Juan Marín y Juan Manuel Moreno están permitiendo lo que jamás habría permitido Javier Arenas o permitirían Susana Díaz, Teresa Rodríguez o Antonio Maíllo: que el cesto andaluz se teja con mimbres –y tejedores– madrileños. 

Líderes vicarios ambos, los Juanes están negociando en Sevilla una letra cuya música se compone lejos, en la capital de España, donde Teodoro García Egea y Javier Ortega Smith se reunían para hablar del futuro… de Andalucía.

Hasta ahora el mantra Hay que echar al PSOE lo devoraba todo: el PP y Cs podían hacerse perdonar su virtual alianza con Vox mientras siguiera sonando a todo volumen la murga antisocialista que prometieron a sus votantes.

Cosa de Madrid

Tan fuerte sonaba esa música tras el 2D que ni siquiera escandalizó que inmediatamente después de las elecciones fueran Albert Rivera y Pablo Casado, líderes nacionales de Ciudadanos y el Partido Popular, quienes protagonizaron la primera negociación sobre el futuro de Andalucía.

Así lo avanzaba el pasado 7 de diciembre EL PLURAL, al que fuentes populares aseguraban que el acuerdo estaba hecho y que sus mimbres principales eran estos: Juanma Moreno, presidente de la Junta; Juan Marín, vicepresidente; la diputada naranja Marta Bosquet, presidenta del Parlamento; y reparto equitativo entre los dos partidos de las consejerías del Gobierno andaluz.

Este último punto PP y Cs preveían cerrarlo y presentarlo públicamente este miércoles. No contaban con un serio contratiempo: el órdago de 19 puntos arrojado este martes por Vox sobre la mesa de negociación con el PP acapara todos los focos operativos en el escenario andaluz.

Conviene subrayar que en esas fechas de diciembre Vox, partido genuinamente antiautonomista, todavía no había entrado en la partida: su único mensaje entonces era que ellos no serían obstáculo para el cambio. Sin embargo, el menosprecio estatutario de PP y Cs que hace un mes apenas mereció reproche público, ahora sí lo está mereciendo. Y mucho.

Palos (y algo más) en la rueda

En los últimos días, ni siquiera el summum estratégico del cambio ha podido seguir camuflando el ninguneo a la autonomía andaluza que supone el hecho de que sean los líderes nacionales del PP y de Vox quienes estén negociando cuál será el marco simbólico dentro del cual haría sus políticas el futuro Gobierno andaluz.

Un marco, un perímetro que Cs dice haber dibujado a solas con el PP, pero que necesita el sello de Vox para tener validez. Y, obviamente, antes de poner su membrete Vox quiere redibujar a su gusto el trazado provisional negociado por PP y Cs. De hecho, si sus rudas exigencias iniciales en materia de igualdad de género ya venían siendo un palo en la rueda del pacto PP-Cs, el documento de 19 puntos difundido este martes es mucho más que eso: es la voladura de la rueda misma.

Riesgos y humillaciones

Basta leer el primer punto para entrever los riesgos –y humillaciones– que se ciernen sobre la autonomía andaluza: “1. Declaración institucional de la presidencia de la Junta a favor de la apertura de un proceso nacional de devolución al Estado de las competencias de Educación, Sanidad, Justicia y Orden Público. Y que promueva la libertad e igualdad de todos los españoles. Propuesta de reforma estatutaria para suprimir el término realidad nacional”.

Ciertamente, aunque hayan puesto sobre la mesa de la negociación su programa de máximos titulándolo ‘Propuestas de Vox para la investidura del presidente de la Junta’, nadie piensa que la formación neofranquista vaya a tensar tanto la cuerda como para llegar a romperla. Pero sí está haciendo valer el hecho aritmético de ser el partido sin cuyo visto bueno las otras dos derechas nunca podrán desalojar al PSOE.

De momento, las admoniciones del PP y el desdén de Cs no parecen haber hecho mella en los ultras. Convencerlos de que invistan presidente a Moreno puede resultar bastante más oneroso de lo que preveía el PP y temía Ciudadanos.