Anoche, José Antonio Griñán no estuvo solo. Condenado de forma inverosímil por la Audiencia de Sevilla en el caso de los ERE a seis años de cárcel por malversar un dinero que nunca pasó por sus manos y a la espera de que el Tribunal Supremo estime el recurso en el que argumenta su inocencia, el expresidente de la Junta de Andalucía estuvo excepcionalmente arropado ayer en Sevilla por sus compañeros del Partido Socialista, durante la presentación de su libro ‘Cuando ya nada se espera’, aparecido en una cuidada edición del sello Galaxia Gutenberg.

Familiares, amigos y políticos socialistas que tuvieron en el pasado o tienen en la actualidad responsabilidades institucionales u orgánicas abarrotaron el salón de la Fundación Cajasol, donde el exvicepresidente del Gobierno Alfonso Guerra hizo un exhaustivo recorrido por el libro, al tiempo que defendía la honorabilidad de su autor, con quien en opinión del ex número dos socialista la justicia no está siendo justa: “La suya es una condena por inferencia, no por acciones concretas”.

Antecedieron a Guerra en el turno de intervenciones la periodista y escritora Mercedes de Pablos y el alcalde de Mairena del Aljarafe Antonio Conde, que también demostraron haber leído a fondo el libro: “imprescindible y muy bien escrito”, dijo con exactitud De Pablos; “un alegato contra la ignorancia y la manipulación”, proclamó justiciero Conde.

‘Cuando ya nada se espera’, que toma el título de un poema de Gabriel Celaya cantado por Paco Ibáñez, se enmarca en un género híbrido que participa simultáneamente de la historia, la sociología, el ensayo y las memorias, aunque el peso de sus cerca de 600 páginas lo acapara el relato cuidadosamente documentado de la Transición, de la que el autor, actor significado también de la misma, hace una enérgica y bien informada defensa que sin duda Alfonso Guerra, uno de sus paladines de primera línea de fuego, comparte.

Para Alfonso Guerra, “la Transición es lo mejor que hemos hecho los españoles en tres siglos” y ‘Cuando ya nada se espera’ es el libro que mejor la retrata porque su lectura “nos ahorra la de una decena de libros”. La obra del expresidente de la Junta es, en efecto, un ecuánime y ponderado compendio de medio siglo de la historia de España y muy especialmente de los diez años posteriores a la muerte de Franco. Griñán no hace ninguna revelación espectacular, pero de su libro bien pude decirse lo que el Borges maduro decía de sí mismo, que a su edad "importaba más la verdad que la novedad".

Dijo Guerra de la obra que es “un libro claro, preciso, denso, contundente, trufado de ilustración y de emociones y muy bien escrito que evidencia en su autor una amplitud de lecturas que no es muy habitual en un político”.

El vicepresidente socialista también resaltó la circunstancia de que José Antonio Griñán llegó a la socialdemocracia bastante antes que buena parte de sus compañeros del Partido Socialista, cuando durante toda la década de los 70 militantes y dirigentes se debatían entre marxismo sí o marxismo no pero sin acabar de darle su sitio a la libertad o cuando tanto les costaba admitir los crímenes y atrocidades del comunismo porque eso habría sido dar munición al enemigo.

Toda la obra de Griñán está, subrayó Guerra con sagacidad de lector experimentado, impregnada de la idea de que “no existe una doctrina que valga más que la dignidad de una persona”. Una dignidad, añadió, que el capitalismo sin freno puede arrasar en estos tiempos en que, pese a ser “el único sistema económico que ha acogido o soportado la democracia, está provocando su degeneración”.

De todo eso escribe Griñán, que cerró la presentación recordando que su libro era la respuesta que había intentado dar a su hijo Manolo, quien había puesto en duda que la dedicación de su padre a la política hubiera sido una buena idea. Tras la lectura del borrador, su primogénito cambia de opinión y así lo recoge el autor en el tramo final de la obra.

Para Griñán, los políticos y los ciudadanos de su generación “hicieron de la Transición la historia más hermosa del siglo veinte, y era muy difícil hacerlo, lograr un consenso como jamás se había vivido en este país. He querido explicar lo que vivimos y contestar a mucha gente que se atreve a hablar del ‘régimen del 78’ sin haberlo vivido. Hicimos la primera Constitución española no militante, basada en el principio de que por mucha gente que profese una idea, nunca podrá imponérsela a los demás. Hoy –concluyó– hemos de encontrar un espacio de convivencia, porque la democracia es ser educado y ha llegado el momento de empezar a practicar ese principio; no podemos estar convencidos de que estos son malos y aquellos son buenos, porque no es cierto”.

Olvidando desaires y desconsideraciones del pasado a raíz de su imputación en el caso de los ERE, Griñán terminó con estas sentidas y educadas palabras: “Sigo queriendo a este partido como a pocas cosas en mi vida”.

A la misma hora, por cierto, que se presentaba ‘Cuando ya nada se espera’, la Fundación Cajasol había programado dos actos más: uno de cofradías y otro de toros. De ambos da cumplida información la cuenta oficial de Twitter de la fundación; no así del libro de José Antonio Griñán. Al menos hasta el mediodía de hoy, su web institucional tampoco incluía en la sección de 'Noticias destacadas' la presentación de la obra del expresidente, aunque sí otras noticias como la referida a un "seminario sobre el uso y tradición de la mantilla" o a un programa de mano de la Semana Santa de Córdoba.