Dicen que no hay que hacer leña del árbol caído, pero en política ya se sabe que las cosas son menos sencillas, y es que Ciudadanos está caído pero no muerto. De sus más inminentes decisiones dependerá el que todo esto haya sido un infarto del que se pueda salir o el inicio de una agónica muerte.

Al partido liderado por Albert Rivera le toca reflexionar mucho. Le toca lo más difícil, hacer autocrítica, pero para empezar primero deberían salir de su visión de la política a golpe de encuesta. Vaya por delante que lo dudo mucho, pero a un partido que podría habernos servido para mucho a nivel nacional merece la pena esforzarse para que, sino ellos otros, tomen buena nota.

Cuando se va a elecciones hay que tener muy presente que si bien todos se postulan para ser capitán del barco, al final solo puede haber un capitán y el resto es ubicado en otras posiciones de menor grado, igualmente importantes, por la voluntad popular. Puede que vayas para capitán y tengas madera de capitán, pero tras unas elecciones te puede acabar tocando ser ingeniero de máquinas o incluso grumete. Si no consigues tu victoria electoral, y no sumas con otros, te toca ceder, porque tu rol no es dirigir la embarcación.

El bloqueo institucional permanente que hemos vivido en este reciente tiempo político no solo tiene su raíz en la dificultad de acuerdo entre los partidos de izquierdas, sino también en la negativa de los partidos de derechas a ocupar otro cargo que no fuera el de capitán en su responsabilidad con el estado y todos los españoles. Lo dejo claro por escrito, no es necesario realizar un intento de secesión para violentar el normal funcionamiento del estado, pues ha bastado con la pueril actitud de la derecha y particularmente de Ciudadanos para dejar a todo el gobierno de la nación en una situación muy débil, tanto cuando gobernaba Mariano Rajoy como ahora con Pedro Sánchez.

Ciudadanos que ahora pacta hasta con la ultraderecha, entonces no pactó con Mariano Rajoy, por corrupción decían, pero en Madrid por corrupción los sostienen. Cayó bajo en la mutua exclusión con Podemos para acabar no dando números con Pedro Sánchez. Se acabó forzando que el PSOE fuera el único partido de la oposición que verdaderamente trabajó por la gobernabilidad y estabilidad del país, y por supuesto con respeto a las urnas ante un PP reforzado en la repetición electoral. Aunque esta responsabilidad recaía en Ciudadanos, estos se negaron. Eso de anteponer el interés general ya tal. Un favor de estado que la derecha no devuelve tras cuatro elecciones perdiendo ante los socialistas.

A Ciudadanos le tocaba en mayo ser el que hiciera posible un gobierno. 180 escaños sumaba con el PSOE. Ni reunirse con los socialistas consintieron. Era más importante la pugna por la derecha. La consecuencia de los pactos a tres con PP y VOX ha resultado en la subida y refuerzo de la ultraderecha. Creerán que son compañeros de viaje pero se equivocan, ellos no comparten ninguno de los principios liberales que tanto estaba en el ADN de la formación naranja cuando se hizo notar en el mapa nacional.

No se puede estar en el centro político y a la vez discutiendo la derecha con el PP. NO SE PUEDE. Coyunturalmente, por debilidad del PP de Casado, hubo una ventana de oportunidad muy estrecha, pero eso ya pasó. Pasó en las anteriores elecciones, repetir discurso para este pasado 10N fue de ciegos. Ya habían perdido esa guerra y no lo querían saber. Sumaban con el PSOE y ni siquiera hicieron una propuesta seria en meses. La debacle electoral pocas veces ha sido más merecida y más proporcional a la gravedad de los errores.

Nuevamente estamos ante una encrucijada. El único gobierno posible es el del PSOE, en la forma que puedan pactar con Podemos y el resto de fuerzas. La repetición electoral ha dejado la situación más focalizada en cuanto a posibilidad de acuerdo, pero con menos fuerza en escaños. Nuevamente la actitud de la derecha es eludir la responsabilidad que le toca para facilitar la gobernabilidad. Ahora es el momento de los socialistas. ¿Cuántas elecciones hay que ganar para que se entienda esto? La derecha no tiene capacidad de poner otra alternativa sobre la mesa. Manuel Valls con Colau dio una lección sobre lo que es abstenerse por responsabilidad y coherencia política. La abstención de Ciudadanos sería el primer paso acertado de un camino para la redención política. Si no lo entienden, lo diré claramente, hacer lo contrario significará la extinción y de Ciudadanos no quedará ni el recuerdo.