La agria censura de José María González ‘Kichi’ era, a efectos no orgánicos pero sí políticos, la censura de Podemos Andalucía. No lo era formalmente pero sí materialmente. Y no solo porque el alcalde de Cádiz sea pareja de Teresa Rodríguez, sino porque el discurso público de austeridad mantenido por la organización andaluza desde sus inicios y la conducta personal casi franciscana de Rodríguez y González eran en sí mismos un reproche a la espléndida operación hipotecaria protagonizada por Pablo Iglesias e Irene Montero y que ha desencadenado en la formación morada una crisis cuyo alcance está todavía por determinar.

Bofetada sin mano

Cuatro días después de estallar el escándalo de la casa de 600.000 euros adquirida por Iglesias y su pareja y portavoz en el Congreso Irene Montero, el silencio guardado por la líder andaluza Teresa Rodríguez resulta atronador.

Su silencio no ha sido el único, ya que prácticamente todos los cargos públicos y orgánicos del partido han hecho lo mismo, pero fácilmente cabe interpretarlo como una sonora bofetada sin mano a Iglesias, cuyas diferencias organizativas con Rodríguez son conocidas.

Sobre Twitter

Desde que saltó la noticia de la casa de Iglesias y Montero el pasado miércoles 16, Teresa Rodríguez ha estado bastante activa en su cuenta de Twitter, escribiendo o retuiteando mensajes sobre la precariedad laboral, el feminismo de la Babie Japuta, el Mayo de 68, el blindaje presupuestario de la educación, los 70 años de la ‘nakba’ palestina, la muerte de dos trabajadores en accidente laboral, el Bono Social Gaditano

La líder roteña ha hablado en su cuenta de redes sociales de casi todo menos de aquello de lo que hablaba todo el mundo, tanto fuera de su partido como dentro de él: La Casa.

Ética y disciplina

El mutismo de Rodríguez es particularmente revelador porque es bien conocida la coherencia de sus austeras costumbres personales con el credo político de la corriente Anticapitalistas, de la que es referente principal. Pero Rodríguez también tiene un fuerte sentido de la disciplina y un compromiso de lealtad con su partido que sin duda le habrán aconsejado el silencio.

Aun así, su contención se rompía el jueves con el duro comunicado del alcalde de Cádiz, que ella tampoco glosó ni comentó públicamente. Imposible no concluir que Teresa compartía punto por punto las críticas de ‘Kichi’ e incluso que su mano no debió ser del todo ajena a la redacción del texto.

Para ninguno de los dos el código ético de Podemos ha sido nunca una mera “formalidad”. Para ninguno de los dos es simple pose o puro teatro vivir en un humilde “piso de currante”. Para ambos es importante “no parecerse a la casta”, sino al pueblo que los “eligió”. La nota no citaba a Iglesias pero no hacía falta.

Un reproche doloroso

Aunque tuviesen el dinero suficiente para ello, todos en Podemos saben que González y Rodríguez jamás se habrían comprado una casa de 600.000 euros en una zona exclusiva. Por eso debió resultar tan doloroso para Montero e Iglesias el comunicado del alcalde de Cádiz: por venir de quien venía.

La difusión del mismo pudo ser el momento en que los dos líderes madrileños comprendieron el alcance de su error: lo que ‘Kichi’ –y Teresa aunque su firma no apareciera– se había atrevido a escribir era lo que pensaban muchos inscritos y votantes de Podemos. En la decisión del secretario general y la portavoz de someter el caso a consulta de las bases del partido debió pesar mucho la censura que venía del sur.

Una lectura política

La ‘crisis hipotecaria’ de Podemos tiene, en todo caso, en Andalucía una lectura que va más allá de un escándalo que, por otra parte, la más que probable victoria de Iglesias y Montero en la consulta plebiscitaria apaciguaría notablemente.

Dado que el reproche no era solo político sino también personal, Pablo Iglesias no va a olvidar ese comunicado que lo ha puesto a los pies de los caballos y de algún modo lo ha obligado a convocar una consulta que, sin dejar de ser valiente en lo personal, tiene no pocas contraindicaciones políticas.

Las ya de por sí frías relaciones entre la dirección nacional y la dirección andaluza de Podemos se aproximarán al grado de congelación tras el caso del chalé de Galapagar. Ello hará más difícil gestionar unas diferencias políticas que son de calado pues tienen que ver la propia estructura del partido: Iglesias apuesta por un modelo organizativo descentralizado o federal (si no hay más remedio), pero en ningún caso con los tintes confederales que quiere la dirección andaluza y que tendrían su materialización más visible en ese CIF propio por el que Teresa Rodríguez viene luchando casi desde la fundación misma del partido.

Un futuro incierto

Si hasta ahora Andalucía se le resistía a Pablo Iglesias, tras el caso de la casa se le resistirá todavía más. Si gana la consulta saldrá reforzado, pero puede que solo en apariencia: su honestidad no está en duda, pero su credibilidad ha quedado seriamente tocada. Si su autoridad orgánica ya era débil en Andalucía, la desautorización moral por el chalé de Galapagar multiplicará probablemente esa debilidad.