La crisis general, y la no menos desastrosa gestión de las arcas municipales malagueñas, han puesto en almoneda los compromisos que tenían los ediles gobernantes con la población

La antigua Prisión de Málaga se convierte en el foco de un conflicto entre Francisco dela Torre, alcalde del PP y María Gámez, portavoz socialista. Al primero le asiste el deseo de quitarse un mochuelo de encima y largárselo con incienso ala Universidad Católica de Murcia; a la segunda su vocación social, y un acuerdo de Pleno de hace tres años, que compromete en convertir el edificio en un centro de servicios culturales para los vecinos de la zona.

La primera respuesta al filtrarse la noticia del posible uso del edificio como sede en Málaga dela UCA, fue de la rectora, Adelaida dela Calle, que tiene plazas sobrantes en la UMA, como para que ahora le vengan con un shin-chan, sin otro pedigrí académico, que su ultramontana visión de la enseñanza, relacionada con el movimiento Neocatecumenal de los Kikos. No era Harvard lo que se nos avecinaba.

Unas huestes están contra el proyecto por una universidad laica, por la no privatización de un edificio público, por el respeto al compromiso plenario, por aprovechar lo que es de todos en activos culturales para la colectividad. Por otra parte a los comerciantes del barrio los azuzan, con el beneficio añadido que supondrán los cuaresmales alumnos consumiendo en tropel bocatas de lomo en manteca.

Hace tiempo que la realidad zanjó la polémica de si la Universidad debía estar inmersa en el tejido urbano, o si debiera seguir el modelo de Campus propio, como es realidad en el actual Teatinos. La ciudad tiene más arraigada en sus calles la banda de cornetas y tambores, y la panda de verdiales que la tuna universitaria, por eso de que somos nuevos en esa plaza.

A Wert le sobran universitarios, como le es propio al tan excepcional ministro del ramo. A las colas del paro y a nuestra emigración parecen que le sobran títulos, pero los seres humanos decentes tenemos que poner el conocimiento de nuestros congéneres por encima de las estadísticas coyunturales.

La crisis general, y la no menos desastrosa gestión de las arcas municipales malagueñas, han puesto en almoneda los compromisos que tenían los ediles gobernantes con la población. Al descalabro sin parangón del Museo de las Gemas, le añadimos el inabordable sueño de convertir el edificio del Astoria en una pirueta cultural a concretar, y para colmo sacamos a Fray Luis de León de prisión, para dejar su cátedra al servicio del perfecto matrimonio entre la Conferencia Episcopaly Kiko Arguelles, su animador creativo.

La presión económica no ha agudizado el ingenio de los populares, la Prisión les ha aprisionado las ideas, y las ansias de privatización les han deformado el sentido del buen hacer de lo público. Mañana, la bestialidad de un hotel mastodóntico en el dique de levante dejando la Farola como una linternilla portátil ¿quién será el Adelson que está detrás de cada cosa? Podríamos poner una sucursal de Eurovegas en Málaga con números romanos y parlando latín en los intramuros de la vieja trena.