Maletines llenos de dinero. Pobres diablos haciéndose pasar por peces gordos. Personajes capaces de soltar tantas mentiras que a la historia parece que no se le acaban los giros. Es el cine de timadores, un subgénero al que se apunta Operación Concha con un tono de comedia de enredo y un contexto muy especial: el Festival de San Sebastián, donde un productor, un contable y un director tratarán de estafar a una multimillonaria mexicana con un falso proyecto de  adaptación de ‘Zalacaín el Aventurero’. ¿El gancho? Que lo va a protagonizar la estrella internacional Ray Silvela, aunque de quien disponen en realidad es de un delincuente de poca monta que es clavado al famoso actor. Eso, para empezar.

Nueve reinas o El golpe son algunos de los referentes que menciona Antonio Cuadri para la película: “Más que añejo diría que es cine de timadores clásico, con solera. Teníamos en mente la filosofía, el espíritu de un cine que no pasa de moda. La modernidad está en el  montaje, la espléndida fotografía y el tratamiento de los personajes, que me interesaba tanto o más que la trama”. El onubense afirma que se ha sentido cómodo con esta producción de “coste medio-alto para nuestro país”, con la que vuelve a tratar de asaltar las taquillas años después de La gran vida o El corazón de la tierra y tras una obra anterior, Thomas vive, que califica como “muy experimental”. Pese a la magnitud del proyecto, que cuenta con un reparto internacional encabezado por Karra Elejalde y un recuperado Jordi Mollá, Cuadri afirma haberse sentido “muy cómodo. Cuando la producción está bien organizada, la responsabilidad se comparte y al director le compete solo lo suyo: la dirección de actores y la puesta en escena”.

Entre Baroja y Juan Ramón

Uno de los aspectos más llamativos de Operación Concha es que se sitúa en el propio mundo del cine, en el marco del certamen donostiarra, lo que podrían haber utilizado los guionistas, Patxo Tellería y el propio Cuadri, para elaborar su particular vendetta. “Tiene algo de ajuste de cuentas”, reconoce el cineasta, “pero lo compatibiliza con una mirada afectiva y cariñosa, tierna incluso”. La productora de los protagonistas, que pareció conocer tiempos mejores, podría asemejarse a muchas de las que han caído o se han mantenido a duras penas en los años de la crisis, con “un punto cutre, decadente. Siempre hay un referente real, y estos son personajes a los que he tenido la oportunidad de conocer”.

Sin hacer mucho destripe (término que recomienda la Fúndeu frente al más extendido spoiler), sorprende que el trayecto de los personajes de la película, moral y legalmente reprobable en muchos momentos, sea de algún modo redimido en el tramo final: “He querido tener esa perspectiva más optimista para estos “artistas”. Ponen su afán en robar con la intención de hacer películas. No deja de ser curioso que burlen la ley para eso”. Frente al grupo de personajes procedentes del mundo del cine, Litarco, el vividor al que da vida Mollá, se redime por la vía del amor hacia la maquilladora que lo convierte en un calco de Ray Silvela, lo que permite aporta a Cuadri “un punto de fábula. Decía Kubrick que está la realidad, la fotografía de esa realidad que es el documental y la ficción, que es una fotografía de una fotografía de esa realidad. Lo simbólico le da naturaleza de ficción, no he querido hacer un documental”. Lo curioso es que Litarco tiene un fuerte acento andaluz, como corresponde a alguien nacido en Moguer, en un guiño de Cuadri a su propio origen: “El personaje tiene una mochila de referencias culturales. En el proceso del guión, Patxo ha proyectado las suyas y yo las mías. Se han encontrado el mundo de Zalacaín y Baroja con el de Juan Ramón y Moguer”. Afirma que en el estreno de la película en San Sebastián y Moguer “las risas que se despertaron fueron prácticamente las mismas”.

Un (orgulloso) hombre de tele

Aunque su filmografía en el cine empieza a tener una cierta entidad, a muchos les puede sonar más el nombre de Antonio Cuadri por sus trabajos en televisión, donde ejerció por ejemplo de creador de la mítica Al salir de clase o de director de diversos episodios de Cuéntame cómo pasó. Son trabajos de los que siente “igual de orgullosos que de los del cine. En mi caso la tele no es un refugio alimenticio. Lo importante es que sean proyectos honestos que te interesen, pero no lo considero el cine de segunda división”. Recuerda especialmente proyectos de no ficción como Lo + plus o Las noticias del Guiñol, que “me enseñaron a contar historias. Teníamos un guión en el que íbamos incorporando elementos de dramaturgia, en la onda de la escuela americana”.

En la carrera del onubense de Trigueros también hay hueco para la docencia. Imparte con asiduidad cursos de guión y dirección en diferentes espacios por toda Andalucía, en los que trata de ser realista con sus alumnos: “les digo la verdad, que es el oficio más difícil del mundo. Les quito las ganas para que los que se queden sean los más vocacionales y sepan dónde se meten”. Debe ser por la aspereza de su mensaje que Cuadri es tan optimista respecto al futuro cine andaluz: “Viene gente cargada de juventud y de talento. Tendremos buenas noticias”.