Los efectos de la plaga de mosquitos que se vinculan al virus del Nilo en las poblaciones del Bajo Guadalquivir no para de crecer. Utrera, Los Palacios, Palomares, Dos Hermanas, Bollullos, La Puebla del Río y Tomares, son ya al menos 7 municipios de Sevilla en los que se registra la presencia del virus del Nilo Occidental.
La semana pasada falleció una mujer de 71 años en Dos Hermanas, esta semana en la provincia de Sevilla ha habido un nuevo afectado de 72 años y Salud Pública ha detectado el virus en un hombre de 65 años que falleció el pasado 12 de julio. Además, una vecina de la Puebla del Río de 86 años está hospitalizada con meningitis. Sus síntomas se hicieron notar el 11 de julio, su familia alza la voz, “necesitamos soluciones ya, no quiero que nadie más pase por esto”, dice el hijo de la afectada, Antonio Pineda.
La localidad de la Puebla del Río es ya una habitual en la vinculación a los mosquitos que despliegan el virus del Nilo Occidental (VNO). Este día 19 ha ascendido al nivel 5, el máximo grado de alerta ante la plaga de mosquitos. La familia de Antonio Pineda conoce bien los riesgos de vivir en un municipio tan expuesto a las picaduras. “Primero fue mi padre -ya fallecido-, hace 8 años, ahora es mi madre”, explica Antonio.
Cuando asistieron al hospital Virgen del Rocío, su madre no fue ingresada, solo tenía fiebre. La familia alertó de que los síntomas eran similares a los que ya había sufrido el padre hace años. Un día después, la madre de Antonio Pineda empezó con dificultades de movilidad, hoy se debate entre la vida y la muerte afectada por una meningitis que desarrolla la fiebre del Nilo.
La fiebre no tiene un tratamiento específico. Los efectos de esta dolencia van desde el cuadro de una gripe normal a problemas neurológicos y hasta la muerte. La meningitis es uno de los síntomas que se repiten en los casos de gravedad. Sin embargo, el 80% de las personas que han tenido contacto con estos mosquitos no desarrolla ningún síntoma. Solo una de cada 150 personas desarrolla los síntomas más peligrosos.
Necesidad de prevención
Los arrozales que ocupan 36.000 hectáreas en torno a la Puebla del Río se han inundado este año a finales de mayo. Los casos en humanos vienen surgiendo bien entrado el verano, en agosto, pero este año las lluvias de marzo y las temperaturas más suaves han adelantado el proceso. Para prevenir la aparición de larvas, a las pocas semanas deberían haberse iniciado tratamientos larvicidas para prevenir la plaga.
Desde el Ayuntamiento de la Puebla del Río llevan años reivindicando mayor flexibilidad para poder actuar en los arrozales. Debido a la proximidad de la localidad de la Puebla del Río a Doñana, no se puede fumigar sin una autorización especial.
La casuística hace que la campaña de vigilancia del Virus del Nilo reúna a la Junta de Andalucía, la Diputación y los Ayuntamientos, bajo el abrigo científico del CSIC. En 2023 se capturaron cerca de 50.000 mosquitos, pero la realidad de este 2024 evidencia que son necesarias más medidas. “Nuestro entorno es una bendición por la naturaleza y la agricultura, pero por el mosquito no puede convertirse en un lastre”, reflexiona Antonio Pineda.
Desde la localidad lamentan que la protección medio ambiental limite la capacidad de acción a la hora de fumigar hectáreas contra el mosquito. Piden a la Junta de Andalucía la creación de un cuerpo de trabajo preventivo que opere los 365 días del año, “no solo cuando el incendio ya está en marcha”. Por su parte, la Junta de Andalucía lleva el monitoreo y el control de la presencia de los mosquitos transmisores, pero son los Ayuntamientos, apoyados por la Diputación provincial, los que tienen que poner los medios para luchar contra la plaga. Desde el consistorio explica que no tienen más medios. “La Junta pone la inteligencia y nosotros la infantería”, explican. La Junta alude a que luchar contra una plaga es una cuestión sanitaria. Pero desde Puebla del Río recalcan que los mosquitos sí pueden ser de su competencia, pero no un virus, “eso es una cuestión sanitaria y las competencias son de la Junta”.
El consistorio espera que la Junta deje de arrastrar los pies y asuma más competencias para hacer frente a un riesgo que precisa de una respuesta que excede de la fumigación. Los Ayuntamientos usan larvicidas en el núcleo urbano. Cuando la situación es de extrema gravedad -nivel 5- pueden usar adulticidas, una fumigación que ataca directamente a los mosquitos adultos en vuelo. Sin embargo, “esto es matar moscas a cañonazos”. Recalcan que son necesarias medidas ante un problema de cambio climático, faltan depredadores naturales como murciélagos o vencejos, que serían mucho más efectivos. Sin duda, estas medidas naturales ya llegan tarde para este 2024.
Desde la Consejería de Salud y Consumo de la Junta insisten en la necesidad de que la población mantenga las medidas preventivas para evitar picaduras, sobre todo en las horas de cercanas al amanecer y posteriores al atardecer. Pero los vecinos, dicen, ya cumplen, “aquí a nadie se le ocurre salir por las zonas del arrozal en esos horarios, no hay nadie sin mosquiteras y todas las casas están llenas de químicos y repelentes de mosquitos”, lamenta Pineda, que pide algo más que recomendaciones de la administración: “Se pasan la pelota unos a otros, pero mientras, mi madre se debate entre la vida y la muerte”.
Un enemigo cada vez más conocido
Tras años conviviendo con estos mosquitos, desde el CSIC vinculado a la cercana Estación Biológica de Doñana monitorean la evolución de los focos con un mapeo. Jordi Figuerola, investigador del CSIC en la Estación Biológica de Doñana lleva años previniendo sobre el riesgo para humanos y, sobre todo para otros animales, que reporta este mosquito. Hablamos de un virus que está en Andalucía de la mano de las aves migratorias. Cuando un mosquito común conecta con estas aves deviene en portador y ahí entra el riesgo de contagio con otras especies: sobre todo caballos y, en menor medida, humanos tras la picadura.
Figuerola explica que existe constancia de este virus en aves, mosquitos o caballos desde 2003. De hecho, la Junta de Andalucía monitorea la aparición de focos desde 2011. Fue en 2013 cuando se multiplicaron los casos en caballos con 35 focos que se extendieron desde Cádiz a las provincias de Huelva y Sevilla. 2020 fue el año con más focos y positivos equinos registrados en una estadística que, con picos, tiende al alza.
El entorno de la Puebla del Río es un hábitat lógico para la expansión de este mosquito. Junto al Guadalquivir en Sevilla está una de las mayores concentraciones de arrozal en todo el continente europeo que, durante varios meses, permanece inundado. La presencia del agua en superficie es el caldo de cultivo idóneo para las larvas de las que proviene la plaga de mosquitos. Además, en la región hay también numerosas explotaciones ganaderas y equinas, que elevan el riesgo de contagio.