Como no tenemos suficiciente mono tema catalán, decido ahondar en ello, sin anestesia  con este experimento (no científico) diseccionando un tuit que me han pasado. El instrumental listo: teclado y ratón serán más que suficientes. 

Aquí, el paciente en cuestión: 

Intuyo tras la primera incisión que se trata de un sujeto español por su ubicación, y por su alergia y/o intolerancia a otros idiomas que no sean el suyo propio. El sujeto es joven, muy joven, entró en la plataforma de microblogging en marzo del año pasado. De su aspecto físico, poco o nada que decir: foto de perfil aséptica, al más puro estilo troll, pero no adelantemos diagnóstico. Descripción simpaticona pero sin nada de valor para completar su historia clínica pues el autor prefiere el anonimato. 

Entrando en materia, el tuit en cuestión es un chiste o un intento de ello. Mis estímulos cerebrales no llegan a provocarme síntomas de risa. Todo lo contrario, el tuit me ofende profundamente, no como falso médico patólogo temporal de esta autopsia, sino como profesional global que me considero. 

Su lógica da por hecho que un profesional, médico en este caso, que sepa otro idioma (ojo coooficial no coreano) lo convierte en un peor profesional. 

Las crestas de las olas nacionalistas (centrales y periféricas) avanzan con fuerza hacia el choque y sólo puede resultar un tsunami cuyas consecuencias negativas para todas las partes están por imaginar. Y mientras tanto, para los que nos consideramos ciudadanos globales, que huyen de cualquier nacionalismo y que prefieren los puentes a las fronteras, estamos obligados a surfear en estas aguas.Yo he tenido la suerte de haber nacido en una comunidad en la que aprendí de muy pequeño dos lenguas, lo que me ha permitido, en mi caso, aprender otras 4 con más facilidad y haberme dado la oportunidad de vivir y trabajar en lugares como Reino Unido, Italia, Austria o China. 

El pseudo-chiste acumula 1.500 retweets y más de 2.000 me gusta cuando chistes brillantes e ingeniosos han pasado desapercibidos y directamente al olvido de las nubes con apenas unos pocos retuits y unas suaves palmaditas de me gustas. Invito a leer los comentarios, eso sí, fuera de horario infantil. 

Prosigamos. Y es que sigo sin lograr ver la patología o lo que mueve a este sujeto llegar a tal conclusión. Un médico que conozca mínimamente la lengua que usarán muchos de sus pacientes para contarle su problema de salud, ¿lo convierte en un mal profesional? ¿Exigir a un titulado superior que acredite un nivel medio (B1) en un plazo de dos años si consigue una plaza en el sistema sanitario público, es para tanto?

 Hay que recordar que los médicos (la mayoría quiero pensar) no son como el huraño Dr. House, alérgicos a sus pacientes. Tal vez para los tecnócratas de la salud sí. Para los cuales, el paciente es hoy un simple código de barras y el médico una especie de lector como el de las cajas de los súpers que una vez escaneados en menos de 2 minutos ya se sale de ahí con el volante de las pruebas complementarias o el listado de medicamentos a retirar previo pase por caja. 

No. Hay que también recordar que la medicina es una profesión de servicio a las personas y por ende a la sociedad. Es más, una importante especialidad, en declive por cierto, pues cada vez la escogen menos médicos, se llama medicina familiar y comunitaria y es ahí, en lo de "comunitario" donde cobra todo el sentido el servicio sanitario a la comunidad, y la importancia de saber comunicarse con la persona que tienen delante. No lo digo yo, lo dicen los propios profesionales de la salud, algunos de ellos reclaman más herramientas de comunicación para empatizar con el paciente. 

No de casualidad, sólo algunos másters muy específicos profundizan en estos aspectos que se descuidan en la formación de grado. Y ya por no hablar de la necesidad de dar formación en temas tan delicados como la violencia machista, situaciones de exclusión o pobreza para anticiparse desde la consulta médica.

Creo que por mucho que siga hablando de más palabras clave, como comunicación o derechos del paciente, el diagnóstico no variará. Es claro, lo que hay detrás de este tuit es una nacionalitis severa que si bien puede haber estado incubada o en ocasiones más o menos latente desde que empezamos a tomar el remedio de la transición, ahora se ha agudizado a tal nivel que apunta a la cronificación además del hastío de muchos ciudadanos. 

Las crestas de las olas nacionalistas (centrales y periféricas) avanzan con fuerza hacia el choque y sólo puede resultar un tsunami cuyas consecuencias negativas para todas las partes están por imaginar. Y mientras tanto, para los que nos consideramos ciudadanos globales, que huyen de cualquier nacionalismo y que prefieren los puentes a las fronteras, estamos obligados a surfear en estas aguas.