La mayoría de las personas que se esconden tras las cifras del nuevo informe de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social en el Estado Español (EAPN-ES) desconocen el significado de conceptos como AROPE, Riesgo de Pobreza, Privación Material Social y Severa (PMSS) y Baja Intensidad de Empleo (BITH). Pero son datos que hablan de lo que hoy significa ser pobre.

Y ser pobre hoy implica habitar en una de las dos Españas, la de la mitad norte o la sur. Eso acarrea muchas más probabilidades de aparecer reflejado en este Informe de El Estado de la Pobreza en España. Seguimiento de los indicadores de la Agenda UE 2030. 2015-2022’, Un exhaustivo análisis de datos oficiales que confirma que una persona tiene más posibilidades de llegar a fin de mes con los bolsillos llenos si vive en Canarias, Extremadura o Andalucía.

El trabajo evalúa infinidad de variables que revelan las personas que no pueden permitirse un ordenador personal, comprarse ropa, irse de viaje una semana al año o, incluso, comer proteínas dos veces a la semana, mantener una casa con fresco en verano y calor en invierno e, incluso, mantener una cosa. “Estamos ante un problema estructural, hay más de 12 millones de personas en situación de pobreza”, explica el Presidente de EAPN-ES, Caslos Susias.

El trabajo reconfigura la imagen de la pobreza. Ser pobre no es ser un vagabundo, que sí es víctima de la miseria severa. Hay muchas maneras de ser pobre, sobre todo, teniendo en cuenta que factores como el empleo y la educación han dejado de ser seguros ante el riesgo de entrar en situación de pobreza y exclusión social. La inflación ha devaluado la importancia de tener un empleo y cada vez hay más pobres con estudios universitarios.

Otra de las conclusiones del informa es que la pobreza es cada vez más femenina. “En todos sus indicadores, las mujeres están peor que los hombres, no es algo coyuntural sino estructural”, señala Susias.

Pero hay otra diferencia “histórica” que señala a la territorialización de la pobreza, más importante en el sur de España. De hecho, Andalucía concentra a 1 cada 4 personas en AROPE (24,9 % del total de España) siendo una de las regiones que ha sufrido con mayor intensidad las consecuencias de la crisis y de la evolución del último decenio. En total, en el año 2021 -últimos datos evaluados- en Andalucía hay 3,27 millones de personas en riesgo de pobreza y/o exclusión social.

Una mitad sur más pobre

AROPE es la tasa que mide la pobreza y exclusión social integrando numerosas métricas. El indicador parte a España en dos: agrupa a las comunidades autónomas de Galicia, Asturias, Cantabria, País Vasco, Navarra, Aragón, Cataluña, La Rioja, Castilla y León, Baleares y la Comunidad de Madrid, por un lado. Todo este grupo mantiene índices más reducidos que los del sur.

La tasa AROPE crea un retrato sonrojante en las regiones situadas al sur: Extremadura, Castilla-La Mancha, la Comunitat valenciana, Murcia, Andalucía, Canarias y Ceuta y Melilla.  Navarra y País Vasco, como referentes positivos, registran tasas que se quedan entre 11 y 13 puntos porcentuales por debajo de la media nacional. Andalucía, Extremadura y Canarias se mantienen sin embargo unos 10 puntos por encima de esa media.

En la España en sombra, la de Andalucía, Extremadura y Canarias se concentran por tanto las tasas más altas de población en riesgo de pobreza, con cifras entre el 32,3% y el 30,1 %. Andalucía, al ser la región más poblada, se erige como la comunidad con más personas AROPE tras sumar en el último año 157.294 personas más.  

Eso sí, desde 2015, Andalucía ha sacado a 383.161 personas de este grupo. No pueden decir lo mismo en Canarias, suma a 14.855 personas y Extremadura, con más 18.734, aupándose en el pódium de la pobreza, obviando las muestras estadísticas de Ceuta y Melilla por su menor tamaño.

Datos AROPE. EP

El papel del Estado

Otra de las conclusiones que deja el informe es la importación del Estado y su función redistributivo. “Es falso eso de que el dinero está mejor en los bolsillos de las personas. La redistribución que hace el estado mediante las transferencias a familias y personas es muy importante”, explica uno de los responsables de la investigación, Juan Carlos Llano Ortiz.

Después de todo, los datos confirman que el aumento o descenso del PIB y la renta media personal no son factores directamente proporcionales al peso de la pobreza en nuestro país. Llano Ortiz afirma que “en los últimos años se ha mejorado bastante, pero queda mucho por hacer”, teniendo en cuenta que en España, desde hace 4 años, hay 600 mil personas menos en riesgo de pobreza.

A esto han contribuido medidas como el aumento del Salario Mínimo Interprofesional, la aprobación del Ingreso Mínimo Vital (IMV) y los complementos autonómicos a la infancia que algunas comunidades han aprobado y, “sobre todo los ERTE, que han sostenido la economía en la última crisis”, concluye Susias.

El peso de las trasferencias del Estado es elocuente. De hecho, el EASP-ES compara cual sería la situación si el Estado no ejerciera labor redistributiva con las anteriores medidas o con las pensiones, “si esto fuera libertad absoluta, la tasa sería del 44,5%: casi la mitad de la población sería pobre”, recuerdan los investigadores.

La acción del  Estado reduce considerablemente y eso lo evidencian las comunidades del sur. Por ejemplo, para Andalucía, la tasa de pobreza sin transferencias se eleva al 43,8%. Esa cantidad baja en 11,4 puntos porcentuales por efecto de la acción del Estado, con lo cual la tasa de pobreza real (oficial) queda, finalmente, en el 32,3%. Recordemos que, tras las cifras, hay personas: 11,4 puntos porcentuales representan casi un millón de andaluces en riesgo de pobreza.

Sin políticas distributivas la economía española podría congratularse por el crecimiento del PIB, o Andalucía podría darse satisfecha por haber dejado atrás el “infierno fiscal”, según palabras de Moreno Bonilla. Pero lo cierto es que sin redistribución y sin políticas de género, de vivienda o educación pública y de servicios sociales, la pobreza sigue siendo fuerte. En los últimos 4 años, en España. No dejan de crecer las personas que padecen pobreza energética, que no pueden permitirse una semana de vacaciones o comer carne dos veces a la semana.