La sequía continúa asolando a Andalucía. Los niveles de agua embalsada apenas superan el 20% y las restricciones se ceban con la población de las zonas costeras, la Axarquía malagueña o la Sierra de Huelva. La peor parte se la lleva la agricultura. Pero, por suerte para los campesinos andaluces, Sevilla es desde diciembre sede de la Agencia Espacial Española. Aparentemente, son dos noticias inconexas, pero no.

Los campos andaluces cuentan con un nuevo aliado que viene del cielo, no hablamos de lluvias sobrevenidas tras plegarias, sino de una revolucionaria manera de observar, analizar y predecir. Los satélites del programa Copérnicus y la Inteligencia Artificial (IA) ya funcionan para mejorar la agricultura de precisión en el Valle del Guadalquivir.

La Universidad de Sevilla (US) ha conseguido hacerse con una de las tres líneas de investigación de la ESA por la que pugnaban candidaturas de todo el mundo. Los tres proyectos están dirigidos a combatir el hambre en el mundo, a mejorar la estimación y predicción de cosechas. La línea que recae en la US se centra en identificar elementos estresores en cultivos, como son olas de calor, sequías prolongadas, calidad de las aguas y el suelo o la aparición de plagas. 

La Agencia Espacial Europea (ESA) ha elegido el Departamento de Geografía Física de la US para el programa EO4 Cereal Stress. El contexto para la investigación en el Bajo Guadalquivir no podría ser más oportuno en lo local y global: el proyecto responde a la situación de emergencia mundial por el cambio climático, la crisis alimentaria del grano por la guerra de Ucrania y la sequía que padece el Mediterráneo y en especial Andalucía.

Detección satelital y trabajo de campo

A partir de ahora, los elementos bióticos como son las plagas o enfermedades en las plantaciones o factores abióticos, como son las sequías el cambio climático y las sequías que estresan a las plantas, no serán cuestiones con las que lidiar una vez sobrevenidas, sino elementos integrados en una planificación calendarizada y prevista… como consecuencia, campos más resilientes y con más garantías de éxito.

“Nos escogieron por nuestro conocimiento experto en teledetección y detección próxima, contamos con una experiencia y un equipamiento muy singular en nuestro departamento”, cuenta a ElPlural.com el profesor del Departamento de Geografía Física y Análisis Geográfico Regional de la US, Víctor Rodríguez Galiano, uno de los artífices del proyecto.

El laboratorio de teledetección de Sevilla es pionero a la hora de integrar los datos de satélites y de cámaras hiperespectrales que realizan trabajo de campo. “Los sensores con los que trabajamos para la teledetección son muy pesados y caros, pero hemos conseguido integrarlos en drones”, detalla Rodríguez Galiano. La US forma parte de un consorcio con otras universidades de Reino Unido, Holanda, Austria o Canadá.

La capacidad de análisis con la que cuenta la US es enorme, habitualmente el mapea agrario se venía realizando con sistemas que manejaban 4 ó 6 longitudes de onda, “nosotros, con nuestros sensores hiperespectrales podemos barajar hasta 537 longitudes de onda”, detalle Galiano.

Un mundo por descubrir

El trabajo de campo se lleva a cabo en suelos de la Federación de Arroceros de Sevilla, la principal área de producción de arroz en España y una de las mayores de Europa, con cerca de 40 mil hectáreas en cultivo. Este año, precisamente, la comarca del Bajo Guadalquivir no ha cultivado por la falta de garantías hídricas y los peligros de salinización de la tierra.

Por eso, las basta ampliación de la capacidad de observación y análisis de los campos es una oportunidad más que esperanzadora, ya que permitirá medir, cuantificar y prever el comportamiento de muchos detalles que, hasta ahora, no ofrecían información de valor añadido.

Los espectroradiómetros que sobrevuelan con drones los arrozales sevillanos ofrecen datos precisos de medidores de índice de área foliar o medidores de clorofila, por ejemplo. “Todos esos datos los combinamos con la observación de los nuevos satélites hiperespectrales de la ESA y los Sentinel 2 … todo esto es la antesala del gran proyecto futuro europeo, el satélite Copernicus Hyperspectral Imaging Mission for the Environment (CHIME)”.

Desde la US trabaja en la creación de nuevos algoritmos que permitan prever el estrés en los arrozales del Guadalquivir. Se podrán desarrollar modelos de IA que predigan, por ejemplo, los pigmentos de plantas para analizar la aparición de plagas, analizar el estrés hídrico o el impacto de la salinidad y así, desarrollar modelos de cosecha “distintos, atendiendo a variables muy diversas con más precisión, dentro de una misma hectárea”.

Cómo hemos llegado hasta aquí

Gran parte de la ciudadanía puso en duda la apuesta de Sevilla por la industria aeroespacial por considerarla poco ligada a las “cosas de cada día y del comer”. Este proyecto pionero aclara mucho sobre el futuro de la AEE y la relación con la ESA en Sevilla.

Investigadores como Rodríguez Galiano, que fue pionero a la hora de formarse y experimentar con el mapeo satelital de áreas agrarias analizadas mediante machine learning e IA, hace 15 años, no pueden evitar un tono de orgullo al apreciar que el futuro ya sobrevuela los campos del Bajo Guadalquivir.

Este EO4 Cereal Stress está dotado con 400.000 euros. Si el proyecto ofrece los resultados esperados en esta fase, dará paso a una segunda etapa más ambiciosa. Por lo pronto, las soluciones y hallazgos para para los agricultores serán de acceso libre y gratuito en los próximos tres años. Contaremos con más información de calidad y garantías para responder a los emergentes retos que plantea el cambio climático.

En el futuro, el azar y la mala suerte lo tendrán más difícil para someter a los campos andaluces y europeos.