En la sesión de hoy de control a la presidenta en el Parlamento andaluz, la expectación no estaba en lo que le dirían a Susana Díaz los portavoces del PP, Podemos o Izquierda Unida, sino en lo que le diría quien ha sido su socio parlamentario hasta la semana pasada.

Tras romper formalmente Ciudadanos el pacto de investidura con los socialistas, a quienes los naranjas culpan de incumplir el paquete de regeneración institucional incluido en el acuerdo que ambos suscribieron hace tres años, Juan Marín se estrenaba hoy como cuarto portavoz de la bancada contraria al Gobierno. La dureza del tono utilizado para zaherir a la presidenta fue tomada con bastante deportividad por Díaz, que prefirió centrar sus acometidas en el presidente nacional de Ciudadanos, Albert Rivera, verdadero en artífice, en su opinión, de la ruptura del pacto andaluz de estabilidad.

Fiel a su estilo flemático más propio de un británico Oxford que de un gaditano de Sanlúcar, Marín fue duro en los contenidos pero impecable en las formas. El líder de Cs procuró quitar hierro al hecho de que el PSOE ya no cuenta con su apoyo parlamentario: “Se habla mucho de inestabilidad, pero yo no veo ningún tsunami…”. “Pregúntele a su jefe de filas”, le replicaba la presidenta, “que lleva 96 horas hablando de inestabilidad de Andalucía”.

Tras esta primera réplica de Díaz, Marín se empleó más a fondo, y lo hizo en estos términos: “Ustedes se niegan a cumplir las reformas en regeneración institucional como los aforamientos o la ley electoral, por lo que es usted quien debería explicar por qué no va a cumplir lo pactado. Recuerde que es usted presidenta porque firmamos ese acuerdo de investidura, que tiene su firma; en cambio no la tiene este otro documento con nuestra propuesta sobre supresión de los aforamientos, que sí firmó Podemos con nosotros. Cumpla su palabra”.

Tampoco en su segundo y último turno de réplica entró a matar la presidenta. “Le tengo aprecio y respeto, pero el papel de dóberman de la derecha en usted no es creíble. Y recuerde que soy presidenta porque me votaron los andaluces”. Díaz descartó cambiar sin consenso de la Cámara la ley electoral: “Eso lo hizo Cospedal, pero yo no lo hago; las reglas de juego se cambian entre todos”.

Concluyó la presidenta su intervención regresando a la metáfora del dóberman, bastante celebrada en la bancada socialista aunque no tanto en la naranja: “No permita que lo disfracen, porque en ese momento dejará de ser creíble”. No pareció, por cierto, que el tono algo condescendiente de Díaz irritara u ofendiera a su antiguo socio