José Luis Sanz lleva lo bastante en política y casi siempre en cargos públicos, algunos con tanto merecimiento como la Alcaldía de Tomares, que no será esta la primera vez que se ha equivocado. Pero sí tal vez una de las pocas en que tenía a mano la opción de no equivocarse. Y la descartó.

En la controversia del alcalde de Sevilla, Antonio Muñoz, con la Consejería de Turismo de la Junta, a la que acusa de haber favorecido taimadamente a Málaga para que obtuviera, frente a Sevilla, una conexión aérea directa de Andalucía con Nueva York, el aspirante del PP a desalojar al regidor socialista ha decidido alinearse sin disimulos con la capital de la Costa del Sol, en vez de hacerlo con los intereses de la ciudad que pretende gobernar. Ha podido más en Sanz su irrefrenable pulsión antisocialista que sus más elementales deberes con Sevilla. 

Ante la airada queja de Muñoz, que ve demasiado malagueño en la Consejería de Turismo como para no sospechar de que algún 'boquerón' haya movido hilos en favor de su ciudad, Sanz optaba por disparar contra el regidor rojo: “Cuando Sevilla llega, Málaga lleva años trabajando. El problema –añadía ufano– es el pésimo trabajo de posicionamiento turístico de la ciudad que ha hecho Muñoz en siete años, donde ha perdido toda credibilidad”.

Había otras maneras de terciar en la polémica electoralmente más interesantes y favorables para Sanz. Aun soterrados u oblicuos, los elogios a Málaga son mala carta de presentación para pedir el voto a los sevillanos. Habría sido más inteligente limitarse a enumerar las muchas virtudes de Sevilla y comprometerse a arrimar el hombro para posicionarla en el contexto turístico internacional aún mejor de lo que está (que igual, por cierto, ya está posicionada demasiado bien, tanto que, a imitación de Barcelona, cualquier día la ciudad puede acabar ahogada bajo el peso de los huevos de oro que, desde hace años, no cesa de poner la Gallina del Turismo).

Sobre las sospechas de Muñoz no estaría mal, por cierto, que el nuevo y todavía invisible consejero de Turismo Arturo Bernal diera explicaciones más detalladas que aclarasen por qué una ciudad que triplica a la otra en el volumen anual de turistas norteamericanos ha sido descartada por United Airlines. ¿Ha tenido algo que ver en la decisión la Consejería de Turismo? Habrá que esperar a esas explicaciones del consejero para ver si convencen a Sevilla. Que la Junta de Andalucía viene escorándose hacia Málaga es obvio, pero tampoco hay que escandalizarse demasiado por un pecado que en absoluto es nuevo en la política andaluza o nacional, donde beneficiar al pueblo de uno es una tradición que pocos políticos se atreven a desatender.

José Luis Sanz no era el candidato del presidente para competir por la Alcaldía de Sevilla. Juan Manuel Moreno tuvo que comérselo a palo seco y sin guarnición porque no le quedó más remedio, cuando la entonces presidenta provincial del PP Virginia Pérez se lo sirvió salpimentado, cocinado y envuelto en celofán. El manjar tomareño estaba, ciertamente, a medio hacer, pero Pérez –hoy un alma en pena que pasea melancólicamente por Sevilla con la cabeza en la mano– se salió con la suya. 

Quizá por eso, porque se sabe un convidado de piedra en los banquetes presidenciales, Sanz siempre está presto a hacer méritos y defender a la Junta aun cuando tal defensa pueda, como en este caso, perjudicarle a él mismo, y no porque las sospechas del alcalde de Sevilla estén bien fundadas, que en rigor todavía no sabemos si lo están, sino porque en toda batalla con Málaga, aun siendo tan incruenta y colateral como es esta de la línea aérea, quien aspire a ser alcalde de Sevilla no puede, por definición, alinearse con el enemigo.