Me gusta más el arte abstracto que el figurativo. La abstracción artística permite al espectador mayor libertad a la hora de imaginar lo que representa una obra, sea esta pictórica o escultórica. El arte figurativo limita la libre interpretación a la disyuntiva: me gusta/no me gusta porque no deja a la imaginación volar por su cuenta. Viene esta disquisición a cuenta de la ola iconoclasta que recorre el planeta y que en España tan sólo ha llegado a manchar alguna que otra estatua con pintadas.

Por eso prefiero los monumentos abstractos, como el erigido en Sevilla a la tolerancia obra del vasco Eduardo Chillida, que las estatuas figurativas a los próceres de la patria que siempre arrastran biografías controvertidas y en demasiadas ocasiones poco ejemplares.

Los monumentos y las estatuas recuerdan las gestas del poder, pero pocas veces a los que han sufrido la opresión de los poderosos. Los hombres ganan por goleada a las mujeres en número de recuerdos escultóricos en cualquier ciudad del mundo. Reyes, nobles y militares se llevan la palma en el elenco de personas inmortalizadas por escultores y escultoras.

Ahora mismo  tenemos la ocasión de no caer en los errores del pasado, muchos profesionales de la salud se han pronunciado ya en contra de las iniciativas de sembrar nuestros pueblos y ciudades con esculturas y monumentos a los sanitarios. Han recordado que el mejor homenaje es mejorar sus medios y sus condiciones de trabajo para poder hacer frente con garantías y seguridad a los virus por venir.

Buena parte de los problemas que afrontan las sociedades contemporáneas encuentran su raíz en un pasado que ha ignorado a los vencidos, a los más débiles, a los marginados y a los discriminados por su raza, sexo, religión o, simplemente, por ideas diferentes a las dominantes en su época.

Por eso son tan importantes las políticas de memoria para no dejar atrás a nadie, para corregir los olvidos del pasado, para saldar deudas históricas y para encarar la salida de esta crisis universal con un talante más inclusivo e igualitario.