“No habrá elecciones en junio. El compromiso del presidente conmigo es octubre”. Era el titular que el diario ABC de Sevilla le ponía a la entrevista con el vicepresidente de la Junta, Juan Marín, publicada el pasado 1 de abril, hace solamente diez días.

Lo cierto es que hace diez días las instituciones económicas coincidían en que la inflación iba a dispararse a consecuencia de la guerra de Ucrania, que había estallado mes y medio atrás. Es importante recordar ambas variables, inflación y guerra, porque son los argumentos esgrimidos ahora por San Telmo para justificar el adelanto electoral al mes de junio: la emergencia económica provocada por la guerra, dijo la semana pasada el presidente Juan Manuel Moreno, aconseja contar con unos nuevos presupuestos para 2023, tarea imposible si la convocatoria electoral se pospone a octubre.

Oficialmente, Moreno aún no ha tomado ninguna decisión, pero su afirmación el pasado miércoles de que Andalucía necesita unos presupuestos “para adaptar nuestra economía a la inflación y a las circunstancias como consecuencia de la guerra de Ucrania” fue interpretada unánimemente por los observadores y por la propia oposición como lo que parecía ser: que el presidente se había decidido por fin por el mes junio. 

Es cierto que en el Gobierno andaluz Marín no es el único en opinar que octubre es mejor opción que junio, pero sí lo es en haber presumido imprudentemente de que el presidente no tomaría una decisión sin contar con él. “Juanma y yo no haremos lo que Mañueco”, declaraba el 11 de febrero, solo dos días antes del batacazo del PP en Castilla y León que ya todas las encuestas auguraban.

El vicepresidente de la Junta y líder del partido naranja ha puesto buen cuidado en hacer creer a la opinión pública lo que él mismo parecía creer: que Moreno y él formaban algo así como un tándem regido por un cierto ‘tanto monta, monta tanto’.

El hundimiento de Cs, el ascenso del PP y la pujanza de Vox hacen que hoy suene a sarcasmo lo que en 2019, antes del naufragio naranja, todavía podía ser interpretado como expresión de un vínculo entre iguales: dos fuerzas a las que los comicios autonómicos de 2018 apenas separaban 2,4 puntos en apoyo popular, un 20,7 por ciento el PP y un 18,3 Cs.

El último Barómetro de la Junta, de marzo pasado, otorga al PP un 34 por ciento de los votos y a Cs un 4,3. Con tal distancia entre uno y otro partido, escuchar a Marín hablar todavía de “Juanma y yo” invita más a la piedad que a la burla.

La relación personal entre ambos es excelente y Moreno ha seguido tratando a Marín como si Cs no fuera desde hace al menos dos años una fuerza irrelevante, pero en San Telmo parecen haberse resignado a la idea de que va a ser de todo punto imposible ‘salvar al soldado Juan’.

La preocupación ahora del presidente es Vox. Cs ha sido un socio dócil pero Vox no lo será. Sea o no finalmente Macarena Olona la candidata de la extrema derecha, a quien lo sea no es probable que se le oiga lo que tantas veces se le ha oído a Marín: “Juanma y yo…”.