Las pruebas comenzaron ya en el siglo XIX. Y cada año, solo en España se experimenta con más de 800.000 ratones de laboratorio. Son un valor de primer orden para la ciencia. Es lo que se llama un organismo modelo, ya que la distancia genética entre humanos y estos animales no es tan amplia, coinciden en un 95%, y los resultados de pruebas médicas en su organismo pueden extrapolarse al nuestro. Pero la práctica no está exenta de polémica. ¿Es ético o estamos dando por hecho una superioridad humana que solo arrincona a estos animales hacia el dolor? ¿Son realmente imprescindible para la investigación? En todo caso, en honor a tantos servicios prestados, los investigadores del Instituto de Citología y Genética Instituto de Citología y Genética de la Academia Rusa de Ciencias en Akademgorodok (Novosibirsk, Rusia) le rinden un homenaje con una estatua de seis metros de un ratón tejiendo una cadena de ADN. Andrew Kharevich  es el artista que creó el monumento.

Según el director del Instituto, Nikolai Kolchanov, el monumento al ratón simboliza "la gratitud por el animal que la humanidad ha utilizado para estudiar la genética, los mecanismos moleculares y físicos de las enfermedades, así como para el desarrollo de nuevos medicamentos”.

La primera piedra del monumento se colocó en el año 2012 con motivo del 55° aniversario de la fundación del Instituto de Citología y Genética, y el monumento, de bronce, se concluyó al año siguiente. El Instituto prevé crear más esculturas para honrar a otros animales de laboratorio, junto con placas que expresen información sobre cómo cada animal ha ayudado a la humanidad. De hecho, ha creado ya un monumento al beduino. Sentado en un pedestal, junto a él están tallados los nombres de enfermedades humanas estudiadas y combatidas gracias a los experimentos con monos.