El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, ha sido uno de los protagonistas de la lectura de El Quijote en el céntrico Círculo de Bellas Artes de la capital. El primer edil, instaurado en el silencio ante las constantes revelaciones sobre el escándalo de las mascarillas, ha asistido al acto, pero ha rehuido las preguntas de los periodistas.

En torno a las 08:50 de la mañana de este viernes, un nubarrón de periodistas se abalanzaba sobre un Almeida que enfilaba el salón, presto para leer su parte de El Quijote. El regidor era uno de los participantes en la lectura continuada de la obra magna de Miguel de Cervantes durante 48 horas con motivo del Día del Libro.

El primer edil, que pasa sus peores al frente de la Alcaldía por las revelaciones del conocido como caso de las mascarillas, ha guardado silencio ante las preguntas de los periodistas que le siguieron hasta el salón de la planta cuarta del Círculo de Bellas Artes. 

Tanto a la llegada como a su salida, Almeida, escoltado por miembros de su equipo, ha mantenido el mutismo característico de estos últimos días. El jueves abordó someramente el asunto de las mascarillas, pero tan solo para alegar que "no hay más que comentar". 

El penúltimo regate del alcalde madrileño se produjo dos días después de señalar al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, como responsable de una presunta "cacería" hacia su persona y hacia la Corporación municipal. Almeida hizo extensible la acusación al PSOE, argumentando que "no hay ninguna duda". 

El respaldo tardío de Ayuso

La oposición infiere que el silencio de Almeida estaba estrechamente vinculado al de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. De hecho, Unidas Podemos, desde la Asamblea de Madrid, le echaba en cara a la jefa del Ejecutivo regional que usaba Telemadrid para su guerrilla particular con el regidor, que, a su juicio, sigue vigente. 

No obstante, en el pleno de este pasado jueves llegaba, al fin, la significación de Ayuso. La futura presidenta -salvo sorpresa- del Partido Popular de Madrid, ante el cerco de la oposición, espetó que ponía "la mano en el fuego" por el alcalde de Madrid.