Los tres se juegan mucho y están, por tanto, obligados a desconfiar los unos de los otros. Llegarán a un acuerdo porque no pueden no llegar a él. Sus votantes no les perdonarían que, pudiendo hacerlo, no desalojaran al PSOE de la Junta de Andalucía.

Sus órdagos, enfados, amenazas, advertencias, ultimátums…, nada de todo eso es teatro: no están escenificando una obra, simplemente están escribiéndola. Y escribir una obra a toda velocidad y a seis manos es complicado.

El PP tiene prisa, Ciudadanos tiene vértigo y Vox tiene cabreo. Los tres se saben atrapados en una partida de la que no pueden escapar y cuya singularidad es que ninguno de los jugadores puede abandonarla como perdedor.

El PP tiene prisa porque ya tiene amarrado el premio gordo de la Presidencia de la Junta y quiere disfrutarlo cuanto antes. Ciudadanos tiene vértigo porque la vicepresidencia y un puñado de consejerías no son, ciertamente, la pedrea pero tampoco el premio gordo y además pueden salirle muy caras debido a los votos de Vox. Y Vox tiene cabreo porque Cs tiene vértigo.

El público arde en deseos de conocer los detalles de la trama antes de que se produzca el desenlace. ¿Habrá foto de Vox con Cs? Si Cs no le da a Vox la foto que pide, ¿cómo lo compensará? Si Cs no lo compensa, ¿en qué consistirá la segura venganza de Vox? ¿Logrará el PP convencer a Vox de que firme cuanto antes la investidura de Moreno porque luego el presidente sabrá recompensar su lealtad? ¿Qué garantías le dará? ¿Qué bienes le entregará en prenda?

Aún tardaremos unos días en tener respuesta a estas preguntas. Por ahora, los espectadores deberán conformarse con estas dos certezas: que la obra tendrá un final feliz para los tres personajes y que en ella hay un muerto llamado PSOE.