murcia dan pie a todas las conjeturas, incluso las más inverosímiles.

A su vez, la implosión imparable del partido naranja fragiliza dramáticamente la posición de su líder regional, Juan Marín, vicepresidente de la Junta muy identificado con las políticas del PP y cuyo futuro, si llegado el momento decidiera continuar en la actividad política, dependería en gran medida de la generosidad del partido que preside Juan Manuel Moreno.