Censura, poscensura, autocensura, precensura. Llamémoslo como queramos, pero estamos entrando en unos tiempos extraños. Parece que algunas libertades retroceden ante las quejas de ciertos grupos sociales. En el imperio de la individualidad, cuando la redes sociales nos han dado la posibilidad de expresarnos, parece que esa expresión es la de la molestia continua.

Simples pinturas

Hay muchos ejemplos, cada vez más, pero el último alcanza cotas de delirio, si los anteriores no lo habían conseguido. En este caso la víctima ha sido un profesor del estado norteamericano de Utah. Vale que ese estado no se caracterice por su tolerancia, pero el caso de este maestro es sangrante. Rueda ha perdido su plaza de profesor por el mero hecho de incluir desnudos en sus clases de arte a niños de 11 y 12 años. Bueno, esto merece una explicación. No es que Rueda llevara modelos a sus clases para realizar bocetos del natural o que empleara imágenes subidas de tono para mostrar a sus alumnos las formas del cuerpo. No. Rueda se limitó a dar clase. A enseñar a sus alumnos algunas de las obras maestras de la pintura en las que, irremediablemente, figuran algunos desnudos. Insistimos. Pinturas. Óleos, acuarelas, técnicas mixtas, pero pinturas al fin y al cabo. Y ninguna de ellas era lo que podríamos considerar explícitas.

Modigliani porno

Mateo Rueda remitió a sus alumnos dos obras clásicas. Iris Tree de Modigliani y Odalisca una obra rococó del pintor del siglo XVIII Francois Boucher. Cuando recibieron las imágenes que debían analizar, algunos alumnos y muchos padres se escandalizaron. O como se dice ahora “no se sintieron cómodos” con que un profesor les enviara ese tipo de imágenes. Los padres alegaron que esas pinturas causaban serios problemas a sus hijos menores. Aunque el profesor se ofreció a cambiar las imágenes que los alumnos debían comentar, los padres no se dieron por satisfechos. La presión y, probablemente, las ganas, hicieron que la dirección del centro decidiera rescindir el contrato del profesor. En la España del siglo XVII algunas obras de arte se escondían del público por contener escenas que las autoridades, religiosas claro, consideraban escabrosas. Ahora, más de tres siglos después, las cosas parecen estar en el mismo punto.