Un dos en uno de deporte y sostenibilidad. Japón va a iniciar en abril una campaña de reciclado de basura electrónica que se articulará a partir de la recaudación de viejos teléfonos móviles y electrodomésticos de pequeño tamaño, donados por los ciudadanos. Se pretende confeccionar, con estos materiales, las 5.000 medallas de los próximos Juegos Olímpicos y Paralímpicos que acogerá Tokio en 2020, ya que en sus componentes es posible encontrar diferentes tipos de metal, entre los que se incluyen el oro, la plata y el bronce. La medida fue una de las primeras que adelantó la organización japonesa de los Juegos Olímpicos cuando concluyeron los anteriores, este verano. Está previsto que las cajas de donación se ubiquen en oficinas y tiendas de móviles por todo el país, el primero en la historia que no dispondrá de medallas de origen minero en sus Juegos Olímpicos, llamando así la atención sobre uno de los problemas de calado mundial más importantes actualmente.

Tres kilos de basura por habitante

El fenómeno de la llamada basura electrónica se ha acelerado por el desarrollo de la innovación tecnológica en los últimos 60 años, que ha popularizado el uso doméstico de los productos electrónicos. Hasta los más complejos se han vuelto muy accesibles, pero, por las lógicas de mercado, se vuelve obsoletos muy rápido. Por ello, el uso desorbitado de la tecnología tiene una cara B, la generación de unos Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (conocidos como RAEE), que contienen sustancias químicas y tóxicas, así como materiales valiosos como oro, plata, platino o cobre. Según los cálculos de Greenpeace, en Europa, cada habitante genera unos tres kilos de basura electrónica al año. Viejos ordenadores, teléfonos móviles, electrodomésticos, dispositivos de reproducción de música, ebooks, memorias USB, impresoras… Estados Unidos y Europa son los mayores generadores de basura electrónica. Entre los grandes problemas vinculados a este fenómeno hay que mencionar que la basura electrónica se vierte a cielo abierto, lo que resulta muy contaminante debido a la composición de ésta. Además, mucha de esta basura acaba en países en desarrollo; los principales importadores son, por este orden, China, India y cinco países africanos, Nigeria, Ghana, Costa de Marfil, la República de Benin y Liberia. Un estudio realizado por la revista Environmental Science & Technology ha publicado que buena parte de los desechos llegan a estos destinos por canales ilícitos o clandestinos. Otra buena parte de esta basura no se trata correctamente.