La expresión castellana ‘hacer agua’ o ‘hacer aguas’ tal vez sea la que mejor define lo que en estos momentos sucede en el hasta ahora sólido bloque parlamentario de PSOE y Ciudadanos que sostiene al Gobierno de Susana Díaz. El diccionario atribuye a la expresión el significado metafórico de “mostrar debilidad o empezar a fracasar”, y eso es exactamente lo que se desprende de las declaraciones hechas ayer por el presidente del partido naranja, Juan Marín, y hoy por el portavoz parlamentario socialista, Mario Jiménez.

Ninguno de los dos partidos da por roto el pacto de investidura que ha garantizado la estabilidad parlamentaria a lo largo de los últimos tres años, pero el tono seco y desconfiado que se advierte en las palabras de Marín y Jiménez en este animado arranque del curso político indica una divergencia que va más allá de una mera puesta en escena de cara a la galería de discrepancias que en última instancia serían insignificantes.

“Estrategia de largo recorrido”

Si ayer Juan Marín reprochaba al PSOE no haber cumplido sus compromisos de investidura en materia de regeneración democrática, por lo cual Ciudadanos no negociará el Presupuesto de 2019, este jueves Mario Jiménez se despachaba sin paños calientes con sus socios de investidura: “Ciudadanos está en una estrategia de largo recorrido tras la moción de censura a Mariano Rajoy, tras la que la deslocalización de su líder Albert Rivera lo ha llevado a confrontar e ir contra la estabilidad de Andalucía”. Para el líder socialista, “lo que le escuchamos ayer a Marín es un paso más en esa dirección”, de manera que quien ha venido haciendo “posible la estabilidad, ahora está compartiendo estrategia con el PP, parece que intentado forzar las elecciones”.

Jiménez no dio por rotas las relaciones con Ciudadanos –“creemos que hay trabajo por hacer y eso tiene que reconsiderarse”– pero dejó bien claro que situaba al partido naranja “en la alianza de intereses” del resto de partidos de la oposición para acelerar el fin de la legislatura. “Es un problema de nervios con el PP de Andalucía”, sentenció malicioso Jiménez.

Excusas y motivos

El motivo de discordia al que aludió Marín –la negativa del PSOE a suprimir el aforamiento de los parlamentarios– no tiene para Jiménez entidad suficiente como para poner en riesgo la estabilidad andaluza: “Lo que plantea Ciudadanos es una reforma del Estatuto para abordar ahora, a siete y ocho meses del final de la legislatura; una materia de ese calibre no tiene sentido abordarla de manera territorial y parcial, sino con un gran acuerdo en el marco del Estado”.

El telón de fondo de las discrepancias entre ambos partidos trasciende el ámbito meramente andaluz. El golpe de audacia de Pedro Sánchez haciéndose con la Presidencia del Gobierno con una moción de censura dejó a Albert Rivera en una posición relativamente desairada: la centralidad que ocupaba hasta entonces en el tablero político le había sido súbitamente arrebatada. Rivera intenta recuperarla acosando al Gobierno con asuntos como la inmigración o Cataluña, dos ríos particularmente revueltos donde el nuevo PP de Pablo Casado también intenta pescar votos.

Doble o nada

¿Persigue Ciudadanos, como sugiere el PSOE, que Susana Díaz adelante a este año las elecciones, que tocan en marzo? Desde luego, Albert Rivera sí lo está en que Pedro Sánchez dé por terminada cuanto antes la legislatura, pero el presidente no demuestra tener muchas prisas en ese sentido. ¿Confía Rivera en que un adelanto en Andalucía arrastrara a Sánchez a hacer lo mismo en España? Demasiado rebuscado, pero tal vez.

Aunque para Ciudadanos, muy bien situado hoy por hoy en las encuestas, no parece mala opción ir cuanto antes a las urnas en Andalucía, entre sus planes no figura compartir con la presidenta los costes de un adelanto que PP, IU y Podemos se apresurarían a criticar con gran aparato dramático y ese punto de sobreactuación propio de los partidos de la oposición en estos casos.