Fue divertido mientras duró. En enero pasado se cumplió un año de la burla que tanto éxito tuvo en las filas conservadoras: el PP publicaba con malicia en Twitter una fotografía tomada en la Conferencia de Presidentes en la que podía verse a una sonriente presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, y, delante de ella, a la presidenta andaluza, Susana Díaz, con gesto serio. La imagen iba acompañada de este mensaje: 'Cuando disfrutas de tu trabajo y cuando no'. Firmado: PP de Madrid.

Hay en política una especie de ley no escrita según la cual las mofas demasiado injustificadas acostumbran a tomarse su venganza. En realidad no es nada nuevo: es una variación más, y no especialmente original, del viejo tema del exceso de confianza que los griegos denominaban ‘hybris’ y que los dioses estaban muy atentos a castigar (sobre todo si las confianzas de más se las tomaban con ellos).

La comidilla de todos

El mero recordatorio de aquel chusco episodio, que habría de dar bastante juego en los corrillos políticos y periodísticos y mucho más en las redes sociales, sería hoy muy doloroso tanto para Cifuentes como para el propio PP madrileño. Un año después, quien tanto se reía se ha puesto irremisiblemente seria y quien estaba tan seria ha empezado a sonreír.

La imagen fue la comidilla entre los asistentes a la Conferencia de Presidentes, que se celebraba en el Senado, y hasta obligó al vicepresidente del Gobierno andaluz, Manuel Jiménez Barrios, a tomar posición a instancias de una nube de periodistas. Aunque le quitó hierro e importancia – “lamento que algunos se dediquen a perder el tiempo en tonterías"–, ni el vicepresidente de la Junta ni el propio PSOE andaluz pudieron ocultar el agudo escozor que les produjo el comentario de una imagen que, aunque tomada casualmente, era pura sal gorda en las heridas que el dramático Comité Federal de octubre había dejado en la presidenta andaluza.

Reír o no reír

Con una estabilidad parlamentaria sin fisuras, una federación socialista andaluza muy cohesionada y todas las encuestas a favor, la ‘seria’ y derrotada Díaz parece haberse recuperado milagrosamente de las graves lesiones de antaño, mientras que la ‘risueña’ Cifuentes nunca podrá hacerlo ya de las suyas: tras un mes largo en el ‘corredor de la muerte’ sobreviviendo penosamente con la respiración asistida proporcionada por Mariano Rajoy, la presidenta del PP de Madrid y de la Comunidad aceptaba esta semana su irrevocable destino y renunciaba a ambas presidencias.

La fea herida que se había infligido a sí misma haciéndose regalar un máster universitario se gangrenó rápidamente, pero ni ella ni su partido quisieron ver el alcance de la putrefacción. Un vídeo infame que debió haber sido destruido en su día hace siete años, en el que se la ve retenida en un sórdido habitáculo por haber robado unas cremas en un supermercado, le dio la puntilla.

Días de vino y rosas

Nadie en el PP de Madrid habría podido imaginar cuando se difundió la foto de marras con Susana Díaz que las cosas les irían tan mal como les han ido. Cristina Cifuentes parecía haber cortado enérgicamente por lo sano con el PP corrupto de Esperanza Aguirre, su imputación por el contrato de la cafetería de la Asamblea de Madrid parecía descartada, Ciudadanos no amenazaba la hegemonía su partido, su nombre sonaba junto al de Alberto Núñez Feijóo como posible recambio de Rajoy…

Un simple máster conseguido con trampa ha acabado con todo eso en un abrir y cerrar de ojos. Desde que el pasado 21 de marzo eldiario.es destapó el escándalo, Cifuentes había dejado de ‘disfrutar con su trabajo’. Desde el pasado 25 abril ni siquiera tiene ya el empleo privilegiado que tenía, aunque conserva su acta de diputada. 

Aquellos días amargos

La trayectoria de Susana Díaz desde entonces ha sido justamente la contraria, aunque en enero de 2017 lo peor para ella estaba aún por llegar.

En aquellas fechas, el Partido Socialista ya no era la caldera a punto de estallar que había sido tres meses antes, pero la guerra civil no había terminado. Todavía quedaban por delante cuatro largos meses de encarnizada contienda, hasta mayo de 2017 en que Pedro Sánchez se alzó con la victoria de modo inapelable.

Para Susana Díaz se abría un futuro complicado. Había sido rechazada por los suyos. ¿Qué había pasado? ¿Cómo era posible que siendo la favorita indiscutible hubiera caído derrotada por quien era poco más que un recién llegado?

De nuevo los dioses

Los dioses no perdonan la ‘hybris’ y, como el PP de Madrid por aquellas mismas fechas, seguramente Díaz había incurrido en ella al subestimar a su adversario y dar por segura y por inequívocamente merecida una victoria que, a la postre, nunca se produciría.

Sin embargo, después de aquella “hostia”, como ella misma la llamó, la líder andaluza supo purgar su derrota, levantarse del suelo y reinventarse a sí misma centrando de nuevo todas sus energías políticas en la comunidad hasta entonces bastante abandonada. Los dioses parecen haberle perdonado su antiguo pecado.